Je veux prendre soin de toi.

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10:33 dio el reloj cuando Yoo llegó del trabajo, había terminado un día ajetreado en el juzgado.

Se reía en lo bajo, un presunto delito de lesiones resultó en un extenuante proceso. ¿Lo peor? Todavía quedaba muchísimo por hacer.

La luz de luna despertaba sus sentidos, le ayudaba a no sucumbir ante los persuasivos encantos de morfeo.

En un abrir y cerrar de ojos, el reloj marcó las 12:00. El sonido característico de las manecillas no vino sólo, ya que el retumbo de la puerta vecina le hizo compañía.

Un suspiro fue expulsado por los belfos del pelirosa, quien sonrió por lo bajo al escuchar la puerta del balcón contrario abrirse.

¿Sería un pecado ir a mirar? ¿Qué pasa si Changkyun le descubría, y luego lo identificaba como un pequeño intruso en su relajante noche?

Sus pensamientos se disiparon por completo al sentir la embriagante melodía de un piano endulzar sus sentidos, y por inercia se acercó más a aquél sonido que le hacía delirar.

Abrió suavemente el pórtico del balcón, para encontrarse con un distraído pelinegro divagando entre las teclas del piano.

Sus joyas se cristalizaron debido al frío ambiente, el cual se unía junto con la canción. El menor tenía un toque especial, como si acunara las notas y pidiera permiso para profanar cada tecla.

Hacía todo de una manera tan dulce, tan amable.

El mayor apoyó sus manos en el límite entre ambos balcones, mirando con atención los pequeños gestos de Changkyun. Las pequeñas gotas de sudor en su frente, y pequeñas lágrimas.

¿Lágrimas? ¿Qué podría ser lo que atormentaba a su vecino?

Kihyun sólo estaba seguro de que se sentía completamente fuera de sí, que estaba en un agradable limbo lleno de emociones nuevas.

Cuando la canción cesó, el menor fue advertido de la presencia de su contrario. Ambos secaron sus lágrimas a la vez, e intentaron aguantar las ganas de fundirse en un abrazo espontáneo.

¿Qué había sido éso? No tenían idea.
Se habían conocido hace menos de una semana, era ilógico y completamente irracional. Lo único que sabían era que querían protegerse mutuamente.

Una epifanía invadió a ambos jóvenes, una conexión se había empezado a formar con una simple canción.

Se limitaron a encontrar sus ojos, y se mantuvieron así por unos minutos.
Ninguno hablaba, y pequeñas sonrisas tímidas eran esbozadas por parte de ambos.

¿Por qué lloras?

El menor fue el primero en hablar, en un tono casi inaudible. Frotó sus manos intentando entrar en calor, las madrugadas en el quinto piso eran muy heladas.

Ni siquiera yo lo sé, sólo me dejé llevar.

Changkyun abrió sus ojos algo confundido debido a la respuesta del mayor, para luego acercarse al límite entre su vistilla y la ajena.

El silencio hizo presencia nuevamente, sin embargo no era algo incómodo.

Hay veces en las que es mejor callar, veces en las miradas expresan suficiente; Donde el oído sobra, y te pierdes en los ojos ajenos.

Ésa madrugada del 27 de agosto fue una de ésas noches.

10:33 - Changki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora