17- Regla Siete

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Lleva su patineta bajo el brazo mientras camina por los pasillos del edificio C. Salomé es la única estudiante de Sótano que no tiene un mapa en el chip de su teléfono y la única que puede ir sola. Había un rumor que decía que Salomé había nacido en el edificio C, que por esa razón nunca se perdía en el laberinto. Se sabia cada pasillo como los rasguños de su patineta o las reglas de Sótano. Salomé se había encargado personalmente en extinguir ese rumor, algo que lo hacía más verosímil.

Da una ultima vuelta en un pasillo estrecho que tiene una extraña marca roja en una de las paredes y lleva a la puerta del sótano. Saca la llave diminuta del compartimiento en la patineta y la vuelve a guardar con delicadeza después de abrir y cerrar la puerta. Antes de bajar las escaleras le da una rápida mirada a todo el gran salón. Puede ver cuatro de las mesas y dos a penas las distingue de lejos. Todas llenas, risas inundando el lugar y una música electrónica baja que da un ambiente divertido, casi de rebelión. Algunos de los adolescentes caminan, corren y festejan por el lugar con sus bebidas en mano u otras drogas que Salomé no reconocía, aunque se preguntaba de donde las habían sacado. Ahora que lo pensaba no las había visto en reuniones anteriores, tal vez debía imponer una regla que prohíba las drogas. A Salomé siempre le parecieron un problema imposible de controlar. De todas formas, ellos eran un problema sin control también.

-Salomé. -Una voz aguda hace que desvía la mirada hacia el pie de las escaleras. La joven y tímida María de primer año a penas la mira, tal vez era por el aura imponente que Salomé suele llevar a todas partes.

- ¿Qué pasa? -Su voz sonó mas dura de lo que hubiera querido y noto un leve temblor en las manos de María.

-Me preguntaba si podías invitar a ese chico nuevo... Jer... Jamie. -Dijo cuando finalmente recordó su nombre.

Los ojos de la joven parecían perdidos en algún punto, recordando el espectáculo que Jamie le había dado a todos en el patio principal. Salomé recordaba perfectamente lo sucedido. El aliento suave en su cuello susurrándole como si fuera a contarle algún secreto, aun podía sentir como movía su pelo. Su tono sarcástico, pero sensual al mismo tiempo todavía rebotaba en su mente como un eco que no para de repetirse, era casi insoportable. Podía recordar como se lo habían llevado dos gigantes de seguridad, como su corazón se acelero con rapidez, como sus manos sudaron y su respiración se corto con un chuchillo en el pulmón. Nadie se había atrevido a hacer algo tan arriesgado en ese instituto que era famoso por sus castigos extremos. Estuvo evitando imaginarse lo que le harían todo el día, evitando que sus pálpitos vuelvan a elevarse.

- ¿Salomé? -Otro chico se acercó a las escaleras, haciendo que su respiración volviera a la normalidad. - ¿Invitaras a ese chico raro?

- ¿Quieren que invite a... -Su frente se arrugo y su tono era confuso.

- ¿También vieron lo que hizo? -Pregunto otra voz a su izquierda. Salomé cruzo miradas con Jeremy que estaba junto a ella y Fiona y Freddie que estaban sentados en una mesa, comprobando que escuchaban lo mismo que ella.

-Claro que sí. -Respondió el chico. -Todos lo vimos, fue en el medio del patio principal.

- ¿Cómo pudo hacer eso? -Dijo María.

-Es un autentico rebelde. -Dijo otra chica acercándose al grupo. Ahora todos en Sótano estaban alrededor de Salomé u observándolos atentos.

- ¡Tiene que estar en Sótano! -Grita alguien, Salomé reconoce la voz de Nico enseguida. Ese desgraciado quería hacer que le explotara la cabeza.

Las vociferaciones comenzaban a elevarse, los estudiantes asentían apoyándolo y otros gritaban cosas como: "Que lo inviten", "Alguien debería mostrarle Sótano", "Es muy sexy, que venga". La última claramente había sido Fiona que babeaba por Jamie cada vez que lo veía por algún pasillo.

- ¡Suficiente! -Grito Salomé, haciendo que todos se callaran.

Salomé cruzo una mirada con Freddie y enseguida entendió que iba a hacer un anuncio, la música se apago y el gran salón quedo invadido por un silencio ensordecedor, incomodo y casi aterrador. Habían muchas cosas que influían en la parte de aterrador: Los adolescentes observando a Salomé como si fuera una reina; el rostro de la reina como si quisiera estrangular a cada uno de ellos -mas que nada y con extrema satisfacción a Jamie-; y el excesivo silencio que provocaba que la voz de Salomé se volviera un eco al hablar.

- ¡Regla número siete! -La voz reboto, llenando los oídos de cada persona en Sótano. - ¡La entrada de Sótano está prohibida para Jamie! -Hace un pequeña pausa y continua. -Y todo el que le de información sobre Sótano tendrá un severo castigo.

Una silla rechina y chilla cunado es arrastrada por el suelo, haciendo que todos se giren hacia la mujer de largo cabello negro que se levantó.

-No podes hacer eso. -Dijo con tono autoritario Fiona. Salomé se sorprende por su falta de respeto y desea apretar su cuello con sus propios dedos, ella sabe perfectamente que no puede subordinarla de esa forma en su territorio.

-Ya lo hice. -Responde casi susurrando en tono sombrío.

Cambiando Las Reglas Del Juego [Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora