Capitulo 7: El Titiritero

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Escenas anteriores a este capítulo:

Robin y sus amigo liberan a un Titiritero que fue castigado injustamente por una sátira que no le gustó al principe Juan.

En la actualidad:

El sonido de las ruedas de la carreta se detuvo y se escuchó como los mangos que tiraban de ésta caían al piso, la banda se miró en desconcierto, Manolo Bacco no había caminado más de diez metros antes de dejar caer su carrito.

Manolo: ¡Robin! ¡Ven aquí! ¿Quieres? - el chico corrió para reunirse con el hombre pensando que podría necesitar ayuda con la carreta o de repente se sintió mal, pues su rostro ya no reflejaba esa sonrisa tan característica de él.

Robin: ¿Sucede algo? - expresó con preocupación.

Manolo: Ahí tienes a una linda chica que te quiere - ambos miraron a la princesa que en ese momento era ayudada por el Pequeño Juan a bajar de la piedra - No eches todo a perder por no saber valorar lo que tienes - Marian notó que la estaban observando así que agitó la mano en señal de despedida al titiritero, este también agitó su mano y le dedicó una cálida sonrisa - Algún día el Principe Juan se enterará y tú tendrás que protegerla.

Robin: Lo haré - decir que fue valiente al decir eso sobra.

Manolo: Sé que tú lo harás - dijo sonriéndole a él también - Hasta pronto Robin, tu secreto está a salvo conmigo.

Y se fue, riendo como solo Manolo Bacco, el titiritero, podría.

¿Quién más sabía? ¿Cómo se había enterado? Demasiadas preguntas y solo una persona en todo el mundo con quién responderlas.

Robin: Hora de ir a casa - dijo una vez hubo regresado con sus amigos - Marian hora de ir al castillo.

Tuck: ¿No es un poco tarde ya?

Pequeño Juan: Deja que se quede con nosotros Robin, será solo ésta noche.

Robin: Ni hablar, ella debe volver al castillo y nosotros a la guarida. Los alcanzaré luego, me aseguraré de que ella llegue sana y salva.

Los chicos se decepcionaron un poco.

Marian: De acuerdo, regresaré, pero lo haré sola.

Robin: Mando yo - dijo con simpleza pero seguridad a la vez - Así que para de quejarte y deja que te acompañe - la tomó del brazo izquierdo y la arrastró para que lo siguiera hasta el castillo.

Los chicos emprendieron su camino hacia una hamaca con sábanas calentitas que les esperaba en casa.

Ya bastante alejados del punto donde se habían separado de los otros chicos, Robin y Marian seguían en silencio.

Robin: Tengo que hablar contigo de algo - se animó a decir y ella al asintió de forma indiferente - Lo de ayer... Era solo para que los chicos no sospecharan de... Bueno... Ya sabes.

Marian: No te preocupes, yo entiendo Robin.

Robin: Oye... ¿Sabes que te quiero verdad?

Marian: ¿Hiciste algo? - dijo seria con la mirada aún fija en el camino.

Robin: No exactamente. Resulta que - hizo una pausa de algunos segundos que le sirvieron para pensar como reaccionaria Marian, incluso llegó a imaginar formas de escape - Manolo sabía de nosotros.

Marian: ¿Tú se lo dijiste?

Robin: Por supuesto que no, nunca haría algo que pudiera lastimarte - la tomó de la mano y caminaron así un buen rato - Te lo prometo.

Marian: Entonces no hay problema - le dedicó una mirada de dulzura y entrelazó los dedos de ambos.

Robin: ¿Puedo preguntar algo? - ella asintió - ¿Por qué estabas tan enojada hace un rato y tan bien ahora?

Marian: Te lo dije, ¿no? Somos muy buenos actores.

Robin: ¿Actúas esto? - señaló con la cabeza las manos de ambos unidas.

Marian: Ya deberías saber que no - le dió un leve empujón a modo de juego - Es muy real para mí - hizo una pausa corta - ¿Para ti también lo es?

Robin: Si mi pri...

Tuck: ¡Robin! - los dos chicos se miraron y pronto protagonizaron una escena de la que pronto se arrepentirían.

Generalmente Robin era conocido por su gran valentía y heroísmo, pero ahora lo veíamos con una cara de espanto abrazado a su novia mientas esta trataba de encontrar de dónde provenía esa voz. Los roles completamente cambiados.

Cuando el amigo de la pareja llegó el cansancio de la carrera que tuvo que dar para encontralos se fue de pronto y fue sustituido por una risa tal que terminó en el piso con dolor de estómago.

Robin: Qué necesitas - dijo una vez se alejó de Marian.

Tuck: Solo queríamos que pasaras por la aldea para traer algo que encargamos.

Robin: Está bien - se giró para ver a la chica - Creo que hasta aquí te acompaño, podrás llegar sola - le guiñó el ojo y señaló con el pulgar y el puño cerrado hacia el castillo y dedicó una fugaz mirada a la habitación de Marian. Ella entendió el mensaje - Ahora quiero que vuelvas a la casa Tuck, yo me ocuparé - los dos chicos siguieron sus indicaciones y una vez se encontró solo se dirigió a su verdadero rumbo.

Marian corrió de la forma más veloz que pudo e hizo caso omiso a la pregunta de la cena, no paró hasta que llegó a su cuarto, no se detuvo ante la puerta, pero cuando lo vió mirando al techo recostado en la cama se le fue el aliento. Una sonrisa se le dibujó en los labios.

Se recostó de la misma forma junto a él. Sus manos se encontraron de nuevo y volvieron a entrelazarse como antes. La mano libre de él acarició la mejilla de ella, ambos acercándose para volver a unirse en un beso, pero ella se apartó.

Robin: ¿Pasa algo?

Marian: Puedes tener a cualquier chica, ¿por qué yo?

Robin: Porque eres perfecta para mí.

Marian: Lady Marian es la dama perfecta, Marian está llena de imperfecciones.

Robin: Besaré cada una de esas imperfecciones, pero recuerda que no debes ser plenamente ideal para ser mi complemento, mi promesa de vida y el amor más sublime para mí y solo para mí.

Marian se conmovió y asombró de tal forma que solo pudo atinar a morder su labio inferior de forma suave, como si así pudiera encontrar las palabras perfectas para responder lo que había dicho.

Robin: No te muerdas el labio - advirtió mientras pasaba su pulgar sobre la boca de la princesa - Quiero morderlo yo.

Scarlett: Marian tengo tu comida, ábreme porque tengo las manos ocupadas con la bandeja.

Robin: Me voy - estaba ya de pie y la ayudó a levantarse - Te debo tus recompensas y te prometo que te las daré pronto, descansa mi princesa - la besó y salió rápido, sin darle tiempo a responder nada.

Marian: Ya voy - abrió la puerta y se encontró con su amiga - Hola - dió una rápida revisión a la comida y su estómago gruñó

Scarlet: ¿Mañana podemos salir? - la princesa asintió aunque solo podía pensar en la comida.

1170 palabras 💚💙

Juntos en Sherwood - TerminadaWhere stories live. Discover now