Día cinco

98 16 5
                                    

Decir que dejaría de meterme más en este lío fue fácil, pero mi yo interno quería resolver el misterio tras esa radio y saber que esconde el Moyashi en realidad.


Y así fue como en mi día libre pasé buena parte merodeando por las calles y casas aledañas a la torre de transmisión que Komui y Lenalee habían mencionado. El frio atraviesa la ropa como agujas y solo a un tonto como yo se le ocurriría pasear por la calle en busca de todo o nada a casi el punto de congelación.


Si lo que dijo es cierto, su gato no está acostumbrado a estar en el exterior. Lo indudable sería buscar entonces entre callejones donde se lanza la basura y cajas viejas, el lugar de escondite ideal para un animal asustado. Sólo encontré mapaches, gaviotas, un perro callejero y un gato color marrón de pelo largo que no encaja con el que describió anoche.


Empiezo a creer que todo esto es un maldito juego. Para empeorar, no tengo ni una pista real de si el Moyashi se encuentra cerca de la ciudad.


Elevé mi rostro para mirar la luz roja que emite la parte alta de la antena, había docenas de grafitis y basura en el lugar. Está en una zona abandonada a varios metros de la última casa y la calle.


Cerca de la torre, la escarcha y el lodo me abrieron paso a un camino que lleva a un faro abandonado. Desde ahí se tiene vista al muelle y gran parte de la costa de Heysham al estar sobre un acantilado de al menos quince metros de alto.


Completamente solo... tampoco había rastro del susodicho gato. No iba a perder más tiempo en el lugar. Quizás deba revisar el otro extremo, cerca del muelle.


Sin embargo, capté un maullido mientras caminaba de regreso, sobre el techo de madera de una carpintería. El dueño y su esposa miraban al animal con lástima y preocupación ya que era obvio que no podía bajar; el gato era gordo, de color dorado con manchas blancas. Los señores eran muy ancianos como para bajarlo por su cuenta.


—¿Timcampy?


El gato maulló en respuesta... lo había encontrado.


—¿Es suyo? —me pregunta el hombre.


—Más o menos —respondí serio, sin entrar en detalles. No voy a contar lo difícil que fue sostenerlo mientras me arañaba el brazo al intentar bajarlo del techo.


Y... ahora tengo otro problema. ¿Qué voy a hacer con este gato?


El animal que ya había entrado en calor se paseaba por mi apartamento frotando su cuerpo en cada esquina y en cuestión de segundos se había apoderado de una de las sillas de madera en la estancia. Empezaba a tener un tic en el ojo al ver el rastro de pelo en los muebles que me tocara limpiar mañana, además de esa bola de pelo que había vomitado. Soy más de perros o de insectos y al parecer él lo intuía. Me miraba fijamente, como si fuera un ser superior.


—Sería muy útil si pudieras hablar y decirme dónde está tu descuidado dueño para acabar con este circo, pero ya que estás perdido no llegaremos a ningún lado —Me crucé de brazos apoyado en la pared. Me ignoró por completo y comenzó a lamer sus bolas. Que fastidio.

Radio 014.0Where stories live. Discover now