Día cuatro

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Domingo finalmente. Luego de días de tormenta y frío, una delgada capa de escarcha amaneció en las calles y faroles. Aunque dejó de llover, las nubes cubren cualquier rastro de luz solar. Me da igual en realidad cual sea el clima, pero a veces la humedad hace que mi apartamento apeste a madera vieja.


No me hará mal entrenar un par de horas en el Dojo. Creo que Alma se encuentra ahí, es el único con el que puedo entrenar de forma decente sin que muera a golpes.


Lo vi al fondo del gran salón; se le da mejor la lucha con lanza de dos puntas, pero no es mi estilo.


—Hola, Yuu... ¿Entrenamos juntos? —me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja. Acepté neutro y tras el calentamiento inicial, comenzamos a entrenar y practicar movimientos avanzados.


La sesión del día siempre termina unilateralmente con Alma derrotado en el suelo y con esa sonrisa boba que lo caracteriza. Sin embargo, hoy parecía particularmente interesado en verme con una mirada curiosa, irritándome más de la cuenta.


—Tsk... ¿Y ahora qué? ¿Acaso tengo algo pintado en la cara? —finalmente dije con molestia, harto de sentirme observado mientras terminaba de limpiar el equipo que usamos en el Dojo.


Contuvo su risa y se giró en el suelo, quedando con la cabeza apoyada en las manos— Lavi me contó que estás interesado en un misterioso chico. ¡Que maravilla! No creí que lanzaras a esta base, pero jamás llegué a imaginar que mi querido Yuu finalmente estuviera enamorado —confesó emocionado.


El atomizador con desinfectante cayó de mis manos y sé que pudo ver una notoria vena en mi frente a punto de estallar porque se levantó de golpe y llevó la mano a su cabeza.


—No sé qué te haya dicho ese maldito conejo suicida, pero no es cierto... —contesté, rechinando los dientes.


—Debe tener una voz de sirena para haberte interesado tanto. No te preocupes, sé que no lo vas a admitir a la primera. No cualquiera logra romper tanto hielo para llegar a ese corazón amargado que tienes —dijo con simpleza mientras palmeaba mi hombro, ignorando mi cara de pocos amigos. Luego se acercó con su mirada insistente— ¡Pero cuéntame los detalles! ¿Cómo se llama? ¿Ya lo conociste en persona? ¿Vive cerca? ¿Ya son novios? ¿Cuándo es la boda?... Oye, Yuu... ¿A dónde vas con ese Shinai? —Preguntó desconcertado. Lavi puede considerarse hombre muerto.


¿Enamorado? Ese par de tontos no tienen mejor cosa que hacer en su tiempo libre que hablar de mí. No debería interesarles lo que haga o no con mi vida. Si hubiera querido eso, me habría quedado a vivir con Tiedoll. El muy maniático sobreprotector estaría encima de mí pidiéndome nietos al menos una vez al día.


De nuevo en la tranquilidad de mi apartamento. Caminaba en círculos como león enjaulado a media sala.


Lenalee y Alma tienen razón en algo, nunca había puesto tanto interés en alguien... pero no de la forma que ellos piensan.


"Mi nombre es Allen. Tengo doscientos veinte años"


Radio 014.0Where stories live. Discover now