— ¡Silencio! — Taeyang se levanta, estampando las palmas en su escritorio para que el sonido frenara a los estudiantes. — Una palabra más y los expulsaré a los dos, así que tomen asiento y escuchen su castigo antes de que pierda la poca paciencia que les tengo.

Los menores intercambiaron miradas asesinas antes de volver a sus respectivos lugares, siendo separados por la presencia del entrenador. Al igual que antes, cruzaron los brazos en el mismo segundo y rodaron los ojos en diferente dirección.

— ¿Debería llamar a sus responsables? — Choi interroga, harto de aguantar ese tipo de situaciones cada lunes en la mañana.

— Lo haré yo mismo. — asegura el director. Su mirada cae sobre el más pequeño, éste apenas y le presta atención. — Ve a la enfermería y vuelve a tus clases, no quiero verte más por el día de hoy. — ordena. — Quedas suspendido por el resto de la semana. — culminó.

El mencionado chasquea la lengua colocándose de pie. ¿Por qué tiene que tocarle lo peor? Todavía enojado, se encarga de recoger su mochila del suelo mostrando resignación. Él tampoco quería más problemas por hoy. Desliza los ojos hacia el otro involucrado, enarcando las cejas al verlo sentado.

— ¿No oíste, idiota? Párate y ven a la enfermería. — espeta.

— Vuelve primero, Jungkook. — se antepone el director, dirigiéndose al docente unos segundos después. — Por favor asegúrese de que reciba la atención.

El interior del muchacho se revuelve al oír aquello. ¿Por qué todo el mundo continuaba tratándolo como si tuviera algún tipo de discapacidad? ¿Cuánto más tenía que hacer para demostrarles que era un chico perfectamente normal?

Kim suspiró con cansancio al escuchar el fuerte ruido de la puerta siendo tirada sin cuidado. El gesto hizo que le doliera la cabeza, preguntándose por qué a pesar de esa actitud tan irrespetuosa, Jungkook todavía no había sido expulsado.

— Taehyung. — el adulto alzó la voz. — ¿Puedes decirme qué fue lo que sucedió?

— Ya se lo dije. Ese tonto llegó al entrenamiento como si nada y se cruzó por el campo sin haber sido invitado. — bufó.

— Le lanzaste un balón. — trató de recordarle.

— ¡El aire hizo que se desviara!

Los ojos hundidos examinan los gestos que da el menor, la mueca que se forma en su rostro y el color carmesí tatuado en sus mejillas. Viéndolos por separado, ninguno parecía ser capaz de matar a una sola mosca.

Taehyung, por su parte, fue un estudiante ejemplar desde primero de secundaria. Calificaciones por encima del promedio regular, presidente de sus clases en varias ocasiones y, último pero no menos importante, un gran líder en el equipo de baloncesto. Sin embargo, toda aquella buena presencia se derrumbó con la llegada de Jungkook unos años después.

Si bien no había tenido tiempo de tener una imagen propia sobre el más pequeño, sus libretas y recomendaciones de la escuela primaria decían que era un estudiante fácil de tratar.

¿Cómo es que hoy en día, no había semana en la que no se intentaran matar?

El director suspira, mirando de reojo el calendario que marca el mes de noviembre. En un par de meses quien está sentado delante dejará la escuela y es su trabajo orientarlo por un buen camino, pero resulta imposible al tenerlo castigado la mayor parte del tiempo. ¿Qué debería hacer? Unos niños estaban haciéndole dudar de sus propias habilidades.

— Seguir con este tipo de situaciones no te será de ayuda para que ingreses a una buena universidad. — comenta luego de pensarlo durante varios segundos. — Tu rendimiento ha bajado tanto como tu buena conducta y no tengo más opción que transferirte al turno de la tarde.

Amor u odioWhere stories live. Discover now