2. CUENTO DE HADAS. Parte 2

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Segunda parte.

Incrédula por lo que acabo de escuchar, giro mi cabeza por el retrovisor. Y efectivamente, veo la furgoneta dos coches más atrás de nosotros. El corazón me bombea muy rápido.

—Recibido, Susan.

Jake apaga la llamada y me mira. Lo miro asustada, mis labios quieren pronunciar dos puñeteras palabras pero mi celebro no le da la orden. Cierro los ojos e intento respirar adecuadamente, ya que mis pulmones se les ha olvidado hacerlo.

—Están dos coches detrás de nosotros.

Él lo comprueba y dos segundos después arranca el coche. Sale de la ciudad y va dirección autopista, de pronto se pone a 200km/h. Mi cabeza esta hecha un lío, me agarro a la ventana con una mano y con la otra al asiento mientras me giro y lo miro. No entiendo nada, necesito explicaciones. Miro hacia atrás, la furgoneta intenta llegar a nosotros, va también muy rápido.

—Jake, para el coche.—Al ver que no conteste le grito.— ¡Jake! ¡Para el puto coche ahora mismo!

Pega un frenazo muy fuerte y se echa a un lado de la carretera, que en estos momentos parece infinita. Bajo del coche y rápidamente me incorporo y me pongo a vomitar. Dios, que mareo. Pero, ¿en dónde mierdas me he metido? Me apoyo en el coche y me pongo las manos en la cara. Tranquilízate.

—Abby, no te muevas.—Me susurra Jake al oído.—Están bajando de la furgoneta con pistolas.

Lentamente me giro y los miro, todos van de negro y con algo en la cabeza que les tapa la cara. Se me pone la piel de gallina, y me tenso. Con un gesto rápido, Jake me coge de la cintura y me pone detrás de él. Estoy pegada a su espalda y mi respiración va muy deprisa. Mierda, ¿Cómo cojones te quieres calmar cuando hay un grupo de personas que vienen hacia ti con armas? Es de loco, todo es de locos.

—No digas nada, hablaré yo.

Asisto con la cabeza aunque no me vea, pero más que nada es para convencerme a mí. Con la otra mano coge las llaves del bolsillo y me las da.

—¿Sabes conducir?

—Sí, pero...

—Cógelas, si hay complicaciones corres al coche y te vas a la gasolinera que hay a pocos kilómetros de aquí.

—Vale.—Las cojo y me las guardo en las manos.

Miro un momento, ya están aquí. Nos apuntan con los pistolas, joder. Los coches pasan por delante de nosotros a toda prisa, sin ni siquiera pararse. Aunque, ¿Quién se pararía al ver unos encapuchados con armas? Yo no. Me sudan las manos, y rezo a todos los dioses para que no se me resbalen las llaves. Jake me aprieta a su espalda, y de un modo me siento más segura.

— ¿Qué queréis?—Pregunta Jake seguro.

— ¿Dónde tienes la chica, Jake? ¿Es ella?

¿Chica? ¿Yo? Esto es muy raro, ¿de que los conoce? Bien han dicho su nombre, osea de algo los tendrá que conocer. Aprieto la mano de Jake y cierro los ojos. Por un momento me imagino en la playa leyendo un libro mientras las olas me relajan con su suave compás. Un disparo. Estoy en el suelo. ¿Qué hago en el suelo? Jake está encima de mí. Oh, joder, me duele todo, ¿Qué coño ha pasado? Me mira a los ojos, se levanta de golpe y saca una pistola de sus pantalones apuntando a los hombres. Me levanto poco a poco y subo al coche despacio. Intento poner la llave al contacto, pero me tiemblan las manos, estoy sudando. Jake da un salto y se asienta a mi lado.

—Arranca, arranca.—Chilla.

Esta vez acierto y arranco de golpe, pongo el pie en el acelerador y no puedo quitarlo de ahí, me invaden los nervios. Solo quiero irme lejos de ellos, ¡Me han apuntado con una jodida arma! Miro a Jake, tiene sangre en la frente y está recargando el arma. Voy a 180km/h, nunca había ido tan rápido, la adrenalina te puede. Siento disparos, nos están intentando dar en las ruedas, cambio de carril. Jake se gira y empieza a disparar a la furgoneta.

— ¿Qué coño está pasando Jake? ¡Hace media hora que tendria que estar en casa!—Digo gritando como una histérica.

—Soy de la FBI, Abby. Y a veces, me pasan estas cosas.

Me quedo mirando la carretera fijamente. Apúntate una cosa en la cabeza, Abby, antes de irte en el coche de un tío pregunta qué oficio tiene. Veo que hay una entrada a Nueva York, me tiento por entrar ahí. Mierda, piensa rápido. Al final sigo recto dejando mi última oportunidad de volver a casa. Me tiemblan las manos y las sujeto fuerte al volante para disimularlo. Estoy asustada. Quiero llorar, pero no quiero parecer débil, así que me las trago. Jake acepta la llamada.

—Jake, hay un motel a unos 20 km, los tenéis que distraer y dormir ahí.

¿Cómo sabe ella que está conmigo? Me quedo un momento pensando, bueno, es de la FBI, así que lo saben todo. Miro a Jake y él le dice a Susan que lo haremos. Me mira y se tapa la cara con las dos manos, seguramente arrepintiéndose de haberme dicho que me llevara a casa. Cojo el móvil de mi bolso como puedo y llamo a mi madre. Me lo coge a la segunda.

—Abby, ¿Dónde estás? Estoy muy preocupada.

Cierro los ojos un instante y los vuelvo a abrir.

—Mama, me he encontrado a Marly y al final he aceptado ir con ella.

—Me tendrías que haber avisado antes, cielo.

—Sí, lo sé, mama. Lo siento. No volverá a pasar.

—Vale, cariño. Diviértete.

Que ironía, ¿no?

—Claro, lo intentaré. Adiós mama.

Las dos colgamos a la vez y dejo el móvil en mis piernas. Jake me toca el brazo. Lo miro un momento y esquivo su mirada volviendo a mirar a delante.

—Siento todo esto, lo tendría que haber pensado antes. Y siento también lo que te voy a pedir ahora.

—Dispara.—Digo cabreada.

—Tenemos que distraerlos, y ahora no puedo ocupar el lugar del volante. Lo tendrás que hacer tú.

Lo miro con los ojos muy abiertos, ¿Qué coño se ha fumado? Hago una risa irónica, ¿Cómo quiere que lo hago yo? Nunca antes lo he hecho, no había ido ni a tanta velocidad. Esto está en contra de mí, es una locura. Estoy para parar el coche, bajarme e irme a pie a mi casa, pero luego pienso que tenemos unos detrás que van con armas e intentan detenernos.

—Sigue mis instrucciones.

Asisto con la cabeza, no sé qué estoy haciendo. Después vuelvo a negar. No puedes hacerlo, Abby. No puedes, él es el que ha estudiado y dedicado a esto. Tú no.

—No, no puedo hacerlo. No sé...

—GIRA, ¡AHORA!—Grita Jake cortándome.—A la derecha, ¡Ya!

Sin pensármelo dos veces, hago un giro rápido y limpio y voy por la derecha. Hay un camino que llega a un bosque. Cada vez estoy más nerviosa, me sudan las manos.

—Jake, no puedo más. Necesito parar...

Él mira hacia atrás y no ve ninguna furgoneta, solo el polvo que han dejado las ruedas. Asiste con la cabeza. Freno poco a poco y lo dejo aparcado en un rincón del camino. Me bajo deprisa y nerviosa, y me paso las manos por la cara. ¿Qué ha acabado de pasar? Lo miro a él con las lágrimas en los ojos. Pero no dejo que pasen más por debajo. Me las quedo en los ojos.

—Lo siento, Abby.

— ¿Y si me hubieran hecho algo?—Digo cabreada.

—No lo hubiese permitido.


Buenas mis lectoras! ¿Cómo les ha parecido? ¡Espero que os esté gustando y la sigáis leyendo! Para mi son muy importante vuestros votos y vuestros comentarios, ya qué me animan a seguir con la historia. Les estaría eternamente agradecida, y también va por las lectoras fantasmas.

Igual que en el anterior, este capítulo va para mi Amol: @sandritabiebs te quiero!
¡Sobretodo pásense por sus novelas!

Besitos, 

Lena.

Amor Prohibido [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora