1. Recuerdos dolorosos, locuras y duchas calientes.

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Mi madre asintió efusivamente, y mi padre me cogió la maleta al mismo tiempo que empezaba a caminar.

- Me alegra de que estés bien, cariño. Estoy seguro de que tendrás un buen verano. - Me dijo mi padre, sonriendo.

Yo también lo pensaba.

Comenzamos a caminar y salimos fuera del aeropuerto. Nos montamos en el coche y comenzamos con el viaje. Durante todo el trayecto me pasé mirando por la ventana, en silencio. Mis padres también lo estaban, supongo que no querían presionarme o algo. El único sonido en el coche era la música de la radio, todo estaba bien.

Después de al menos una hora, llegamos a casa. Y no pude evitar sentirme completamente triste. Cuando ví el barrio, sin nadie en la calle, vacío, con un par de coches aparcados frente a las casas, me puse nerviosa. Pero cuando ví mi casa, solitaria, me puse nerviosa, triste y miles de cosas más. Sinceramente, todo el trabajo que había logrado en estos dos últimos años, se había ido por la borda, porque ahora mismo era como una especie de remolino de recuerdos.

Buenos, malos, regulares, de todo tipo.

Y esto no me gustaba nada. En absoluto.

Pensé que lo había superado, pero me temo que como muchas otras veces, me había estado engañando. Es decir, es totalmente diferente estar a miles de kilómetros, todo allí parece mucho más fácil, no hay miedo, no hay tristeza, no hay recuerdos, no hay nada. Sin embargo, aquí, donde todo sucedió... simplemente no era fácil.

- Ariel, cariño, ¿estás bien?

No me había dado cuenta de que mi padre ya había aparcado el coche y ambos estaban ya fuera del vehículo. Sonreí y miré a mi madre, saliendo del coche.

- Sí, perdón, es que... se me hace tan raro. No ha cambiado nada. - Dije mirando a mi alrededor.

- Bueno es normal, hace dos años que no vienes. - Me puso una mano en la espalda y caminó conmigo hacia la casa.

Cuando entramos, la sensación fue igual o incluso bastante peor (para qué nos vamos a engañar).

Por mucho que me dijera: "No pienses, no pienses, no pienses." Lo único que venía a mi cabeza era: "Liam, Liam, Liam, Liam."

Maldita sea.

Quizá era mejor que me diese una ducha.

- Me voy a duchar. - Dije rápidamente, subiendo las escaleras y dejando a mi madre completamente asombrada.

Era como si me estuviese volviendo esquizofrénica o qué se yo. ¿Sabes esas películas donde una persona se obsesiona con alguien y no hace más que ver su cara en todos los sitios? Incluso en un bebé. Bueno, a ver, no es que yo viese su cara incluso en la taza del váter, pero a cada sitio al que iba siempre recordaba algo diferente.

Era algo difícil de explicar.

Pero el agua caliente de la ducha me relajó mucho más. Y cuando salí de la ducha, ya no había ningún recuerdo de Liam ni de nada que hubiese sucedido. El cansancio de estar tantas horas en un avión se hizo presente y ahora lo que quería era descansar un poco.

Miré el reloj y me fijé que tan sólo eran las seis de la tarde. Bueno, al menos, para echar una siesta. Me puse un pijama, me peiné el pelo húmedo, y bajé las escaleras, dispuesta a decirle a mi madre que yo no quería nada para cenar y que me iba a dormir.

Pero mientras bajaba las escaleras escuché unas voces que provenían del salón. Oí la risa de mi madre, y luego una voz grave. Estaban mis padres, y dos personas más, porque escuché dos voces diferentes a las de mis padres. ¿Iban a tener visita y no me habían dicho nada? ¿Cómo era esto posible? ¿Y ahora qué hacía yo? ¿Subía de nuevo y me ponía una ropa un poco más decente? ¿Bajaba así? Todo esto me lo estaba preguntando mientras bajaba las escaleras, y para cuando había tomado una decisión ya era un poco demasiado tarde porque ya estaba en el final de la escalera. Así que caminé y entré en el salón, con una sonrisa.

El Playboy es mi Enemigo, [SP#2] | ✓Where stories live. Discover now