- Vale, vamos a necesitar más cojines, una playlist un poco más animada y máxima intimidad. No quiero a nadie en el set.

- ¿Por qué todo el mundo te hace caso siempre? - se le escapó a Natalia, al ver que todos los presentes habían obedecido sin rechistar.

- Porque mis trabajos me avalan.

- ¿Siempre aciertas?

- Casi siempre.

Alba comprobó que todo el mundo había abandonado el espacio y se tiró en el sofá repleto de cojines que habían preparado.

- Ven, túmbate conmigo. Esta vez es relajadito, no te voy a morder - informó sonriente.

Hasta parece una niña buena, a mí no me engaña.

Mientras Natalia se lo pensaba, con el envase en la mano, Alba le sacó unas cuantas fotos, sentándose a lo indio.

- Te encanta pillarme desprevenida, no me lo explico - protestó la morena, recostándose a su lado, pero todo lo lejos que el sofá le permitió.

Distancia, por si acaso.

- Nunca te pillo desprevenida, Natalia. Siempre estás alerta cuando compartimos espacio.

- ¿Por qué será? - murmuró la morena, no lo suficientemente bajo para que Alba no lo escuchara.

- Porque soy una... ¿cómo era? Fotógrafa especialita - intentó emular su tono de voz y acento.

- Yo no hablo así - protestó Natalia con un aspaviento exagerado.

- Ya lo creo que sí, se me dan muy bien las imitaciones.

- Déjame dudarlo - bufó la pelinegra.

- ¿Sabes que si usas la nueva y exclusiva fragancia CK Everyone puedes ser quien quieras ser? - imitó ahora el eslogan la rubia, robándole el envase a la modelo y pulverizándolo como si estuviera haciendo teletienda cutre.

Alba hablaba en el tono más relajado y desenfadado que Natalia le había escuchado nunca. Ahí sentadas en ese sofá, sin la cámara apuntando y con esa sonrisa preciosa en la cara, cualquiera diría que era inofensiva.

Natalia acomodó su postura a una más cómoda, a juego con el lenguaje corporal de la fotógrafa.

- Eso dicen.

- ¿Y tú quién quieres ser?

- ¿Es una pregunta trampa? - alzó una ceja, jugando con uno de los cojines como si fuera una pelota anti-estrés.

- En absoluto - se encogió de hombros Alba.

¿Por qué no me hace fotos y me acribilla a preguntas existencialistas?

Natalia fijó sus ojos en los de la fotógrafa y le pareció ver sincero interés, pero no pensaba fiarse.

- ¿Quién quieres que sea? - le robó el bote de colonia y se incorporó, instándola a empezar con las fotos.

Alba chasqueó la lengua.

- Es en serio, ¿quién quieres ser? Es una pregunta fácil.

- ¿Me vas a hacer las fotos o no?

- Oh, venga, no seas aburrida. Odio a las modelos cuadriculadas - le lanzó el cojín que tenía más cerca.

Natalia paró el impactó con su brazo y casi por acto-reflejo le tiró el que sostenía en su mano.

- Y yo a las fotógrafas entrometidas. ¿Quién quieres ser tú? - contraatacó.

- Ser Alba Reche no está mal.

- Ser Natalia Lacunza tampoco - se encogió de hombros.

- ¿Y quién es Natalia Lacunza? - insistió, sin perder la sonrisa y tumbándose un poco más.

- No lo sé. Nat. Natalia y punto. Prefiero que me hagas fotos - suspiró y le tiró otro cojín, que ni siquiera le rozó.

- ¿Estás empezando una pelea de almohadas? Te aviso que mi puntería es inmejorable. Donde pongo el ojo pongo la bala, gajes del oficio.

- ¿En serio me estás diciendo que...? - su protesta se vio interrumpida por un proyectil impactando de lleno en su preciosa cara.

Alba solo cambió la sonrisa traviesa que tenía puesta por una carcajada, ante la cara de estupefacción que se le había quedado a la morena.

- ¿Te estás riendo de mí? – se indignó la modelo.

- De tu cara, de la cara que has puesto - se defendió Alba, alzando las manos e imitó su mueca sin dejar de reír.

- ¡Oye! ¿De qué vas? - Natalia le lanzó su cojín, dándole en el brazo.

- La puntería un poco mal la llevamos - vaciló la rubia, acercándose por el sofá para atacar de nuevo.

- Es que no te quiero romper la cámara – le tiró otro, esta vez acertando en su pecho.

- Ya, claro – alzó las cejas-. Ni aunque quisieras podrías. No tengas miedo - le devolvió el tiro.

- ¿No? Te vas a enterar.

El impacto de la almohada en la cara de la rubia no tardó en llegar, por más que intentó esquivar los ataques.

- ¡Dios, qué bruta!

- Si me buscas, me encuentras - justificó sonriente la modelo antes de acribillarla con todos los cojines que tenía a su alcance.

- ¡Basta, Natalia! ¡Natalia, ya! - trató de defenderse-. ¡Nat!

El apodo dejó a la modelo sin reacción unos segundos, que Alba aprovechó para vengarse.

Ha sonado tan bien en su voz. Y esa risa contagiosa que tiene...

En esa lluvia improvisada de cojines, la fotógrafa se resbaló, cayendo de culo en el suelo.

A la morena le dio un ataque de risa, tumbada en ese sofá a todo lo que daba y agarrándose la tripa con la mano libre.

La fotógrafa, ahora sí, se incorporó para capturar el momento de principio a fin, concentradísima para dar con el enfoque perfecto.

Esa risa sincera de ojos cerrados y dientecitos asomando, eso era precisamente lo que buscaba provocar en la morena.

Se encargó de encuadrar el envase de colonia y unas pocas instantáneas le valieron para obtener el resultado perfecto.

La foto perfecta.

Cuando Natalia abrió los ojos del todo y recuperó su respiración se le borró la sonrisa de golpe.

Obviamente, ese ratito distendido de complicidad y risas no era más que otra de sus estrategias para conseguir lo que quería de ella.

Otra vez.

¿Qué no haría por una foto?

- Natalia...

Natalia, porque Nat era parte del juego de hacerla sentir cómoda. A media voz, porque algo de culpa sentiría por manipularla a su antojo.

- Ya, no hace falta que lo digas. Hemos terminado - adivinó la modelo.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now