11 | Enfrentamiento

Start from the beginning
                                    

Salimos del cementerio, caminamos hasta donde se encontraba su coche. La puerta del copiloto tenía una pequeña abolladura, la cual me quedé observando mientras pensaba si debía ir en el asiento trasero o el del frente, no obstante, Noah abrió la puerta del copiloto, indicándome que subiera.

La cafetería que daba de paso, afortunadamente. Era una linda instalación de calidez acústica y luminosa gracias al enorme ventanal en la parte frontal izquierda, de la cual nos sentamos muy cerca, y a las mágicas luminarias que pendían del plafón. La gran altura del establecimiento me provocaba una sensación de libertad, como si no existieran barreras físicas sino espaciales. Un despeinado chico delgado no tardó en aparecer para darnos las cartas. Había distintos tipos de café en el menú: capuccino, expreso, moca, late, americano... ¡Dios! Yo sólo conocía el café de olla, ¿Cómo iba a saber la diferencia entre uno y otro? Me puse muy nerviosa cuando el chico volvió para tomarnos la orden. Noah pidió un americano y lo único inteligente que se me ocurrió decir fue:

—Lo mismo, por favor.

El mesero asintió e inmediatamente se retiro a por nuestro pedido.

—¿Desde hace cuánto conoces a mi abuelo? — quiso saber Noah. Su mirada fija en mí me intimidaba, así que opté por mirar hacia el centro de mesa.

—Desde que tenía como siete años. — respondí concretamente, porque, por su puesto, no estaba dispuesta a contarle que el señor Vaughn me había encontrado llorando en el bosque después de que hui del alcohólico de mi padre, quien intentó golpearme tanto como a mi madre, pero ella me dijo que corriera.

Estaba tan asustada que perdí la noción del tiempo, de la misma forma, no me detuve a pensar que no debía alejarme mucho, así que me perdí. Al final no sabía si estaba llorando por el miedo tan aterrador que me provocaba mi estúpido padre, o el creciente pánico de no saber cómo regresar a casa.

—Es curioso que conociéndolo durante tanto tiempo y siendo tan cercanos a él, tú y yo no nos hayamos topado nunca.

—Tenía entendido que no le gustaban las visitas. — expresé.

—Exactamente. ¿Sabes por qué no le gustaban? — me cuestionó. Sin tener idea alguna, sólo me quedé callada. —Porque siempre decía que no era seguro, así que prefería ir a nuestra casa. Él sabía algo más, tal vez era consciente de que un peligro lo acechaba...

—¿Crees que sospechaba sobre su propia muerte? —inquirí.

Noah posó los codos sobre la mesa y me miró seriamente, aún rebuscando en su mente las palabras correctas para expresarse.

—No estoy seguro de nada, Zoé, por eso necesito que me digas lo que sucedió aquella noche.

—No...N-no puedo ahora. —tartamudeé. No quería llorar frente a él, ni mucho menos en un lugar público. Ni si quiera yo estaba segura de lo que había sucedido, le conté todo a la policía, pero estos solo me tomaron de loca. Comenzaba a pensar que tal vez tenían razón y aluciné, me estaba creando otra realidad solo para no aceptar la muerte del señor Vaughn.

Noah se reacomodó en su asiento, desvió la mirada, y cruzó los brazos.

—Lo más curioso es...¿por qué tú? ¿por qué te permitió estar a su lado sin objeción? ¿No le importaba arriesgarte a ti también?

—¿Estás diciendo que yo no le importaba en absoluto? — ese pensamiento me dolió hasta los huesos. Era imposible que, una de las únicas personas que me había demostrado su amor verdadero, solo fuese una farsa.

—¡Cielos, Zoé, no! ¡Relájate! Ari tiene razón, siempre estás a la defensiva. Deberías intentar ser un poco más amable.

Su respuesta me hizo sentirme fastidiada, de no haber sido porque el chico delgado y despeinado volvió con nuestros cafés, me habría ido de allí.

Noah

—Sé que canción debemos cantar— expresó Ari con Euforia. Estábamos preparándonos para la presentación en el festival escolar del día de muertos. —Loving You de Seafret— sentenció como si nos acabara de notificar que habíamos ganado la lotería.

Me agradaba la idea. Loving you era una buena canción, se sentía como un arrullo para mi roto corazón. Sin duda alguna, cada nota me recordaría a mi abuelo, pero no me importaba porque, aunque él ya no esté a mi lado, le amaré durante toda mi pequeña eternidad.

—Y tengo una idea mejor. — expuse — Tú no lo sabes, pero Zoé es una excelente cantante. Propongo que hagamos un dueto.

Los ojos de Ari se abrieron como platos, mientras que las mejillas de Zoé se ponían tan rojos como un tomate, no obstante, aceptó la propuesta. De esa manera comenzamos a trabajar: buscamos las notas y letras.

Decidimos dar por terminado el ensayo cuando había caído la tarde, en ese momento la madre de Ari llegó a casa. Habíamos decidido hacer allí la reunión porque para nada Zoé nos hubiese permitido ir a su casa, y a mi padre le molestaba el ruido, así que esta era la única opción.

La madre de Ari era médico, así que aún llevaba la bata puesta. Cuando Ari le presentó a Zoé parecía muy complacida y feliz, e incluso se ofreció a llevarla hasta su casa. «Extraño, muy extraño.»

ZOÉ

La presentación salió muy bien, a pesar de que me encontraba muy nerviosa. Noah tocó la guitarra, por su puesto, yo el piano, y Ari optó por el bajo. En su casa tenía un montón de instrumentos y sabía tocar todos ellos: batería, ukulele, teclado, etc. Ese hombre era todo un estuche de monerías.

El profesor Molina quedó encantado también, por ello me sentía muy feliz. Al fin, un poco de luz en mi patética vida.

Ari, Noah y yo bebíamos champurrado mientras platicábamos, cuando Aleksander MacQuoid apareció.

—No entiendo cómo pueden juntarse con gente que no se baña...— expresó mientras posaba su brazo sobre el hombro izquierdo de Ari, haciendo alusión a mí. —Hasta aquí llega el aroma a gentuza.

—Deja de decir tonterías y vete. — defendió Ari, mientras retiraba el brazo de MacQuoid de su hombro.

Aleksander se acercó más a mí.

—No me digas que debajo de esa horrible ropa hay tetas. — inquirió. Con eso bastó para que la rabia se apoderara de mí, y antes de que pudiera si quiera pensar las consecuencias de mis actos, ya había derramado el atole de mi vaso sobre su rostro. Su coraje, evidentemente, era mucho más grande que el mío, que incluso sus mejillas se tornaron rojas mientras me miraba de la forma más amenazante, como si sus ojos quisieran acuchillarme como a un filete.

Lo siguiente que pasó fue demasiado rápido, que ni si quiera podía procesar completamente el hecho de que ahora me encontraba volando por los aires —después de que Aleksander me empujara de la forma más violenta posible— para terminar estrellándome en una pared que estaba a más de diez metros de nosotros.

Lo siguiente que pasó fue demasiado rápido, que ni si quiera podía procesar completamente el hecho de que ahora me encontraba volando por los aires —después de que Aleksander me empujara de la forma más violenta posible— para terminar estrellándom...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¡Búscame!

Instagram: jazminsuarez.c

Twitter: jazminsuarezc

Mirada de Dragón ©Where stories live. Discover now