El Mundo de los Recuerdos.

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Busco el lado frío en mi almohada y coloco mi mejilla en ella. Al ser la última en entrar a la casa, tuve que cerrar las puertas y apagar las luces andando en puntillas como ladrona, luego me deshice de la ropa rápidamente y me metí a la cama, cubriendo mi cuerpo con todo el cobertor hasta la nariz. El lado frío se calienta más pronto de lo que imaginaba, mi cabeza no se queda quieta y vuelve caliente a todo lo que toca.

Ya tengo una idea de quién podría ser el culpable de esto.

Besar a Jared Leto jamás fue mi prioridad, incluso ahora que ya lo he hecho dos veces, tampoco lo es. La palabra correcta para definirlo supongo que sería impulso, pues nadie se resistiría a hablar con alguien como él por horas y luego entrar a casa con una despedida de manos o, en este caso, con un beso simple. Fue por eso que me vi forzada, por aquella mujer salvaje y sin reglas que vive dentro de mí, a pedir más.

- Ya sé que soy irresistible. – dijo él entre besos. – Pero tú me pones en un nivel más alto.

- ¿Por qué? – le pregunté susurrando, con miedo de que alguien pudiera escucharme.

- Porque eres de la clase de mujeres que jamás ceden. – rió en mis labios.

- Estoy cediendo, date cuenta. – también sonreí.

Después, lo besé un poco más, dando a entender mi punto.

- Pero si tuvieras aún la barba, te habría hecho esperar un largo tiempo.

- Eso ya lo sabía. – se alejó de mí para mirarme a los ojos. De sus labios, el humo del hielo frío en el ambiente se escapaba, cubriéndonos como una nube privada. – Fue más fácil entrar en el corazón de Marie que en el tuyo.

- Uno puede ganarse muy rápido a los niños. – se me separé de él lo suficiente como para echar un vistazo alrededor y verificar si no había muros en la costa. – Quiero saber lo que ella y tú se traen.

- Para resumir te diré que ella me confesó que odiabas mi cabello y el mago Magnifixander – hizo comillas con los dedos. – hizo algo para que desapareciera a cambio de autografiar cada una de sus cosas mágicas.

El recuerdo dentro del recuerdo del día del cumpleaños de Marie se presenta en mi mente y me es permitido recordar lo que Jared me preguntó antes de desaparecer tras la cortina de Alexander.

¿Te ha pasado que de repente sucede algo en tu vida que influye hasta en tu forma de pensar?

No necesito ser ese algo. Sin embargo, deseo serlo.

- No te creí tan influenciable. – bufé con sarcasmo.

- Tú eres mi mala influencia.

Se acercó a mí para volver a besarme, no se lo permití.

- Ya voy a entrar. – le dije, empujándolo lejos formando una sonrisa de picardía en mi rostro.

Jared se cruzó de brazos y movió la cabeza en negación. Él tiene que saber que por más maravillada que me tenga, jamás voy a cambiar mis malas costumbres y mi personalidad fría y distante por él.

- ¡Parecemos adolescentes! –exclamó mientras caminaba a su auto.

Me despedí levantando mi mano y moviendo los dedos.

Nunca es demasiado tarde para ser joven.

Me revolví en las sábanas hasta que encontré la comodidad. Busco los lugares fríos de la cama porque a pesar del frío del invierno, me gusta sentir lo heladas que se ponen las telas. Consigo pensar en otras cosas que me pongan a dormir, Jared y todo lo que abarca su nombre no son una buena opción para dormir bien, ya que aparte del aliento, te quita el sueño.

Abre los Ojos |jared leto|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora