¿Quién eres tú y qué has hecho con mi sobrina? Tiene los labios pintados y sombra oscura en los ojos, sin mencionar los kilogramos de mascara en las pestañas. Se parece tanto a mí que da miedo. Fácilmente podría pararme frente a ella y asumir que el aire entre nosotras es un espejo del tiempo que me permite verme cuando tenía siete años. La otra niña maquillada parece más una joven Scarlet Johansson con esos gordos labios rojos y las mejillas sonrosadas. Ambas traen puestas tiaras y vestidos de princesas con esos tonos de rosa que detesto.
- ¡Marie! – llama Mabel. - ¡Qué se le has hecho a Carly en la cara!
Sale corriendo disparada detrás de ellas y tengo que reír porque no tengo otra alternativa. Las niñas pueden ser peor que los niños a veces. Y una advertencia: nunca dejes que toquen tu maquillaje.
Esta mañana, Mabel y yo decidimos que la fiesta de Marie sería en la terraza de nuestro edificio. Conseguimos unos lindos adornos para las lamparitas y las paredes, pero nada de globos porque aquí a nadie le simpatizan. Mark, el padre de Marie, invitó a su amigo cuya hija se lleva bien con mi sobrina. También están aquí dos de las niñas del edificio que se auto invitaron para venir. Lo que nos llevó a la idea de último minuto, contratar a Alexander otro año consecutivo.
Conocimos a Alexander en una librería, estaba comprando libros de magia para tontos y vestía una capa negra de tela barata, tenía catorce años y cabello rubio. Su primer trabajo fue con nosotras en la primera fiesta de cumpleaños de Marie, con paga asegurada para alguien que apenas sabe hacer trucos de magia. El año siguiente, un Alexander con orejas perforadas nos visitó, con un poco más de experiencia. El año pasado, tenía un tatuaje en la muñeca. Y cuando fui a buscarlo a su casa ayer para que fuera nuestro espectáculo principal, me encontré con su madre, así que espero con ansias lo que sea que se haya hecho esta vez.
Mark ha estado aquí desde la hora del desayuno, hablando del buen café que sirven en su nuevo trabajo como camarógrafo en un noticiero matutino. La verdad es que nadie le ha prestado mínima atención hasta que mencionó la parte que incluía a Mabel como modelo. Otra vez. Entonces, gracias a esa noticia el día está yendo de maravilla.
La última amiga de Marie ha llegado, al igual que el amigo de Mark y su hija. Mabel se los ha llevado a la terraza mientras espero que Alexander haga su ritual de aparición. Busco los gorritos en forma de cono para la hora de cantar feliz cumpleaños y la fuente con pasteles de chocolate que nosotras mismas preparamos.
El timbre suena y dejo la fuente sobre la mesa de centro de la sala mientras troto para abrir la puerta. Como organizadora de fiestas principiante, sé que lo que necesitamos ahora es tiempo.
Cada uno de los gorritos de cumpleaños se me desliza de las manos para terminar en el suelo. He abierto la puerta y no es Alexander quien la había tocado.
- Gatito. – me sonríe.
Mi pecho se abstiene de tomar un gran suspiro al observar el roce de sus perfectos dientes superiores con su labio inferior. Juro solemnemente que jamás voy a cansarme del secreto que esa acción tiene conmigo, haría una larga fila en medio de una torrencial tan solo para verlo hablar. Y no cabe duda que esté sorprendida y un poco ansiosa de cuál será su siguiente palabra o movimiento.
- ¿Cómo sabes dónde vivo? – pregunto evitando que mi ridícula actuación de todo-anda-perfectamente falle.
- Terry. – se encoge de hombros, como si fuese lo más normal del mundo que Jared Leto en persona aparezca en tu puerta. Me pregunto cuáles son sus intenciones al presentarse en mi hogar sin previa cita o aviso. – Y hola a ti también.
- Hola... - respondo confundida.
Necesito unos cuantos segundos para convencerme que esto está sucediendo en la vida real porque, vamos, es casi normal ver a Jared Leto en las horas de trabajo, las que básicamente tengo libres o ando improvisando de sombra de Terry Richardson; pero ¿ahora? ¿En mi casa? Esto sí que es fuera de este mundo.
