XVI

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—¿Ahora qué? —dijo Kisame molesto.

Jiro y los demás chicos los miraban burlones. Kisame lo sabía, sabía que si volvía a ver a ese tipo y sus tontos amigos no podría resistir el impulso de pegarles. Y ahí estaban, justo frente a él, no veía sus rostros sino sacos de boxear.

—Chicos, por favor, mantengan la calma. —suplicó Nagato.

Kakuzo, Yahiko y Kisame se adelantaron, se pusieron en frente de su grupo para hacerle frente a los chicos delante de sus carros. Jiro sonrió y se acercó a ellos, seguido de dos tipos.

—Bueno, bueno, les dije que no se metieran conmigo. —dijo pavoneándose, cosa que solo hizo molestar más a los chicos.

A Sasori y Deidara no les gustaba nada de lo que pasaba, retrocedieron un poco y arrastraron a Konan y Hidan con ellos, era el único modo de evitar salir heridos.

—Últimamente nada nos sale bien, primero ninjas y monstruos y ahora peleas de escuela. —murmuró Nagato para sí, estaba muy estresado y no tenía ganas de lidiar con nada en ese momento, no era el único, también Kisame, Kakuzo y Yahiko, pero ellos pensaban desquitarse con esos idiotas sin importarles las consecuencias.

—Chicos, por favor, piensen en lo que van a hacer, no vale la pena. —gritó Konan, aunque sabía que era inútil.

—No te preocupes, iremos por ustedes cuando terminemos con estos tres. —anunció Jiro, cosa que solo hizo enojar más a los chicos delante de ellos.

Ambos grupos se miraban atentamente, se notaba la tensión en el aire. Nagato decidió ponerse al frente con sus tres amigos.

—¿No deberíamos hacer algo? —preguntó Deidara, estaba algo asustado de lo que fuera a pasar.

—Podríamos ayudarlos. —sugirió sarcásticamente Sasori.

—¡D-Danna!

—El niño bonito tiene razón, rubia, o nos quedamos atrás y esperamos un milagro o vamos al frente a ayudarlos. —observó Hidan. Deidara no podía más que mirar al frente, no quería que sus amigos se metieran en problemas.

—Creo que ganarán. —dijo Sasori intentado hacer sentir mejor a su rubio amigo.

—De nada les servirá eso contra Jiro —replicó Konan, los tres chicos la miraron—. Si pierden contra Jiro y su grupo, las cosas solo irán para peor y no podremos recurrir a los maestros o director, su padre tiene demasiado poder —dijo cada vez más bajo—. Por el otro lado, si ganan, fácilmente podrá voltear las cosas y serán expulsados, en el mejor de los casos.

—Básicamente, pase lo que pase, él gana. —resumió Deidara. Se sentía impotente en ese momento, tanto tiempo de entrenar, tenían la fuerza para ganar la pelea, pero no el poder para sobrevivir después de ella.

Kisame y los otros aventaron sus mochilas a un lado. Sin embargo, Nagato seguía igual de serio y con su mochila en hombros.

—Retrocedamos y escapemos. —dijo, que sonaba más como una orden que una sugerencia.

—No dejaremos que este idiota se siga saliendo con la suya. Ya lo soporté dos años, no lo haré uno más. —dijo muy molesto Kisame, apretó lo dientes y los puños, mirando con rabia al chico frente a él.

Todo el entrenamiento especial que nos dieron para defendernos de un monstruo y lo desperdiciaremos aquí. 

Aquel pensamiento hizo suspirar pesadamente a Nagato, no tenía la más mínima intención de pelear, pero esos tres amigos suyos en particular les encantaba la emoción. Aunque Yahiko y Kakuzo lo negaran, la adrenalina les daba vida.

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