Capitulo 13

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El silencio reinó la habitación, ninguno de los dos quitaba sus ojos de los del otro. Ella no sabía que responderle, ¿Qué debía decir en ese momento? ¿Debía confesarle la verdad que le gritaba su corazón o callar como una cobarde?

César sentía que la había puesto entre la espada y la pared, quizás no tendría que haberle dicho que la amaba pero lo hacía. Quería ser honesto con sí mismo y con Ella, ¿Para qué seguir mintiendo?  Ella no era una simple amante que conoció un día para revolcarse un par de veces y ya está; No, Ella era mucho más para Él. Sí, fue cobarde hace cuatro años de dejarla ir, pero ahora no volvería a pasar.

Victoria, por su parte, estaba enfrentando a sus demonios. Amaba a César, eso lo tenía claro. Luego de la primera vez que se entregó a Él, aunque no lo dijo, supo que lo amaba. La relación no venía desde ahora, lo amaba desde siempre, desde que era aquel amigo que estaba para oír cada uno de sus problemas, cada una de sus dudas. Pero nunca fue Valiente en el tema del amor, le daba pánico abrirse ante Él, porque sabía que no podía abandonar al padre de sus hijos. No quería volver a repetir la historia que pasó con José Eduardo.
Estaba feliz de escuchar que Él la amaba pero tenía miedo que el día que se  canse de Ella, porque eso podía llegar a pasar, la abandone y su corazón quede hecho trizas. Sin embargo, se arriesgó con Él a lanzarse a ese amor oculto que la consumía.

-Te quedaste muy callada-Le dijo mientras acariciaba su espalda y Ella se aferraba a sus brazos, mientras tenía su cabeza apoyada en su pecho-No es necesario que me digas nada con respecto a lo que te dije pero no te quedes callada.

-Es que no sé que decir, César-Victoría soltó un suspiro que atravesó el corazón de Él, quien la abrazó fuerte, como si pudiera evitar que se le escapara.

Beso su frente y se separó de su cuerpo para comenzar a vestirse.

-¿Qué haces?-Le preguntó Victoria, mientras se cubría con la sábana.

-Tengo que irme.

-Quédate-Le pidió con los ojos cerrados, mientras Él la volteó a ver-Por favor, quédate.

-¿En serio quieres que lo haga?-Besó sus labios suavemente.

-Por supuesto que sí-Le regaló una cálida sonrisa-Quédate conmigo.

Él lo pensó unos instantes, ¿pero a quién quería engañar? Moría por tenerla entre sus brazos y dormir toda la noche, para ser al día siguiente lo primero que vea al despertar. Sabía que estaba mal pero la vida se vive solo una vez.

Entre besos, Victoria vuelve a desnudar a César para subirse encima. Se miran fijamente a los ojos, hablando sin hablar, transmitiéndose todo lo que no pueden expresar con palabras. Sí, quería gritarle que Ella también lo amaba pero no se animaba.

Se restregó contra su cuerpo, mientras tomaba sus labios con los suyos.

-Te deseo, Victoria-Le dice César entre gemidos. Ella le sonríe, antes de guiar su erección a su entrepierna, para comenzar a bajar lentamente.

Ambos sueltan un gran gemido, no había dudas que sus cuerpos encajaban perfectamente. Eran el complemento perfecto del otro. Tarde pero era el destino conocerse.

Victoria comenzó a cabalgarlo rápidamente. Subía, bajaba y balanceaba sus caderas haciendo movimientos circulares, hasta llegar al orgasmo, casi simultaneo.
Cayó sobre su cuerpo y Él la envolvió entre sus brazos. Besó su pecho suavemente para luego caer dormida, escuchando el latido de su corazón. El sonido más tranquilizante y maravilloso del mundo.

-Te amo tanto, Vicky-Besó su cabeza para luego dejarse arrastrar por los brazos de morfeo.

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A pesar de todoWhere stories live. Discover now