––Era de esperarse ––bramó entre risas.

Se levantó, se dio la vuelta y caminó hacia ella. Se detuvo a sólo unos centímetros de ella. Él se veía alto y temible, tenía un aura de molestia, pero también de desconcierto.

No entendía que le pasaba, ¿ocurriría algo mientras perdió la consciencia? No lo sabía, pero se lo iba a preguntar.

––Que vas a saber. Perdiste la memoria después de todo ––declaró irritado.

––¿Qué fue lo que paso? ¿Por qué no recuerdo nada después de la pelea con ese hombre? ¿Por qué no recuerdo haber perdido o ganado? Ni siquiera recuerdo haber terminado la pelea...

––Eri… de verdad no quería hacer esto. Te juro que no quería mostrarte nada, pero me veo obligado hacerlo. De verdad perdóname por lo que haré a continuación.

No dejó que ella respondiera. Se movió muy rápido. Todo paso en un parpadeo. Lo tenía a él sobre su cuello mientras absorbía su sangre, pero no sólo eso. Veía todo.

Estaban viendo imágenes.

Imágenes de su pasado.

Lo primero que vió fue el día que iba a morir. Rufel reía mientras la torturaba.

Odiaba esa risa, lo recordaba perfectamente. El fuego lo recordó cómo si estuviera ahí de nuevo, era tan real cómo también falso. Todo era tan claro.

Su vida antes de llegar allí era un total infierno, eso lo sabía. Ahora entendía todo, ella no había perdido su memoria, la tenía bloqueada. Conscientemente no quería tener ningún recuerdo de su pasado, ni de sus sufrimientos, quería olvidar y ser feliz aunque hubiese sido una sola vez en su vida, no negaría que lo estaba viviendo hasta ese momento.

Todo por culpa de ese estúpido torneo. Y por culpa de Nate.

Él dejó de morder y una vez que se apartó escupió su sangre al suelo, no porque detestara su sabor, sino porqué no quería beber la suya. Ella comenzó a llorar y sollozar.

En serio deseaba bloquear esos recuerdos, pero todo le falló, nuevamente.

––¿Recuerdas todo?

Ella asintió mientras se limpiaba las lágrimas llena de impotencia y frustración.

––Si… ––afirmó ––Recuerdo. Iba a morir.

––Eres la hija del asesino de mis padres ––declaró fríamente.

––No, no soy su hija... ––aclaró ––¡Ese maldito mató a mi madre! Cuando estaba…. ––se le cortó la voz en un chillido ––… a punto de morir… ––continuó ––Él me dijo que no era su hija. Que era hija de la traición ––bramó. ––Esa escoria me engañó toda mi vida… Y le hizo la vida imposible a mi madre... ––masculló.

Él suspiró y logró calmarse, por un momento la iba a discriminar, pero luego de sus palabras lo entendió todo. Él era así, sólo daba una oportunidad.

––Eso olvídalo, ya no es importante. Lo que importa ahora… Es lo que eres ––reiteró.

––¿Qué? ¿Qué es lo que soy?

––No iré con rodeos. Eres un vampiro y uno de los grandes ––afirmó.

––¿Tú también eres de los grandes? ¿qué significa ser uno de los grandes? ––preguntó mientras trataba de asimilar la gran información.

––Tus padres eran vampiros. Y tú como su hija lo heredaste. Todos los vampiros que existen, que son pocos, son mestizos. Sólo hay cinco vampiros reales. Tú eres hija de dos de ellos ––explicó.

Eternos finales © ✔️Where stories live. Discover now