Kara. De acuerdo, haría un pequeño baile más tarde porque Lena nunca antes había usado su nombre de pila. –¿Yendo a casa?– Kara preguntó, mientras se acomodaban a la par para caminar. Agh. Pregunta estúpida.

Lena le dedicó una leve sonrisa. –¿Qué lo delató?

Riendo, Kara simuló pegarse un tiro en la sien. –Sí. Lo siento.

–Tenía la intención de ofrecerme para pagar tu té. Lo siento, sigo olvidándome. No puede ser barato enviarlo desde Inglaterra con tanta regularidad.

–Está bien. Hago un quid pro quo con algunos amigos que tienen adicción al Tootsie Roll. No es tanto al final.

–Veo. Bueno, gracias. Finola afirma que el té ha mejorado un poco mi legendario mal humor–. Le dio a Kara una sonrisa de autocrítica. –Aunque estoy segura de que nuestros colegas dirían que no pueden notar la diferencia.

–Nuestros colegas deberían dejar de confundirte con tu personaje–. Kara sonrió. –Y hablando de Tierz, lamento lo que le están haciendo. Me gustaba quién era ella.

–Mm–. Lena se detuvo en la puerta y agitó un pase al panel de seguridad. Su luz parpadeó en verde cuando la puerta se abrió. –Lo deduje con tu pequeño truco de hoy. Transformaste una escena que estaba debajo de nosotras en algo casi ... divertido–. Una sonrisa divertida apareció en sus labios mientras mantenía la puerta abierta para Kara. –Te agradezco que hayas salvado el honor de la Jefa Tierz.

–No lo hice por Tierz–, dijo Kara sin pensar mientras salía.

–¿No? ¿Por qué...

¡Infierno! Los pies de Kara se encontraron con el vacío cuando recordó, demasiado tarde, los dos escalones empinados entre el edificio y el suelo.

La mano de Lena se extendió, agarrando su muñeca, tirándola para que se enderezara, su otro brazo envolvió la cintura de Kara, evitando que se cayera directo al concreto.

Kara se retorció torpemente para recuperar el equilibrio y terminó mirando directamente a la cara de Lena. Su expresión exasperada decía que se trataba de la torpeza que esperaba.

–¡Mierda!– Kara se alejó de esas manos suaves. –Olvidé los escalones–. Ella soltó una risa incómoda. –Obviamente. Puede que hayas notado que soy un poco torpe.

–Una o dos veces–, dijo Lena arrastrando las palabras. –¿Puedes al menos intentar conducir a casa de manera segura?

–Haré lo mejor que pueda–. El calor la inundó. Casi sonaba como si a Lena le importara si vivía o moría. Eso tenía que contar para algo. Su cerebro resopló ante esa alegre ilusión. Pero Kara no pudo borrar la sonrisa que le partía las mejillas cuando salió del estudio y se dirigió a casa.

*

Un golpe puntiagudo en las costillas despertó a Kara. Bostezó y apartó a Imra. No estaba de humor para que la insinuaran al despertar, dado que era sábado. El emoción de su roomie de regreso a casa ya se había desvanecido.

–¡Vamos, Smiley, querrás ver esto!

–¿Mmph?– Kara abrió los ojos. –Es demasiado pronto para el entusiasmo.

Imra empujó la pantalla de un teléfono en su cara. –Eres la estrella de HGZ.

¿Qué? Ella se sentó.

–Y estas fotos están en todas partes–, dijo Imra.

Kara entrecerró los ojos hacia la pantalla, que mostraba una foto pixeleada de sí misma, sostenida en los brazos de… oh mierda… Lena. Bueno, no sostenida. Pero seguro que se veía así en este momento congelado. La sonrisa de Lena parecía casi afectuosa en lugar de exasperada. El rostro de Kara, inclinado hacia la cámara, parecía sorprendido, confiado y… ugh… en ello. –Oh Dios mío.

I'ᴍ ɢᴏɪɴɢ ᴛᴏ ᴋɪss ʏᴏᴜ. I ᴍᴇᴀɴ ɪᴛ!/ SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ