Kara sonrió tentativamente mientras levantaba las manos en señal de rendición. –Supongo que se acabó el misterio.

–No creo que te sorprenda saber que eras mi principal sospechosa–. Lena colgó su bata blanca de médico en un gancho detrás de la puerta y soltó su cabello del moño. Pasando sus dedos por él para enderezarlo, miró hacia atrás a una Kara hipnotizada. –Me preguntaba cómo llegaba el té cuando no estaba cerca. ¿Estaría en lo cierto al pensar que tenías una cómplice escocesa de baja estatura?

–No tengo idea de lo que estás hablando–. Kara ocultó su sonrisa. –¿Tienes una asistente escocesa?

–¿Quién mencionó a una asistente?

Oh. ¡Ups!

–No ganarás un Emmy con esa mirada inocente–. La diversión cruzó por el rostro de Lena mientras se sentaba frente al tocador cerca de un extremo de su remolque, encendiendo las luces que rodeaban el espejo. Después de alcanzar una pequeña bolsa de suministros, comenzó a limpiarse el maquillaje con destreza. Tierz se transformó gradualmente en Lena, y la austeridad desapareció en líneas más suaves. Se encontró con los ojos de Kara en el espejo. –Y gracias, por cierto–. Sus ojos se arrugaron mientras señalaba la caja de té. –Debería haberlo dicho hace semanas, pero el trabajo ha sido frenético.

Kara sonrió. –Me alegro de hacerlo. Nunca he conocido a nadie a quien le guste mi té tanto como a mí.

–Ahora me  tienes–. Lena la miró. –Sonríes mucho, ¿no?

–No puedo evitarlo. Sé que algunas personas piensan que es molesto.

–Lo es.

La expresión de Kara decayó.

–Generalmente. Sin embargo, me atrevo a decir, te queda bien. Además, las chicas dulces que no sonríen no consiguen trabajo, ¿verdad?

–Supongo que no. Aunque no quiero hacer esos roles para siempre. Prefiero ser diversa, como tú.

–Yo–. Lena la estudió. –Pensé que ya te habían dicho que me evitaras–. Su tono se volvió juguetón. –¿No se supone que aporreo focas en mi tiempo libre o algo así? Estoy segura de que lo leí en alguna parte.

Kara se echó a reír y dijo: –No puedo imaginarlo. Tierz, tal vez ... en un mal día.

Lena le dedicó una media sonrisa inescrutable. –También te ríes mucho. Cuidado. La gente pensará que eres una presa fácil–. Su expresión se oscureció. –Aunque lo único peor que eso es ser empujada. No quieres eso. Créeme.

–Otra razón para ser más como tú.

–¿No es eso un riesgo? No sabes qué rumores sobre mí son ciertos. Para citar a Oscar Wilde, «Es perfectamente intolerable la manera en que la gente va por ahí diciendo, a espaldas de uno, cosas que son absoluta y completamente ciertas»–. Lena alcanzó el botón superior de su blusa y comenzó a desabotonarlo.

La mirada de Kara se sumergió como un cisne en la piel que aparecía rápidamente.

Haciendo una pausa en el botón cuatro, como si de repente se diera cuenta de que no podía completar su ritual con Kara allí, Lena le dirigió una mirada mordaz.

–¡Oh, lo siento! Te dejo para que te  cambies–. Kara se dio la vuelta, sintiendo arder las puntas de las orejas. Cuando su mano llegó a la puerta, miró hacia atrás. –Sabes, no creo en los rumores sobre ti ni por un segundo. Para citar a Bertrand Russell «Nadie cotillea sobre las virtudes secretas de los demás»–. Y se giró para irse.

Detrás de ella llegó un suave bufido.

Sonriendo de oreja a oreja, Kara salió.

*

I'ᴍ ɢᴏɪɴɢ ᴛᴏ ᴋɪss ʏᴏᴜ. I ᴍᴇᴀɴ ɪᴛ!/ SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUWhere stories live. Discover now