—Lo siento  —murmuró.

—Esta bien... apenas estamos comenzando.

Ella se irguió y puso su espada al frente con una mano.

—Sujeta tu espada con ambas manos.

Ella lo hizo.

—Es pesada para ser una espada de madera  —mencionó.

—Para eso es necesario tener equilibrio. Es algo que a muchos les cuesta, pero tu extrañamente eres buena en ese aspecto. Para ti no será un problema mantenerla.

—Puede ser fácil para usted, pero no lo es.

—No es el punto. Ahora, ataca  —le exigió.

Intentó correr hacia él, pero su cuerpo liviano se tropezó con una roca y cayó nuevamente sobre el suelo.

Nate estaba decepcionado, mucho se diría. No esperaba que fuera tan decepcionante
su primer día.

—Debo admitir que no esperaba esto  —dijo mientras ella se levantaba, ahora estaba toda sucia  —Ni siquiera Anna y Karl eran tan... ¿Como decirlo? Tan... torpes  —murmuró.

Debido a las palabras de Nate, enfureció a Eri, no esperaba tampoco que fuera tan torpe. Frunció el entrecejo y atacó, esa vez no cayó, sino que él la esquivó y le dió un golpe suave con la espada en la espalda. Se detuvo y lo miró ahora molesta.

—Ya veo  —dijo aclarado  —Me he dado cuenta que, haciéndote enfadar te impulsa a hacer las cosas bien  —mencionó.

—No es así  —replicó ella.

Se abalanzó hacia él, tenía su espada al frente. Atacó varias veces pero él la evitaba y la golpeaba a cada vez que podía. Llegó a un punto que ya estaba dominando sus ataques, más de dos veces chocaron espadas, pero eran breves.

—¡Estas mejorando!  —la halagó mientras se movía de un lado a otro.

En un breve momento, sus dos espadas chocaron y quedaron juntas en forma de «x» dejando a Eri y Nate a la par. Eri respiraba con desesperación debido al exhaustivo combate. Tenía el entrecejo fruncido, estaba de mal humor.

Nate por otra parte, era la primera vez que la veía molesta, se sentía extraño al verla así, pero también lo emocionaba.

—La mirada que tienes es muy buena  —afirmó él.

Por su comentario, ella chasqueó la lengua, dió un empujón y lo apartó de si. Ya no aguantaba sus comentarios arrogantes.

Continuó con sus ataques simultáneos, todos esquivados.

En un punto, se irritó más, así que lo empujó con tal fuerza que este cayó en el arroyo, no sabía que tan cerca estaba, ella misma se sorprendió de su acto. Él se levanto de inmediato, aunque ya se encontraba todo empapado. Era notable su irritación.

—Eso....  —exasperó  —... eso fue una sorpresa. Me tomaste desprevenido. Bien hecho  —dijo peinando su cabello negro hacia atrás con su mano.

—Siendo sincera, esto no lo había planeado...

—Vaya... entonces yo fui el idiota  —se rió  —Tomaremos un descanso.

—Esta bien. Pero, ¿no se cambiara?  —inquirió.

—No, no es necesario, no te preocupes  —le aseguró.

Nate se echó en el suelo con un ligero suspiro, tenía una sonrisa de ganador en su rostro. Algo lo emocionaba, y ella estaba curiosa por saber qué.

Ella se sentó a su lado. Con disimulo, lo observaba. Sentía que lo conocía de alguna parte, pero su memoria perdida no era de gran ayuda, por más que tratara de recordar, todo le fallaba, lo cuál la frustraba.

Eternos finales © ✔️Where stories live. Discover now