24. Don't wake me up

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Dearly beloved

If this love only exists in my dreams

Don't wake me up

Don't Wake Me Up, Chris Brown



Yao se volteó en el lecho, estirando los brazos por encima de la cabeza. Su cintura y sus caderas derramaron un corrientazo de dolor y por un segundo, pensó que debería empezar a ir al gimnasio: su cuerpo estaba empezando a resentir la falta de ejercicio.


De repente, fue consciente del exceso de ejercicio que tuviera la noche antes. Se quedó muy quieto mientras abría los ojos con cautela.


Síp, estaba en el cuarto de Nie MingJue. Todavía. Y solo.


Se volteó lentamente en el lecho, observando alrededor. Nie MingJue no se encontraba en la alcoba y Yao casi suspiró con alivio por no tener que ver la cara del alfa cuando estaba aún procesando lo que sucediera. Se incorporó lentamente, apoyándose en las manos.


Miró el reloj. Eran más de las nueve, así que probablemente Nie MingJue se había ido a trabajar. Buscó encima de las mesas de noche, esperando encontrar una nota o algo que le indicara el estado de ánimo de su esposo al marcharse. Bueno, evidentemente había estado lo suficiente satisfecho como para no echarlo a patadas de su cama. Lo cual no era una sorpresa, por otro lado: Jin GuangYao debía admitir que el sexo seguía siendo tan bueno como lo recordaba –incluso mejor después de sus cinco años de abstinencia.


Abandonó el lecho, buscando su ropa de la noche previa; pero no pudo encontrarla. Con el ceño fruncido, fue al clóset y abrió las puertas. No iba a atravesar el departamento desnudo: los empleados debían de estar allí y... ¡Bien! Las camisas y pantalones de Nie MingJue estaban descartados: podría hacerse dos mudas con cada prenda del alfa.


En una de las gavetas encontró una camiseta de color verde chillón –algo que Nie MingJue nunca usaría, naturalmente –y se la puso. Mientras sacaba el cabello suelto fuera de la prenda y lo dejaba caer sobre un hombro, leyó el letrero que adornaba el frente de la camiseta.


—¿'Good boys get... dick'? — alzó una ceja, mirando su imagen en el espejo de la puerta del clóset —. Si tú lo dices.



Era un poco incómodo caminar sin otra cosa que la camiseta cubriendo su cuerpo. Su trasero y su... se sentían demasiado... frescos. Instintivamente, tiró de la camiseta hacia sus muslos mientras salía al corredor.


Tomaría un baño y se pondría a trabajar en la revisión de la campaña pendiente. Debía enviarle su opinión a la señora Jin antes de la noche y... Esa noche tendría que hablar con Nie MingJue. Debían aclarar las cosas entre ellos. ¿Qué habían hecho? ¿Fue solo sexo casual? ¿O iban a intentar tener una relación... real? ¿Iban a intentar que esto del matrimonio funcionara? ¿O solo...?



—Solo envía los documentos a Wang Qiu con un memo de que nos veremos mañana a las diez en mi oficina... No, no me envíes copia. Tengo los originales aquí. Los revisaré hoy. Y cancela esas dos reuniones hasta que te dé una fecha... Eso es todo. Y, Chen Yaling, estoy fuera de la ciudad, ¿sí?


Jin GuangYao avanzó hasta la cocina con pasos silenciosos, escuchando a Nie MingJue hablar por el móvil. Se detuvo en el umbral, contemplando al hombre, quien sostenía el teléfono entre la oreja y el hombro mientras revolvía algo en el sartén.


¿Nie MingJue estaba cocinando?


El alfa soltó la paleta y agarró el teléfono para colgar. Iba a dejarlo sobre la mesa cuando cambió de opinión y lo recuperó para apagarlo. Volvió a concentrarse en la comida y unos segundos después, se dio vuelta, para servir los huevos en el plato que esperaba encima de una bandeja.


Fue en ese momento que descubrió a Jin GuangYao de pie en la entrada de la cocina, apoyando un pie encima del otro... y vistiendo una ridícula camiseta de color verde chillón que le parecía extrañamente familiar.


—No... fuiste a trabajar —señaló lo evidente el omega.

—Te levantaste —fue lo que respondió Nie MingJue —. Iba a... Estaba haciendo el desayuno para... ¿Conozco esa camiseta?


Yao hizo un puchero, sacando el labio inferior afuera.


—Iba a devolverla. No encontré mi ropa.

—La lavé. Con la mía.

—¿Cuánto exactamente llevas despierto? —preguntó, alzando las cejas.

—Dos horas tal vez. Es... la costumbre. Y la alarma sonó.

—Oh —Yao se ruborizó —. No la escuché.

—La apagué rápido. No quería que despertaras. Todavía.

—Y... ¿llevas dos horas haciendo la colada y preparándome el desayuno?


Nie MingJue titubeó, frunciendo el ceño y Jin GuangYao apretó las manos en el borde de la camiseta para no ir a su lado y masajear su frente con los dedos, y besarlo hasta que...


—Pasé casi una hora mirándote dormir.


El omega se atragantó con su aliento.


—No sé si eso es... halagador o... espeluznante —intentó bromear.

—¿Qué tal si lo dejamos en halagador por ahora? —propuso Nie MingJue —. ¿Desayunas aquí? Ya que estás...

—Eh...


De repente, GuangYao fue demasiado consciente de su sexo y su trasero desnudos debajo de la camiseta. Por algún motivo, su verga pensaba que la idea de Nie MingJue observándolo dormir era... encantadoramente sexy.


—Necesito... ponerme algo de...


Los ojos del alfa se agrandaron al comprender y Yao vio cómo la respiración se hacía pesada, elevando su pecho. Antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Nie MingJue rodeó la mesa y fue hacia él a largas zancadas.


Los brazos del alfa le rodearon la cintura, elevándolo del suelo y Jin GuangYao se agarró de sus hombros. Un momento después, estaba sentado en la mesa, sintiendo la madera fría presionar en sus nalgas.


—Los... los empleados... Liu He...

—Día libre para todos —gruñó Nie MingJue —. Estamos solos. Quiero estar solo contigo.


El cerebro de Yao dejó de protestar. Emocionado, echó los brazos al cuello de su esposo y buscó su boca en un beso.


El trabajo podía esperar. Eternamente.

La luna detrás del cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora