7.

56 8 1
                                    

Me levanté a causa de los gritos por parte de mi familia, tomé un suspiro y masajeé mis ojos, las cosas ya no deberían afectarme, pero lo siguen haciendo, debo seguir demostrando que todo me da igual, para que así no sientan la necesidad de hacerme sentir miserable, por el simple hecho de existir.

Tomé tres bocados de aire y me levanté de la cama, procuré no darle importancia a lo que estaba ocurriendo fuera de mi mundo, a sabiendas de que si intentaba prestarle un poco de importancia, lo más probable era que tendría una recaída y mi salida sería cancelada. .

Seguía un poco desconcertada por obtener el permiso, solo que este tenía una condición, consistía en que Kian venga por mí, y de la misma manera, me regrese a casa completa y puntual. — Si su hija no regresa completa, le puedo prometer que me alejo de ella y no vuelvo a pasar por su casa, pero de si regresar bien, y a salvo, tiene salidas garantizadas conmigo ¿Si? — Se arrodilló frente a mi madre, y empezó a suplicar como si mi permiso definiera su vida. — Está bien, tengan mucho cuidado, quiero que se diviertan de una manera sana — Respondió mi madre.

—El desayuno está listo, si no bajan en este momento, se enfriará y arruinarán todo — Una voz gruesa me sacó de mis pensamientos, pude reconocerla a los segundos, era la de mi padre. — Ya bajo, estoy buscando mis lentes— Me excusé, si se enteraban que desde que me levante me estuve mirando al espejo recordando momentos pasados, tomarían por pretexto para no dejarme salir.

Bajé, saludé con una media sonrisa a todos y fui en busca de mi desayuno, el que por cierto se había enfriado. — Si hubieras bajado cuando te llamé, no estuvieras comiendo las cosas frías. — Se pronunció mi papá, mientras se llevaba un pedazo de huevo frito a la boca. — Está bien, no hace falta que vivas reprochándome las cosas. — Respondí de la manera más cortés, no quería empezar mi día con el pie izquierdo, pero no es que mi familia me ayudara mucho. —Creo que alguien tendrá que cancelar su salida a última hora— Se pronunció mi mamá, mientras me fulminaba con su mirada. — ¿Qué estoy haciendo? Nada, solo decirle a papá que deje de reprocharme todo lo que hago o dejo de hacer, a parte no es justo, ni si quiera salgo con frecuencia, es el primer permiso que he pedido en meses, no puedes negármelo después de hacer una promesa con Kian. — Le alcé la voz a mi madre, a sabiendas de que las cosas no se arreglarían de esa manera. — Te recuerdo que gracias a ti, los padres de tus ex compañeros hablan muy mal de nosotros. — Replicó mi papá, echándome una vez más la culpa de todo lo que me ocurrió.

Al notar que mi mamá no me quitaba la vista, y mi papá estaba a unos segundos de explotar y echarme en cara todo lo que ha hecho por mí, mis hermanos decidieron agradecer por la comida, lavar sus platos e ir a sus habitaciones.

Sentí impotencia, se supone que eran mis padres y por la misma razón, deberían apoyarme y saber que todo el mundo comete errores, es cierto que algunos son irremediables, pero ellos también los han cometido a lo largo de su vida, y yo no estaba juzgándolos por eso...

Supe que si seguía enfrentándolos y no me disculpaba, las cosas iban a ponerse peores, lo más probable sería que me castiguen y como excusa llamen a Kian, diciéndole que me enfermé repentinamente, que para la próxima vez estarán más pendientes de mí y seguramente evitarán tragedias. — Perdón por levantarme de mal humor, prometo mejorar — Susurré, mientras cerraba mis ojos y apretaba mis muñecas fuertemente, para evitar perder la cordura o mostrarles debilidad. — Está bien, tú sabes que nosotros lo único que queremos es tu bienestar, nos importas mucho hija...— Mi madre relajó su rostro y me mostró una delicada sonrisa, haciéndome creer que todo iba a estar bien, siempre y cuando acepte tener la culpa de todo, independientemente de si era yo la causante de la pelea o no. — Ahora, termina tu desayuno, haz tus quehaceres, arréglate, y puedes irte. — La interrumpió mi padre, mirándome a los ojos y mostrándome toda la ira contenida en ellos.; No tuve otro remedio más que asentir con la cabeza y concentrarme en comer rápido, pues el ambiente era muy tenso, y el silencio no iba a ser roto por más que uno de los tres quisiera hacerlo.

LO QUE NUNCA TE DIJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora