Capítulo 1 - Resistance

Începe de la început
                                    

La discusión se alarga un rato más y el asunto se zanja con la marcha de Brown tras dejar su placa y su arma sobre la mesa. El portazo deja la sala en silencio y Volkov siente que la tensión es la misma que al principio.

El silencio se alarga unos segundos hasta que Conway habla de nuevo y entonces el caos estalla una vez más porque Brown no es el único que la ha cagado. Las cosas escalan muy rápido a partir del momento en el que Conway empieza a recriminar a Gustabo y Horacio sus actuaciones y ellos tratan de justificarlas, y la situación alcanza su punto álgido cuando el Superintendente les dice que la única razón por la que no los ha echado del cuerpo es porque están en medio de una operación importante.

Volkov sospecha que es un farol, principalmente porque no es tonto. Ambos son activos muy importantes, no solo en este operativo, sino en cualquiera que se les presente. Cuentan con la ventaja de la doble identidad, un aspecto clave en las infiltraciones.

Sin embargo, desde su posición, sabe que ese ha sido un punto de inflexión en la conversación y deja que una mueca transmita lo que se le está pasando por la cabeza.

Horacio traga saliva y deja que sus ojos busquen los de Volkov por primera vez desde que se ha quitado el pasamontañas. Hasta ahora, Volkov no era plenamente consciente de que había estado mirando a Horacio durante toda la conversación. En parte, agradece la tensión del ambiente, que ha evitado que los demás repararan en ello. Podría haber sido incómodo. Más incómodo. Pero ahora Horacio le está mirando a él también y no sabría identificar lo que ve en sus ojos. Descubre una nueva madurez en ellos, intensos pero cansados, y supone que es la que consiguió engañarle bajo el pasamontañas todo este tiempo. Su mirada ya no es tan reveladora ni inocente como lo fue un tiempo atrás. O quizás Volkov simplemente ha perdido la habilidad de leerla.

Su tren de las ideas se ve interrumpido por el movimiento de Gustabo levantándose de la silla. "Yo, lo siento, pero renuncio yo también, junto a Brown."

"¿Que 'renuncias'?" responde Conway, su voz aparentemente estoica, como siempre. Pero por desgracia para él, Volkov lleva a su lado el tiempo suficiente como para saber que no es sincera. Hay un atisbo de pánico y confusión en su tono.

"Por supuesto. Lo que no voy a permitir es que a mí, encima, se me eche mierda y se me diga que 'si fuera por usted, me iba a ir a la calle' después de todo lo que he tragao."

Volkov mira a su izquierda intentando leer la expresión de Conway, pero se topa con la mirada incrédula de Michelle, y ambos intercambian una mueca de expectación e incomodidad.

Gustabo desliza su placa y su pistola a través del escritorio del Superintendente con suavidad y añade: "Yo le dejo aquí la placa y la pipa... y os apañais vosotros."

"Para el carro" se apresura a decir Conway, alzando una mano.

Gustabo deja escapar una risa leve e incrédula. "O sea, no, no, no, lo siento pero es que no lo voy a permitir. Que se infiltre otro y coma mierda otro. Yo ya he arriesgado bastante el pellejo." Y con esas palabras, y ante la mirada atónita de los presentes, se da la vuelta y abandona la habitación.

Todas las miradas recaen ahora sobre Conway, que permanece en el sitio durante un par de segundos antes de rodear la mesa a paso ligero, coger la placa y la pistola con una sola mano y seguir los pasos de Gustabo. Volkov juraría que podría identificar el momento exacto en el que Conway ha procesado por completo sus palabras porque su rostro ha pasado de convicción absoluta a inseguridad.

Y con otro portazo, - 'como si las puertas no se pagasen con dinero público' piensa Volkov -, el Superintendente les deja de nuevo en un silencio abrumador.

Between the Devil and the Deep Blue Sea (+18 | Intenabo & Volkacio)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum