— Oh, pero el sol es el sol.

— una estrella ¿No estabas poniendo atención en el planetario?

— algunas cosas sí— me concentro en conducir, no queda mucho para llegar, en auto queda mucho más cerca de lo que esperaba además de que no hay tráfico. Entramos a la calle de mi casa, y por un momento quiero seguir de largo e ir a otro lado. Me detengo y apago el auto— llegamos.

— tiene un bonito jardín.

— le pagan a un jardinero para que venga a cuidarlo— con los trabajos que tienen, mis padres no tienen tiempo para cuidar un jardín. Eris se ríe, creo que no es un buen comentario lo que dije— eh...— Eris ya se bajo del auto. Me apresuro a bajarme y poner la alarma. La puerta de mi casa está frente a nosotros, y soy el primero en caminar. Nos recibe el olor al ambientador frutal que le gusta a mamá, y a comida. No hay nadie en la sala.

— ¿Ian?

— llegamos.

— Está cuidando que la comida no se queme— la voz de André me asusta, porque no lo veo. Le encuentro sentando en la escalera, mirándonos. La puerta de la cocina se abre, y mamá sale. Nos saluda rápidamente y regresa a la cocina— papá llegara para la hora de la comida.

— Bien... vamos, te mostrare mi habitación— pasamos junto a André, quien ahora esta embobado en su consola portátil— que nos llamen cuando este la comida— le digo, aunque al final será mamá quien nos llame.

— Sí, sí.

— tu casa es... diferente.

— ¿esperabas algo?

— no lo sé... creo que esperaba que fuera más fría. Es bastante cálida— sé que no está hablando de la temperatura— Tu mamá parece ser muy amable, eso sí me sorprendió. Con lo que me contaste que paso, no esperaría que alguien como ella reaccionara así. Ah, lo siento, no es... No quiero ser descortés.

— no lo eres. Yo también estuve sorprendido, o sea, sabía que no sería fácil pero lo que paso fue... desagradable. Desde que hablamos, se ha comportado así, tal vez un poco más amable que antes.

— eso es bueno. Tu ventana es muy pequeña.

— No todos podemos tener un balcón en la habitación— le veo dar una mirada a mi habitación: Al mueble donde tengo mi ropa, la cama, el escritorio con mi computadora y a la colección de autos de juguete que tengo en una repisa— Venían de colección en una revista. Solo la compraba porque me gustaban los autos.

— ¿Te gustan los autos todavía?

— solo observarlos. Conozco algunos detalles de cómo repararlos, trabaje en un taller un verano— Eris se acuesta en la cama con toda la confianza del mundo.

— interesante. No sé mucho de autos, Víctor me quiere enseñar a conducir pero no ha tenido tiempo. Creo que sería útil, podría llevar a mamá a los lugares de las fiestas o pasar a recoger a Lorelei de la escuela. Y podría pedir un auto de cumpleaños.

— yo podría enseñarte.

— ¿en serio?

— Sí.

— eso me gustaría mucho— hasta que nos llama mi mamá, le muestro algunos autos, sobre caballos de fuerza y cuales son mejores para un primer auto.

André ya está sentado en la mesa, me siento frente a él, seguido de Eris. La comida ya está en la mesa y escucho la voz de mi padre en la cocina. Los pasos de Jesse bajando las escaleras y en fin, todo normal hasta ahora. Cuando entra mi padre, se queda mirándonos mucho tiempo, me hace recordar esa noche, aunque ahora estamos en una comida y ellos insistieron para que le trajera.

Estrellas y galaxiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora