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—Luka... Yo... Perdóname, no siento lo mismo por ti —sus palabras se escucharon como cuerdas rompiéndose con agresividad, dolían—. Espero poder seguir siendo amigos.

Había oído lo doloroso que es que la persona que te gusta o de la que estás enamorado te rechaza. No sabía que tanto.

Aunque la mirada de Marinette me hacia saber que no quería lastimarme, ya lo había hecho.

—Sí... Seguro. —le respondí luego de unos segundos, tenía un nudo en la garganta, hablar me dolía.

—Bien... Hm yo... Yo tengo que irme ahora, pero ¿No vemos luego? —Marinette se levantó de la banca y sin dejarme contestar se fue corriendo.

¿Luego de ocho meses le parecía bien?

Estaba avergonzado, desilusionado, el rechazo no se lo deseo a nadie, pero sabía que no era culpa de Marinette no sentir, y tenía que vivir con eso.

La aceptación al rechazo no fue tan difícil como lo que sucedió después.

—Hola Jul. —saludé a mi hermana, la había estado esperando afuera de su instituto en mi bicicleta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó llegando junto a Rose.

—¡Hola Luka! —saludó la rubia con su invaluable alegría.

—Vengo a recogerte, mamá nos quiere en casa temprano —mi mirada se desvió hacia las escaleras, donde vi a Marinette hablando junto a su amiga Alya.

Mi corazón aceleró al verla, pero ya no era el mismo sentimiento que solía sentir, estaba nervioso e inseguro de lo que iba a pasar entre nuestra amistad. Cuando ella me vió saludé con mi mano pero su gesto cambió y se fue corriendo del lugar.

Eso me hizo sentir peor ¿Qué le pasaba?

—Oí lo que pasó con Marinette... —dijo Rose, me sentí avergonzado.

—Vamónos. —le entregué un casco a Juleka y nos fuimos lo más pronto posible.

Ese tipo de situaciones con Marinette ignorándome por completo cada vez que quería acercarme se hicieron más recurrentes, a tal punto que ya no iba a nuestra casa-barco aunque fuera Juleka la que la invitara.
Eso realmente me molestó, ignoraba mis mensajes, mi presencia y hacia de todo para no mirarme directamente, era fácil deducir porque me evitaba pero ¿No era ella la que dijo que esperaba poder seguir siendo amigos?

Tal vez el rechazo no fue lo peor, sí dolió, pero ¿Qué tu amiga de la infancia actúe como si nunca te hubiera conocido? Es otro tipo de dolor.

—Siempre estábamos juntos, nos contábamos todo ¡Y actúa como si fuera un completo extraño! —caminaba en círculos por mi habitación, expresando mis pensamientos a Juleka que me escuchaba en silencio— No es mi culpa sentir... Yo no quería que nuestra amistad terminara así... Ni siquiera quería que terminara. Ella lo dijo "Espero poder seguir siendo amigos" Bueno, los amigos no se evitan en primer lugar.

—No puedes pensar solo en ti, tienes que entender a Marinette, está muy confundida y... —paré en seco, sin poder creer lo que Juleka estaba diciendo.

—¿Entender a Marinette? ¿Hablas en serio? ¡Lo he estado haciendo desde que nos conocimos! ¿Y yo soy el malo? ¡Ja! —solté una sarcástica carcajada para después dirigirme a la salida.

Esperaba que por lo menos mi hermana me apoyara un poco.

—¿A dónde vas?

—No te interesa. —respondí bruscamente sin mirarla.

Conforme pasaban los meses mi humor no mejoraba, empeoraba en su lugar, dejé de buscar a Marinette y desde que lo hice me di cuenta de que a todos los que conocía no paraban hablar de ella.

—Y desde que Marinette lo rechazó, no ha sido el mismo, solo duerme, come o sale de casa, siempre se ve enojado y... Hasta comenzó a fallar en los acordes de las canciones. —oí decir a Juleka, inmediatamente sentí mucho enojo.

—Eso suena mal ¿Que deberíamos hacer para ayudarlo? —preguntó Iván.

—Tal vez que hable con Marinette. —oí la voz de Rose.

—No, eso lo empeoraría todo.

Fruncí el ceño ¿Por qué se entrometen en mi vida? Entré a la cocina donde hablaban y los enfrenté.

—Dejen de hablar de mi vida, a ustedes nadie les está pidiendo ayuda, no les incumbe. —exclamé con enojo haciendo que los chicos se asustarán.

—Lu-Luka. —tartamudeó mi hermana preocupada.

—Oye Luka, solo queremos ayudar. —dijo Iván alzando las manos en inocencia.

—Pues no lo hagan. —la frialdad con la que dije esas palabras me sorprendió, pero mucho más a la banda, quién se miraba entre sí, preocupados.

Han pasado tres meses desde lo ocurrido ¿Qué si he hablado con Marinette? Para nada. Y aún así, quería más que nadie que todo volviera a ser como antes y me cuestionaba frecuentemente si decir mis sentimientos había sido la mejor opción que pude tomar.

Estaba enojado y triste, era imposible no sentirme así, estar para ahí cuándo ella no lo está para mí era de lo peor.

—¡¿Y estarás toda la vida de mal humor y tratando a tus amigos tan mal?! —me preguntó Juleka a gritos.

—¡Ustedes son los que se entrometen! ¡No me siento bien! ¡No todas las personas podemos fingir felicidad! —grité de devuelta, en sus ojos reflejaba dolor, cuando solo reflejaba enojo con anterioridad, lo que dije era un golpe bajo.

—¡¿Que sucede aquí?! —mi madre, Anarka, apareció por la puerta con el ceño fruncido.

Ambos nos quedamos en total silencio, mirándonos fijamente con enojo, la tensión era demasiada.

—A ver, cuéntenme. —insistió mamá.

—Que te cuente ella, yo me largo. —salí de la cubierta con los llamados insistentes de mi madre que fueron desapareciendo conforme me alejaba del barco.

No solía discutir con Juleka a tal grado de gritarnos, pero Juleka y sus amigos tenían que entender que no todo se resuelve con palabras bonitas y abrazos. Tal vez no le gustaba que su amiga de la infancia y que su hermano estuvieran en malas condiciones, pero eso no le da el derecho a entrometerse.

Aunque eso ya no importaba más, esa fue la última discusión que tuvimos. Me permití sanar y superar con los ocho meses que Marinette no se atrevió a aparecer en mi vida, las charlas de mamá sobre soltar a la gente ayudaron bastante, como si ya supiera del tema, pero fueron muy efectivas.

Fueron meses muy duros, era la primera vez que me enamoraba, la primera vez que me rechazaban. Tal vez ahora esté dispuesto a volver a sentir, pero temía que se volviera a repetir lo mismo.

TRY HARD | Luka CouffaineWhere stories live. Discover now