Capítulo 1

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*Último año*

Lindsey POV.

Miro la puerta fijamente, mi cuerpo está tan tenso que con solo tocarme podría quebrarme como una hoja seca, los nervios los tengo a flor de piel.

Una mano se apoya en mi hombro y siento como mi respiración se para.

-Tranquila Lin, debes relajarte, ya estamos en último año y ni importa quién se entere que trabajas aquí, al fin y al cabo os acabaréis en rumbos diferentes -miro como Ale sonríe de oreja a oreja para darme ánimos.

-Pero y si él...

-No recuerdo ninguna parte del contrato que dijera descansos para conversar de como nos fue San Valentín -trago fuerte- no les pago para canturrear, sino para trabajar.

-Disculpe se...-decimos al unísono, pero terminamos calladas.

-No quiero escuchar sus excusas, la próxima vez estarán firmando su renuncia.

Sin rechistar, ambas continuamos nuestra labor en el café, yo me encargo de limpiar las mesas y Ale de atender a los que llegan, odio este empleo, al menos tengo café gratis, si fuera por mí lo dejaría, pero necesito el dinero para la universidad y ni si quiera sé a cual ir.

El debate en mi mente por saber a que universidad debo ir se esfuma en cuanto un grupo de tíos entran por las puertas, el pulso se me acelera y siento que no tengo saliva.

Por costumbre muerdo mi labio inferior y trato de que mi mirada no se dirija hacia él.

-¿Los atenderás o te quedarás como una tonta ahí parada? -trato de buscar a Ale entre las mesas pero solo logro ver el rostro de Satanás con la ceja alzada.

-Creo qu..e es el tur...no de A..le -tartamudeo al hablar.

-No te pago para opinar, anda y haz tu trabajo -con pasos torpes me acerco a la mesa doce, lo peor se aproxima a mi mente.

Mis manos sudan como nunca antes, jo...esto no me puede estar sucediendo a mí.

Sus ojos se cruzan con los míos y siento que mis piernas son gelatina.

-¿Puedo tomar su orden? -me obligo a mirar la libreta y lápiz que hay en mis manos.

Unos silbidos comienzan a sonar por todo el lugar, ruedo los ojos, lo que me faltaba. El lugar se queda en completo silencio cuando una mano acomoda mi cabello.

-Odio verte despeinada, te lo he dicho miles de veces -la tóxica voz de mi hermana retumba en las paredes de mi cerebro.

Acomodo mis hombros y me aparto para que ella y su amiga puedan tomar lugar junto al tío de mis sueños.

Quisiera que un meteorito se estrellara justo en este momento aquí, así me evitaría la vergüenza de tener una hermana como Phoebe y en dejar de pensar que quiere estar con el chico que me gusta.

-Yo quiero un expreso doble -dice Martin, uno de los amigos de Adrien.

-Un té de menta. Gracias -pide cordialmente John el otro amigo de Adrien.

-Nosotras queremos un batido de fresa y unas tostadas...mejor solo los batidos -susurran algo entre ellas y yo trato de concentrarme en la libreta.

-¿Lindsey? -su voz despierta la alerta de «¡tu crush te está hablando!», para resumirlo, en mi cabeza se lanza la alerta Adrien.

Asiento como una tonta, y no sé porqué estúpidamente me quedo mirándolo como si fuese una paleta de helado.

-¿Qué? -me había quedado ensimismada con tanta belleza y esos ojos verde intenso, que no preste atención a lo que decía.

-Pedí una porción de churros con chocolate -¡yo amo los churros con chocolate!.

Sin decir otra palabra, camino rápido hacia la barra para evitar las miradas incómodas de los demás.

-Ten -le paso la lista a Ale y ella la sostiene pero solo me queda mirando-. Vale, ya podéis moverte, no hay nada nuevo que ver ni decir.

De hecho sí, era la primera vez que me dirigía a Adrien, bueno la segunda vez, la primera vez fue cuando tenía seis años, le envié una carta de amor, claro que no puse mi nombre pero de alguna forma ya había hablado con él...está bien, era la primera vez que hablaba directamente con el amor de mi vida, la verdad que había pensado que sería diferente, que solo estaríamos los dos a solas y él me confesaría que lleva enamorado de mi desde que me vio. Okay, eso sonó muy Lara Jean.

-Acabas de hablar por primera vez con Adrien Harris y ¿dices que no ocurrió nada? -ruedo los ojos, la vida era injusta e humillante, mi hermana tenía el poder de besar y estar con todos los tíos del insti y yo solo tenía el poder de espantarlos, o a lo mucho ser amigos.

Volteo disimuladamente mi rostro hacia la mesa doce y un nudo se forma en mi garganta, el brazo de Adrien está sobre los hombros de Phoebe mientras ella ríe fingidamente, ambas sabemos que su risa es como la de una urraca y no como la de el ronroneo de un gato, mis entrañas se retraen y las naúseas vienen a mí.

-¿Podrías decirle a Satanás que me dio diarréa? -Ale mira hacia la mesa doce y tuerce los labios.

-Yo te cubro -sonrío en agradecimiento, me quito el delantal y salgo del local.

No lo entiendo, ¿qué es lo que ve Adrien en mi hermana?, no es nada inteligente, repitió dos años consecutivos, no tiene ningún talento oculto, ¿será su físico?, porque si es así tengo la batalla perdida, no soy bonita, tengo más pecho que posaderas, parezco una manzana y digamos que mi ropa no es tan de señorita, vale, ningún punto para Lindsey, ¿tan poca autestima tengo?.

Busco la llave de la casa en mi bolsillo y no encuentro nada, ¡maldición!, esto no puede estar pasando. Mis padres trabajando, mi hermana tonteando con mi crush...¡genial!, nadie en casa.

Doy la vuelta a la casa por mi jardín y veo la ventana de mi habitación, lo he hecho antes, puedo hacerlo ahora, trepo por el árbol que hay al lado e intento coger el borde de mi ventana, miro hacia abajo, mala idea, es muy alto. Jolines, esto no me está pasando a mí, ya no tengo la agilidad de cuando era niña, maldita adolescencia. Vamos Lin...vamos Lin...vamos Lin.

-Jo...ooooooooooooooooooooooooo...

Auch, creo que me rompí algo, tal parece el sonido había sido tan escandaloso que el hijo de la señora Mclain había salido a hurtadillas para grabar mi humillación, este día no podía ser peor.

-Maldito mocoso -susurro para mí, solo espero que mañana sea mejor.

Una loca sin caféWhere stories live. Discover now