six

620 70 7
                                    





11 de mayo, 2019.


Quería matar a Jack cuando mamá me entregó una canasta llenísima de comida. Supuse que esto sería más que un paseo, prácticamente pasaría todo el día en ello. El real problema surgió cuando tuve que montar la sillita para bebés en el auto, estaba casi seguro que Finn ya no era un bebé, de todas maneras, mamá casi me asesina cuando le conté que yo simplemente llevaba a Finn en la parte trasera del auto.

Luego de unas clases express de Liz Hemmings de cómo posicionar a un niño en la sillita para bebés, nos fuimos al Jardín. Por suerte no había tráfico. Finn estaba más parlanchín que nunca, incluso me obligó a cantar algunas canciones que sonaban por la radio y que no tenía idea que conocía.

Llegamos al estúpido jardín y rápidamente visibilice a decenas de niños corriendo y me asqueé instantáneamente. Finn se arrancó de mis brazos y corrió en dirección a una niña y una anciana que jugaban en el antejardín del lugar. Me impresionó ver a una que otra pareja que lucía igual o más jóvenes que yo ¿En qué planeta alguien querría tener hijos a tan temprana edad? ¿No conocen las fiestas, la vida independiente, la universidad o los viajes?

La ancianita se presentó como Lilian, al parecer era la  abuela de la niña llamada Kiara que supuse que era la noviecita de Finn. El enano me incluía en sus conversaciones con la niña muy emocionado y sin darme cuenta me encontraba jugando con ellos solo para no desilusionar a Finn. Mi cara se cayó contra el césped cuando visibilice a la terrible castaña de siempre, supuse que esto pasaría pero mi mente tuvo esperanzas de que no fuera así.

La castaña junto a otras maestras dieron la noticia de que los buses habían llegado. Cogí nuestras cosas y tomé la mano de Finn. Me aseguré de esperar a la ancianita en todo momento e incluso le ofrecí cargar su canasta de comida, pero esta se negó. Finn no paraba de hablarme de sus amigos y de saludar a todo el mundo, lo odié por un momento porque todos esos saludos que él hacía me obligaban a mí a saludar también, pero bueno, cien dólares lo valen.

Hicimos una horrible fila para subir a los buses en orden. Estaba jodidamente cansado y muerto de sueño. Me vi reflejado en Finn cuando lo vi quejándose por quinta vez de que le dolían los pies. Llegamos al frente de la fila y estaba la odiosa castaña.

— ¡Finn! Me alegro tanto que pudieras venir cariño. — se puso a su altura y lo abrazó efusivamente. La castaña ya no vestía de ese horrible verde de maestra de jardín infantil, lucía un vestido veraniego bastante caliente que la hacía lucir un buen escote. Lo que tenía de atractiva lo tenía de odiosa. — ¿Cómo estás hoy? — preguntó recorriéndome con la mirada.

— ¡Bien! En serio quiero jugar con en los árboles, tía Emma. — habló el pequeño besando la mejilla de la loca.

La tal ''Emma'' se puso de pie y en una libreta comenzó a escribir Dios sabe que.

—Me alegro, cielo. Entonces... Finn acompañado de... disculpa ¿Tú nombre? —habló mirándome.

— ¡Mi tío! — gritó el pequeño.

Acomodé mi canasta en mi hombro y la asesine con la mirada.

—Luke Hemmings.

—Me alegro, que bueno que has llegado a tiempo, Luke.

kindergarten | luke hemmingsWhere stories live. Discover now