Capítulo 10: Prueba para entrenar

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—¡¿Pero qué demonios pretendías hacer, Sin?! —reclamó Jafar, furioso.

—Solo le daba la bienvenida a Arisha a su nueva habitación, Jafar —respondió Sinbad como si nada, envuelto por completo con los listones rojos.

—Sí, claro, como si no conociera lo zorro que eres —Jafar apretó más sus listones.

—Oigan, pueden dejar dormir a la gente decente, por favor —Masrur salió de su cuarto—. Son molestos.

La forma en que los vio, puso la piel de gallina a Jafar y a Sinbad. El joven de pelo platinado soltó a Sinbad para que así salieran huyendo de ahí antes de hacer enojar a Masrur.

Ari estaba acostada justo en la mitad de la cama, pero no podía dormir. Se sentía sola y más en esa habitación tan grande. Escuchaba las voces amortiguadas de Aladdin y Alibaba, percatándose que estaban en el piso de abajo, justo debajo de su habitación. Ari sonrió al tener una idea.

Alibaba abrió las cortinas de la ventana para que no estuviera muy oscura la habitación. Quedó con los ojos como platos y la boca abierta al ver a Ari de cabeza asomándose por la ventana.

—¡Hola! ¿Quieren venir a mi habitación? —invitó ella con una sonrisa.

—¡Sí! —respondió Aladdin, interesado.

Ari se balanceó para entrar a su antigua habitación, cayendo de pie.

Los tres llegaron a la habitación de Ari. Alibaba y Aladdin quedaron impresionados por lo lujosa que era. Aladdin no tardó nada en tirarse en la cama, Ari le agarró la muñeca de Alibaba, él sintió la calidez del tacto, pero no le dio tiempo para asimilarlo, porque ella lo arrojó a la cama, donde rebotó y luego ella se unió.

—Es tan suavecita —expresó Aladdin encantado.

—¡Y es que tienen que ver el clóset! Tiene un montón de ropa y zapatos —indicó Ari.

Entraron al clóset y Alibaba se puso rojo al ver la ropa que había ahí. Aladdin la observaba con mucha atención y se quedó con los ojos en blanco al ver un pedazo de tela.

—A esto me refería aquel día —señaló Aladdin estirando la tela—, con los gustos del tío Sinbad, Alibaba-kun

Alibaba se estaba atragantando, hasta que recibió un golpe en la cabeza por parte de Aladdin.

—No te estés imaginando nada indecente, Alibaba-kun —reprendió el pequeño.

—Eh, no, no, no, no, para nada —sonrió Alibaba, nervioso—. ¿Te pondrás esta ropa?

—¡Claro que no! Se me verá hasta el pensamiento —respondió Ari, avergonzada y arrepentida por mostrarles el clóset.

El joven rubio no tardó en reírse, no podía negar que Ari se veía muy linda así.

—Qué linda —soltó sin pensarlo, ganándose la atención de Aladdin e incluso una mirada sugerente por parte del Magi.

Después de un rato examinando la ropa y zapatos que incluso Aladdin se probó algunos, pero le resultaron muy incómodos; el cansancio se vio reflejado en los chicos. Aladdin soltó un bostezo.

—Ari-san, ya es hora de irnos a dormir. Gracias por invitarnos a ver tu habitación, es fantástica.

—Sin duda es de las mejores que tiene el palacio —reconoció Alibaba, luego se estiró—. Fue un día agotador.

—Sí... —Ari bajó la mirada—. Eh, ¿Por qué no se quedan a dormir aquí? Como ven, la cama es todavía más grande que la del cuarto de abajo.

Magi: The New Magic AdventureWhere stories live. Discover now