Capítulo 13.

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Aquel hombre Francés, amigo del señor Park y hombre cercano a la familia, volvió a pisar la mansión después de algunas semanas con el mismo propósito por el cual la visitó aquella vez; llevarse a su amigo por unas semanas a su país de origen. El viaje se adelantó antes de que las vacaciones comiencen a abrirse paso, puesto que se vio muy ansioso con la simple noticia de que al fin podría llevarlo. Fue difícil, en un principio, hacer que el señor Park siquiera dijera una palabra al respecto. Pero ahora era diferente, no podía contra la insistencia de Eric.

Esperó volver a ver a Yeosang una vez más antes de partir, pero éste se mantuvo al tanto de aquella visita, y decidió no aparecerse en su camino hasta estar seguro de que se encuentre a miles de kilómetros de Corea. Hasta entonces, Hwa se encargó de despedirse de ambos, ansioso por que su padre se vaya de una vez por todas. Supo que durante esas vacaciones, él sería el encargado de la mansión y de él dependía que ésta se mantenga de pie. Sin embargo, en lo único en que podía pensar Seonghwa es en qué hacer durante esos casi dos meses en los que quedaría a solas con Yeosang. Quería disfrutar y salir a todas partes. Sólo quería relajarse, pero de sólo pensarlo, se volvía cada vez más ansioso.

Era un viernes por la noche; ambos planearon perder el tiempo hasta que el sol vuelva a salir, pero no planearon nada en específico. Tan sólo yacían acostados en el frío piso marrón, tomando sorbos de vez en cuando de sus leches chocolatadas.

—A este paso nos ganará el sueño más rápido de lo que canta un gallo—bufó Hwa, sintiéndose inútil por no tener una mejor idea.

El castaño lo observó por unos segundos cuando oyó su voz. De hecho, era el único que tenía la mente en otro lado. Una idea muy casual se le pasó por la mente hasta tal punto de no poder dejar de pensar en ella. Tenía curiosidad, pero no supo si Hwa se sentiría cómodo hablando de eso. Incluso si han pasado años, hay cosas del pasado que son difíciles de remover. Él entendía ese tipo de cosas.

Pero aún así

—Hyung, me estaba preguntando si tienes...álbumes familiares—soltó finalmente.

Algo saltó en el pecho del mayor. Supo de inmediato que Yeosang sentía curiosidad de cómo era ella. Aunque, a decir verdad, no se sintió incómodo, ni mucho menos triste, como otras veces. Ha pasado un tiempo desde la última vez que se puso a ver fotografías de su madre.

Le pidió que lo esperara en la habitación mientras hurgaba entre los libros de su padre. Encontró un gran álbum celeste, desgastado y viejo a causa de los años que estuvo entre otros antiguos libros de ciencia. Abrazándolo en su pecho, se acercó a Yeosang con una gran sonrisa en su rostro. No pudo evitarlo luego de ver la misma sonrisa en el rostro del contrario. Es la primera vez que comparte ese tipo de cosas con un amigo, y hacerlo se sentía realmente confortable.

—Si te ríes de mis fotos viejas dejaremos de verlo—lo amenazó antes de abrirlo.

—No voy a reírme.

En la primera página se encontró con una gran foto de Hwa de bebé. Estaba llorando en ésta, y Yeosang no pudo evitar soltar una carcajada tapando su boca con la mano al verla.

—¡Hey! No se vale—se quejó el mayor, volviendo a cerrar el álbum.

—¡Lo siento! Es que—rió—Te ves muy lindo. ¡Eras tan tierno!—lo elogió, haciendo que Hwa se sintiera cohibido.

Volvió a abrir el álbum. Así pasaron los minutos, riendo y sintiendo sus corazones llenos de ternura al ver aquellas viejas fotos. Hwa le contó largas y cortas historias a través de cada foto. Había muchas que no recordaba haber vivido, pero que su madre alguna vez le contó el porqué de esa fotografía. Yeosang quedó fascinado con la belleza de esa mujer. Tenía un parecido impresionante a su hijo. Entonces supo de quién heredó esa sonrisa. Con sólo verla, pudo adivinar que fue una madre bondadosa y dulce con Seonghwa. Eso lo puso feliz.

Cuando llegaron a la mitad del grueso álbum, las siguientes páginas yacían en blanco. Aunque, había una cuadrícula vacía con la palabra "playa" en ella.

—¿Falta una foto aquí?—inquirió.

—En realidad...—su sonrisa se hizo más pequeña de a poco—Mi madre planeaba tomarse una foto en la playa. Me lo dijo un mes antes de las vacaciones, pero no llegamos a ir. Murió antes de que eso sucediera. A veces le gustaba planear qué tipo de fotos nos tomaríamos para llenar este álbum.

—Oh—murmuró Yeosang, sin despegar sus ojos de aquella parte vacía.

Entonces un pequeño sollozo lo alertó. Al ver hacia su dirección, los ojos de Hwa se llenaron de lágrimas que pronto cayeron por su rostro. Ni siquiera lo dudó. Lo atrapó en un fuerte abrazo que hizo que el corazón de Hwa doliera aún más. No tuvo fuerzas para sentir otra cosa. La tristeza volvió adonde siempre. Pensó haber dejado eso atrás, pero la extrañaba. La extrañaba demasiado. Era realmente doloroso para él saber que no había ninguna oportunidad de volver a verla. Ella se fue para no volver. ¿Cómo la gente puede lidiar con eso?

—Sé que duele, hyung, y no está mal sentirse de ese modo, lo sabes, ¿no?—le murmuró—. Duele, pero ya no estás solo—cerró sus ojos, escondiéndose en su hombro—. Estoy aquí, contigo. Siempre estaré aquí.

Sus palabras perduraron en la mente de Hwa por algún tiempo más, mientras sentía que algo dentro de él se movía con gran velocidad. Muy pronto sintió el calor del cuerpo de Yeosang en el suyo. Ya no sentía ganas de llorar, pero deseó permanecer en sus brazos por siempre. La única razón por la que Yeosang reaccionó de esa manera es porque entendía ese sentimiento, también experimentó ese vacío de no tener a alguien especial en sus vidas. Ambos estaban solos en este mundo. Yeosang podía sentirse reflejado en el mayor perfectamente.

Esa noche durmieron abrazados. Su plan de permanecer despiertos se esfumó finalmente. Al día siguiente, Yeosang le avisó que debía mandarle algunas cosas a su abuela, así que permanecería fuera de la mansión por algunas horas. Aún así, para asegurarse de que estaría todo bien, Hwa le dio un teléfono inalámbrico para que puedan ponerse el contacto en caso de que Yeosang cambiara de opinión, o alguna otra cosa.

No volvió el día siguiente a ese. La mansión se sentía vacía sin su presencia incluso si Hwa buscaba la forma de distraerse. Cuando la pintura le aburrió, recordó que se llevó un teléfono consigo, así que decidió llamarlo para saber cómo se encontraban las cosas. Luego del cuarto sonido, descolgó la llamada.

—¡Yeosang! Hola. Quería saber si todo está en orden—expresó sonriente.

Hwa-hyung, qué bueno que llamaras—tartamudeó. Su voz sonaba más delgada de lo normal—. Estoy bi...—dejó de hablar de repente. Se oyeron algunos jadeos ahogados de fondo que sorprendieron a Seonghwa. Por un momento, sintió cómo su cuerpo entero se paralizó en su lugar. Algo estaba sucediendo.

¿Eres el amigo de Yeosang, cierto? Estamos en algo muy importante en este momento. Te llamará cuando haya acabado—habló una voz totalmente diferente a través del teléfono.

D-devuélvemelo...¡Ah!—se escuchó de fondo. 

Con el corazón en la boca, Hwa colgó la llamada, llevándose en teléfono al pecho para calmar sus alocados latidos. Su rostro palideció al oír lo último. Supo entonces de qué se trataba, y fue difícil de procesar.


1990. [SeongSang AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora