Capítulo 6.

828 143 22
                                    

Cinco días pasaron desde la última vez en que vi salir por la ventana de mi habitación a Yeosang. Con cada segundo que pasaba mis esperanzas de volver a verlo se iban esfumando de a poco. Tal vez nunca volvería, y sólo dijo aquello simplemente para dejarme tranquilo. Aunque, no sé por qué lo haría, incluso si no le importara quedarse aquí. No le di motivos para hacerme esperar por una respuesta suya que él sabía que jamás llegaría. San creía lo mismo que yo, que dejara de pensar tanto en el asunto, pero también no podía evitar sentir algo de miedo. No tener señales tampoco me asegura que Yeosang se encuentre sano y salvo en casa. Nada podía asegurarme nada hasta que yo mismo lo vea con mis propios ojos.
Estos días Choi San ha sido el único que estuvo presente para mí, pudimos pasar más tiempo hablando y conociéndonos, o al menos, yo a él. Pude notar que San siempre se ha preocupado por mí, a pesar de no considerarlo mi amigo. Creí en la idea de que tal vez merecía mi atención, pero San es un chico tan extrovertido, lleno de chistes y con una expresión alegre casi la mayoría del tiempo, sería mucha emoción para mi forma de ser. Yo no podía ser como San.

—Tengo que ir por él—murmuré en un impulso de mis pensamientos.

—¿Por quién?—quiso saber San desde su hamaca.

Negué con la cabeza. Yeosang me ha dicho que le de tiempo, pero ya no podía seguir esperando, cada segundo era aún más agonizante que el otro sin saber absolutamente nada. Mi padre se mantuvo silencioso los últimos días, no tenía la certeza de si ha cometido lo que me mencionó anteriormente, cuando sucedió lo del accidente con esos tipos. De sólo pensarlo se me hace la piel de gallina, no quiero que ese pobre chico sufra a causa mía, mucho menos en manos del desgraciado de mi padre. Mis pensamientos me provocaron más suspiros de lo que podría desear, todo se volvió tan jodidamente fastidioso, tan sólo quería volver a hace cinco días para poder pedirle a Yeosang que no salgamos en la noche; de ser así ahora lo tendría conmigo.

—Me temo que estás volviéndote loco—habló después de unos minutos—. Si quieres ver a ese chico, lo mejor sería esperar. No puedes salir a buscarlo, ni siquiera sabes en dónde vive.

—No dije que quiero verlo—respondí sin mirarlo.

Sin siquiera ver, ya pude sentir su sonrisa puesta en mí, una sonrisa cómplice de mis más profundos pensamientos. Temía que San pudiera leer mi mente.

—Lo haces—dijo burlón. Yo sólo podía sentir a mi rostro arder por su atrevimiento—. Quisiera conocerlo. ¿Qué tal si cuando viene me lo presentas?

—Sigue soñando—respondí de inmediato sin siquiera pensarlo, con total seriedad. Haber soltado aquello provocó que mi enrojecimiento aumentara, pero no sentía vergüenza, más bien molestia. ¿Se nota mucho que no tengo un muy buen trato para las demás personas?

—Eres malo, Seonghwa—frunció el ceño, fingiendo molestia—, no intento robarte al niño. Ni tú eres Basil ni yo soy Henry que intenta robarte a tu Dorian Gray, ¿de acuerdo?

Reí al entender a lo que se refería. No me molestaría que ambos se conocieran, en lo absoluto, sólo que no quiero que se relacionen personas que yo conozco, eso es todo. Yeosang y San no son la excepción.

No volví a decir otra palabra, sólo esperé a que los minutos pasaran para que él pudiese volver a su hogar. En lo que pude descansar en el silencio de mi habitación, fui interrumpido por el molesto sonido de mi puerta tocando. Por un momento tuve las esperanzas de que se tratase de aquel chico de cabellos color miel. Mis entusiasmo decayó al ver que se trataba de otra persona. Alguien a quien no había visto desde hace semanas. Ella desapareció del panorama desde mucho antes de que yo dejara de asistir a la escuela, ni siquiera se ha preocupado por saber mis motivos, y ni siquiera se enteró de mi accidente. Realmente no me habría gustado que se preocupara, pero dudo que lo haga en caso de que lo supiera luego.

No pude recibirla del todo ya que ya se encontraba sobre mis labios. Intenté separarla, no entendía su actitud de como si nada hubiese pasado.

—¿Qué sucede contigo?—expresé molesto, alejándola de mí.

Soyeon ha sido mi novia desde hace más de un año, nos conocimos en una clase de química de la escuela a la que asistía. Yo nunca pude hacer amigos. Cualquiera que se me acercara yo terminaba por alejar, pues no era bueno intentando encajar en sus conversaciones de adolescentes promedio. Ella ha sido la única que nunca se me quitó de encima, por lo que terminó convenciéndome en conocerla, y así fue como con facilidad terminé queriéndola. Mi padre siempre pensó que le daría buenos nietos y unos muy obedientes, hasta incluso aseguró que no querría a otra persona para mí que no fuera ella. Fue bueno en un principio creer que alguien le agradaba a mi padre, pero desde que comenzó a dejar de visitarme di por muerta a nuestra relación. No obstante, no estuve listo de decírselo a mi padre, temía por su reacción, es por eso que inventé miles de excusas del por qué ella ya no venía a casa. Soyeon es igual a mí en cuanto a demostrar nulo afecto, pero cuando intenté demostrarle ese llamado "amor", ella simplemente me daba palmaditas en la espalda. Nunca tuve el placer de abrazarla, besarla era un milagro. Tal vez ella no era para mí.

—¿Qué haces?

—¿"Qué haces" me preguntas? Qué es lo que haces tú, que vienes a besarme como si nada.

—Pero, somos novios, ¿o no es así?

Pude notar hipocresía en su tono de voz. Era tan molesto.

—No cuentes conmigo como un "novio", Soyeon.—hablé luego de unos segundos. Finalmente era oficial.

Su silencio fue ensordecedor, tan desesperante. Simplemente se quedó al frente mío, mirándome sin ninguna expresión en su rostro. Fueron como eternos segundos que jamás acababan, pero cuando estuve a punto se hablar de nuevo, ella dio media vuelta y se fue sin decir nada. Fue extraño, me esperé hasta una paliza, pero no hizo otra cosa que ignorarme e irse de mi habitación. Había posibilidades de que queme la casa a unos centímetros de la salida, pero sería exagerado. A lo mejor estaba esperando esa notícia de mi parte.

Me asomé a mi balcón para observar que se haya ido sin intentar ningún acto homicida, y así fue. Por fin pude soltar el aire que llevaba dentro desde que la vi entrar por la puerta. Me sentía libre, aliviado al fin. Al girarme, noté algo extraño en el ventanal, un pequeño papel pegado en él. No lo había visto antes, puesto que las grandes cortinas blancas cubrían el vidrio, y casi no he salido a despejarme desde hace días. No tardé en tomarla, tenía una nota escrita en ella, con una letra tan pequeña y poco visible. Me dejé caer en la cama al terminar de leer lo que contenía, "Ven a verme en la calle ***. Me encuentro todos los días a las 8pm, te espero. Atentamente: Yeosang." Me maldije a mí mismo reiteradas veces por no haberlo encontrado antes, soy un verdadero idiota. Pero por otro lado, mis esperanzas de volver a verlo renacieron de mí.  Ahora tenía algo en mente, buscar a Yeosang.



















________

Es mi turno de disculparme por haber dejado de lado este fic, pero decidí volver a él porque quisiera seguirlo y no dejarlo como he hecho en muchas ocasiones. Perdón por la demora :( espero todo vaya bien.

1990. [SeongSang AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora