Capítulo 1: Miedos

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Nuevamente me encuentro sentado en mi patio, sin poder dormir. Estoy harto del miedo y éste no deja de atacarme. Parece que no quedará contento hasta que sufra un ataque de pánico.

Es curioso que en este mismo momento le tengo miedo al miedo. ¿Tan cobarde soy?

Las lámparas me ayudan a no sentirme perdido en la oscuridad. La luna también está aquí, pero se encuentra lo suficientemente lejos como para apenas alcanzar a divisar solo una pequeña parte de ella. Ya intenté operaciones matemáticas. Ya resolví los metros cuadrados de mi patio. Calculé el peso de un gato callejero. Ya hice todo lo que dicen que puede ayudarme, y sin embargo sigo temblando, pero no de frío.

- ¿No crees que es muy noche para estar solo afuera? Son las 2:am. ¿Los dieciséis no es una edad muy joven para sufrir de insomnio?

Pegué un salto desde mi lugar, pero me tranquilicé cuando pude reconocer esa voz. Era mi abuelo.

- Pero no lo es para sufrir de miedo- contesté en un suspiro, mirando a la luna.

- Nam, al menos debiste salir abrigado. Está haciendo mucho viento y no está el Sol para calentar el ambiente.- camina hasta estar frente de mí- Mírate, estás temblando – Me ofrece una manta pequeña y una taza de té.

- Abuelo, lo que más quisiera, es temblar de frío.

Sentía el calor que aquella taza transmitía. Lo que menos quería era encontrarme cómodo y llegar a ser presa del sueño. Yo quiero el frío, porque este me despierta y tal vez puede alejarme de la pesadilla que estoy sintiendo.

- Tan terco y orgulloso como siempre- contestó desde su asiento, a un lado de la puerta- Eres como tu abuela, ¿sabes? Tal vez por eso no se llevaban bien. – Dio un sorbo al té- No importaba qué tan aterrada o desesperada estuviera, jamás pediría ayuda. Y aquí estás tú, buscando a la luna para no sentirte solo mientras cuentas las estrellas. - Suspiró- en momentos como estos es que agradezco que yo sí sufro insomnio y puedo ayudarte cuando no te encuentras bien.

- Estoy bien, por favor, no menciones a la abuela. Ella ya no está aquí y no me quiero perturbar con su recuerdo.

- Y ahí vas con tu lado orgulloso, como si sentirse mal fuera un delito. ¿Por qué no vienes y te sientas a mi lado? Cuando envejezcas, te darán calambres por todo el tiempo que solo te mantuviste de pie. Además, yo también quiero ver la luna.

Sin más remedio, suspiré y di la vuelta hasta estar a un lado de él. Tal vez también se sentía solo.

- Algún día tendrás que perdonar a tu abuela. Sé que no fue el mejor ejemplo, ni la más controlada, ni la más cariñosa.

- Ni la más sensible. Ni la más humana. Ni la más abuela. Ni-

- Ya fue mucho. No fue nada de esas cosas, pero sí fue ella misma. Cometió muchos errores, por eso tú no cometas el error de no perdonarla. No quiero ver que sufres por una persona que tanto amé. - contestó, mirando su reflejo en aquél té.

- Lo siento. Lo dices como si fuera algo fácil. - Contesté, por fin dando un sorbo a aquél líquido caliente. Té de manzanilla con hierbabuena... mi favorito.

- Ella era tan humana como lo somos tú y yo. – Aclaró - así que si algo no puedes echarle en cara, fue eso. Pero no vine aquí a hablar de ella y tratar de que la perdones, eso depende de ti. – dejó su taza humeante a un lado, y me miró- ¿Está pasando de nuevo?

Hizo aquella pregunta de manera sencilla, y sin embargo, solo eso bastó para traerme de vuelta al presente y volver a sentir aquello de lo que tanto quería distraerme. Mi garganta se cerró y mis manos comenzaron a moverse solas, compulsivamente. Sentí de nuevo el ruidoso silencio.

- Al parecer, sí volvió a suceder – y entonces, tomó mi mano, dando pequeños golpecitos con su palma.

Quiero llorar, lo quiero con cada parte de mi ser. Pero eso es como pedirle a un mudo que hable. Simplemente no puedo y me sigo quedando acorralado en mi círculo vicioso de impotencia.

- Odio la noche – contesté con todo mi esfuerzo.

- No odias a la noche, pero sí al miedo. Yo también llegué a sentirme así, cuando era joven. Era desesperante querer que alguien estuviera conmigo, mientras todos yacían dormidos. Y me lamento no haber comprendido esto antes y haber dormido como el bebé que era. Ahora necesito pastillas para provocar lo que odiaba- soltó mis manos y puso las suyas sobre mi hombro- Así que no digas que odias a la noche, porque esa repulsión es para el miedo.

- ¿Qué te puede asegurar eso? Puedo estar muriendo en este mismo instante y aún así, nadie podrá socorrerme. Todos simplemente están durmiendo. Solo estoy yo, no hay luz que haga retroceder a mis demonios. Solo estoy yo, con los ojos abiertos, pero no más despierto que todos. Simplemente sufriendo solo. - Él suspiró, y volvió a tomar mi mano entre las suyas. Había vuelto a hacerme daño.

- Lo bueno es que me tienes respeto al hablarme de "tú"- comenzó a reír- Estás tan vivo que lo sientes todo con más fuerza de la que llega. – miró a mis ojos- si estuvieras solo, yo no estaría aquí. – abrazándome, dijo - Tranquilo, puedes llorar.

Y como si eso hubiese sido una llave mágica, lágrimas salieron de mis ojos. Estoy cansado, realmente cansado de sufrir por miedos que para lo único que sirven es para atormentarme y hacerme vulnerable. Estoy cansado de siempre luchar con ello y que cada noche, el maldito miedo vuelva. Me hartó que mi cuerpo deje de ser mío y tiemble o tenga convulsiones de pequeña a mayor escala.

Simplemente estoy cansado.

- ¿Sabes por qué sé que no odias la noche? - Dirigí mi vista a él, prestando atención.- Porque amas la luna. Es como si tú y ella tuvieran un idioma especial. Aún si yo no hubiese salido a aquí afuera, ella te habría mandado susurros de aliento a través del viento. Ella es como el Sol, pero uno especial para aquellas personas que se la pasan buscando respuestas y para los que tienen miedo. Así que no digas que odias este momento del conticinio, porque es cuando te miro brillar, Moonchild.






Conticinio: la hora de la noche en que todo está en silencio.

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          Muchos le temen al tiempo en el que está la tormenta. Yo le temo a la calma que se posiciona antes de esta. Nadie está alerta, y es en ese momento que ella arrasa con todo.


Moonchild [NamJin]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum