CAPÍTULO 7. El mensaje

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Yamato se quedó sin habla, con los ojos sumergidos y las pupilas contraídas por el asombro; no sabía qué hacer frente a la imagen irreconocible de su amigo, pálido de tanto llorar y con la cabellera alborotada de tanto frotar sus manos una y otra vez contra ella. Yamato bajó la cabeza y desvió la mirada apenado, la fuerza con la que había agarrado al peliplata desapareció y le soltó de los hombros. Parecía que las paredes de la habitación le apretujaban el cuerpo, ya no sentía frío y una oscuridad aún más profunda que la que existía ahí se sumergía en él.

-Sakumo...san...-dijo en voz baja apartándose del cuerpo arrumbado de Kakashi. Miró a su lado izquierdo y vio un montón de botes de medicamentos tirados y unas cuantas pastillas regadas en el suelo, cerró los ojos y tragó saliva por lo seca que se había puesto su garganta; lo supo enseguida, no hizo falta que le preguntara a su amigo lo que había pasado. Miró al techo, como si arriba fuera a encontrar al despejado cielo con quien hablar, pero aquello estaba tan oscuro que de repente sentía que estaba solo porque era incapaz de visualizar bien a Kakashi. Las lágrimas comenzaron a salir, incontrolables corrían a través de sus mejillas hasta gotear en el suelo. Se quitó la mochila y la dejó a un lado y se sentó a un lado del peliplata, con una pierna doblada hacia su pecho y viendo únicamente arriba con los ojos cerrados, con un nudo en la garganta que le provocaba un dolor inmenso y que era incapaz de quitarse. No tardó mucho en escuchar los lamentos de Kakashi, quien apretujaba los dientes de tanta rabía, dolor e impotencia al mismo tiempo, con un berreo que no podía pararse en una sola noche.

Ahí se quedaron hasta que ya no les quedó fuerza, hasta que los ojos se les hincharon de tanto frotar sus brazos en ellos para detener el llanto. Kakashi se quedó dormido en el suelo, derribado por la fatiga y el cansancio de su pena, Yamato en cambio estaba ahí, acompañándolo, no se durmió hasta que su amigo cayó, cuando un primer rayo de sol de la mañana se coló por una de las ventanas. Miró a Kakashi de reojo, con la vista nublada y los ojos casi totalmente cerrados, que le permanecían abiertos nada más por pura amistad, y hasta que no vio a su amigo dormido, éste recargó su cabeza contra la pared donde estaba sentado y finalmente pudo cerrar los ojos.

Pasaron algunas horas, cuando Yamato volvió a abrir los ojos, con la vista cansada pudo percibir una silueta humana parada enfrente suyo, se talló con las manos para enfocar y parpadeó varias veces hasta que finalmente pudo ver de quién se trataba, era Minato, el profesor de Ciencias Naturales. Minato vio que su nuevo y recién alumno se despertaba y se puso de cuclillas para estar a su nivel.

-Gracias por cuidar de él -le dijo el profesor con una pequeña sonrisa y luego dirigió su mirada a Kakashi quien seguía dormido. Yamato desvió la mirada.

Minato se volvió a poner de pie- las personas que atendieron a su padre han llamado a la escuela a primera hora, mencionaron que desapareció cuando le dijeron que Sakumo había muerto.

Yamato no dijo nada. Minato le extendió una mano para ayudarlo a levantarse- me alegra que tenga un buen amigo como tú -hizo una pausa para que Yamato se enderezara bien y poder verlo a los ojos- ve a casa a tomar un descanso, yo me encargo de él ahora -dijo tomándole de un hombro.

Yamato asintió con la cabeza y empezó a caminar para salir de la casa, pero cuando llegó al marco de la puerta se detuvo unos segundos y miró de reojo a Kakashi. Minato se percató de ello y le informó que por la noche velarian el cuerpo de su padre. Yamato se marchó, las ojeras le pesaban más que el camino a casa, obviamente no iría a la escuela porque estaba agotado e ir sería un acto en vano porque no pondría atención a nada con tal abatimiento. El sol del día le comenzó a molestar la vista que ya se había acostumbrado a lo oscuro y la mente le empezó a dar vueltas. Se puso a pensar en la casualidad de que el día anterior Kakashi mencionó a su padre, en la casualidad de que Kakashi no regresó a su casa por el despecho de la otra casualidad de haber visto a Kurimi e Iruka juntos, y en la casualidad de que Sakumo hubiera decidido suicidarse aquella noche en que casualmente Kakashi no estaba.

Two boysWhere stories live. Discover now