PRÓLOGO.

1.8K 151 7
                                    

Unos pasos se detienen justo en el exterior. Posa su mano sobre el pomo de la puerta y haciéndolo girar con delicadeza, provoca el chirriar de la puerta que cede ante su impulso, abriéndola hacia la habitación. Se hace pasar a sí mismo ante la inexistente invitación por mi parte. Antes de siquiera cerrar la puerta, se detiene por un momento, estirando su cuello, haciéndolo girar, consiguiendo que cruja. Decoaptación muscular para ser más exactos. Aunque dado que él mismo se lo ha provocado con un movimiento voluntario, se trata más de una debilidad ligamentosa de la articulación o hipotonía muscular. Aburrido y predecible en todo caso.

―¿Puedo? ―pregunta.

Abro mis ojos sin prisa alguna, observando por primera vez en meses la silueta de unos de los mayores criminales de los últimos tiempos. Se refiere al piano que está situado justo delante de la ventana, dentro de esta habitación. No quepo en mí mismo del asombro.

―Adelante, sorpréndeme ―pido con cierta curiosidad.

Haciendo gala de sus conocidos gestos teatrales, no duda en poner mayor énfasis en cada uno de ellos y dirigirse con prepotencia hasta la banqueta para amoldar sus hombros en cuanto se sienta y por consecuente, tocar una melodía más que conocida para mí.

―Claro de Luna. Beethoven ―deduzco, aburrido―. Supongo que no has venido hasta aquí solo para deleitarme con una buena pieza de música.

―No te equivocas, querido Grey. ―Prosigue, tocando con los ojos cerrados y con una sonrisa en su rostro que denotan su poca cordura―. Vengo a hablarte de ella.

―Habla pues.

―Hombre de pocas palabras. Siempre has sido de esos. ―Ríe con más ganas aún, mientras mueve la cabeza al compás de la melodía―. Antes de empezar, te advierto que si intentas algo, mis hombres te aniquilarán. ¡Están por todas partes!

Como siempre ha sido y siempre será, no puede evitar cambiar su voz de una forma más que patética, dejando entrever al maníaco dentro de su múltiple personalidad. Me acomodo aún más en el sillón, estirando mi cuello para dejar mi rostro firme y totalmente serio. Un sonido sale directo de mi garganta, para darle a entender mi respuesta.

―Supongo que ya te habrá contado que no voy tras ella porque se saliese con la suya y me robase esa maldita tarjeta en Silvery River, destruyéndola por completo.

―Algo he oído.

―Así que recuerda finalmente. ―Vuelve a sonreír, con una expresión más macabra que nunca―. Estupendo.

―A su pesar, sí.

―Y sabrás que no puedo quedarme de brazos cruzados. No mientras ella viva y sepa todo lo referente a mi persona.

Trato de no participar en su juego, de no dejarle ver que me molesta todo este tema referente a Allison. Ya es suficiente con el intento que hago por no acabar ahí mismo con el asesino de mi madre. Sigo mirando hacia el sillón que se encuentra delante de mí, desviando por completo la mirada de su cuerpo. Descubro, gracias a mi capacidad de observación, que uno de sus hombres está tras la ventana, escondido casi a la perfección arriba en el tejado, con una visión perfecta de mí tras su rifle, tan propio de un francotirador.

―Acabaré con ella.

―Porencima de mi cadáver.

Alibi(Silvery River #3) DISPONIBLE EN AMAZONOù les histoires vivent. Découvrez maintenant