Capítulo 3: Respiración

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𝑪𝑨𝑻𝑯𝑳𝑬𝑬𝑵 𝑪𝑨𝑹𝑫𝑾𝑬𝑳𝑳

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𝑪𝑨𝑻𝑯𝑳𝑬𝑬𝑵 𝑪𝑨𝑹𝑫𝑾𝑬𝑳𝑳

Mis piernas no resistían más, quería descansar por un momento, aunque sea un par de minutos, pero el señor Adamson me advirtió con rectitud, que si dejaba de correr me bajaría puntos en su curso y sería capaz de conversar con los otros profesores para que lo hagan también. Aproveché el viento frío para que me refrescara el cuerpo y el rostro, sin embargo, aun así, mis piernas me dolían e incluso podía sentir que un calambre se aproximaba.

Nunca he tenido buena resistencia física, siempre he sufrido al momento de ejercitarme, mis piernas son débiles al igual que mis brazos. Soy todo lo contrario a lo que era mi hermana, ella participó en muchas competencias de gimnasia y maratón, aún guardo sus medallas de oro en mi habitación, y a veces verlas, me hacen dar cuenta que a su lado siempre fui débil.

—¡Cardwell! —gritó Adamson, después tocó su silbato—Sigue corriendo, no te detengas.

Me agarré el pecho, comencé a hiperventilar.

Recobré el aliento, y seguí con la maratón que injustamente nos obligó hacer el profesor. Ayer llamaron a nuestros padres, porque la directora creyó que Arthur y yo habíamos iniciado la pelea. Linares trató de ayudarnos, pero Frankie lo amenazó con despedirlo. Es más claro que el agua, que James había sobornado con dinero a Frankie, esa señora verdaderamente es mala, injusta y ambiciosa.

Ahora entiendo cuando dicen que el dinero es poder.

—¡Weasley! —le gritó al ruloso, quien se había sentado en las gradas—¡Levántate y sigue corriendo, que aun te quedan cinco vueltas!

Mi papá nunca contestó la llamada de la directora y los padres de Weasley tampoco fueron a solucionar los problemas que supuestamente ocasionó. Por lo tanto, Frankie nos castigó, poniéndonos a correr veinte vueltas a toda la cancha de futbol.

—Profesor, por favor, quiero descansar—pedí—

—Cardwell, te quedan dos vueltas. —se acomodó, parándose con las piernas abiertas y entrelazando sus brazos—¡Eh Weasley, te dije que no te detengas, levántate y obedece!

Yo estaba realmente agotada, pero me faltaban solo dos vueltas para terminar y por fin descansar. Me acomodé la cola de caballo, y me preparé para comenzar a correr de nuevo. Antes de emprender la maratón, me agaché para amarrar mis agujetas, las cuales estaban sueltas, y antes de alzar la vista, pude observar las zapatillas de Weasley estacionarse a lado mío. Al levantarme, claramente estaba el ruloso a mi lado, observándome juguetón. Alcé la ceja, adivinando el porqué se me acercó, después de haberme ignorado todo el día. Incluso pensé que estaba enojado conmigo, por haberme entrometido en la pelea de ayer.

—¿Corremos? —me preguntó—

—Empieza tú, y te seguiré—contesté—

—El castigo es de los dos—encogió sus hombros—¿Lista, Cardwell?

Sunsetz ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora