II. Fuerza gravitacional

2.6K 397 51
                                    

I'm so into you, I can barely breathe
And all I wanna do is to fall in deep
But close ain't close enough 'til we cross the line
So name a game to play, and I'll roll the dice, hey

Into You, Ariana Grande

Entreno contigo demasiado tiempo.

Tengo grabados en mi retina y en mi cerebro todos tus movimientos y de todos modos te las arreglas para sorprenderme. Llevo desde que terminó nuestro primer año en UA dándome cuenta de que no puedo seguirte el paso sin hacer un esfuerzo inhumano. Y de todos modos lo hago.

No sería yo si no me empujo hasta el límite, supongo.

(La terapeuta dice que eso no es sano, pero yo le respondí que voy a ser el número uno con mi propio poder y de ahí no hemos salido).

Hemos copiado movimientos del otro. All-Might dice que nos complementamos.

Te gano casi las mismas veces que me ganas tú. Hay cierta clase de equilibrio ahí, eso puedo apreciarlo.

No deja de doler que acabes encima de mí, evitando que me mueva con casi todo tu peso y con mis manos atrapadas con las tuyas, para que no pueda liberarme usando el sudor que todavía me queda. Siempre arde un poco. Es mi orgullo, ya lo sé. No tienes nada que ver con esa parte de mí.

Pero duele un poco menos cuando después de que musito «ganaste», dándote el triunfo, te inclinas y buscas mis labios.

Mi orgullo se siente mejor de ver tus pecas tan cerca.

Es un poco patético, pero no lo cuestiono, porque me besas.

Carajo. Carajo.

Ni me atrevo a pensar que me conformo con poco porque en tus pecas se esconde el universo entero y en tus labios está todo el oxígeno del mundo mientras me besas. Ojalá algún día te dijera todo eso, pero por lo mientras se puede quedar en mi cabeza. Aquí está bien.

Te inclinas y me besas y yo me quedó ahí, en el piso de Ground Beta. Estamos cubiertos de mugre, pero nada importa porque me estás besando.

Se me borra toda la mente y tengo la tentación de preguntarte si a ti te pasa lo mismo. Pero no me atrevo.

Tus manos no sueltan a las mías.

Chingada madre, Izuku. Quiero tocarte y no me quedas. Tus manos aprisionan las mías y dejo que lo hagas porque eres tú y últimamente soy incapaz de negarte hasta lo más nimio. Es estúpido. Pero lo entiendo.

Es mi corazón que todavía no acaba de pedirte disculpas y siento que nunca va a acabar de hacerlo. Chingado.

Si alguien me hubiera detenido tantos años atrás no estaría cargando tantos remordimientos pendejos, pero ya ves. Nadie lo hizo. Casi todos los adultos a nuestro alrededor ignoraron que yo te martirizara todo el tiempo y hoy, en perspectiva, los odio un poco por eso.

De mis labios pasas a mi cuello y muerdes. Nunca te importa que los chupetones se me vean con el traje de verano puesto.

La verdad, a mí tampoco me importa.

Pero tus labios se alejan de mi piel y yo reprimo un quejido porque no estoy para esos patetismos. O sí, quien sabe. Sólo no quiero oírme. No quiero constatar mi desesperación cuando se trata de ti.

—Izuku...

Entre mis palabras hay una súplica escondida.

Sé que puedes oírla, Izuku, carajo, porque tus ojos se iluminan más y casi me dejan ciego. Tienes, entonces, el descaro de sonreír.

—¿Qué quieres? —preguntas.

Carajo, Izuku. Estás viendo y no ves. No. Corrección. Lo ves todo perfectamente y por eso haces lo que haces.

Me derrito y lo disfrutas.

Cabrón.

—Si no dices nada, no haré nada. —La amenaza sale de tus labios sonrientes y quiero explotar y desaparecer. Pero lo entiendo. Dices que no me comunico lo suficiente y que eso no es justo. Grito mucho pero contigo solo dejo correr los silencios. No quiero decir cosas que no debería. Pero a cambio los silencios se extienden y tú insistes en sacarme las palabras, los deseos, todo. Cabrón. Pero lo entiendo.

—Tus labios.

Cierro los ojos y me rindo.

—¿Dónde, Kacchan?

Todavía no me estás besando.

¿Te he dicho que eres un cabrón de cuidado? Un montón de veces, pero una pinche vez más no te hace daño.

—Izuku, tus labios. —Silencio. No te mueves. Yo sé perfectamente lo que esperas—. Mi cuello, Izuku.

Y todavía no te mueves.

Cabrón. Disfrutas el sufrimiento, disfrutas tenerme así. Me tienes a tus pies y lo sabes perfectamente. Cabrón. Cabrón. Cabrón.

No abro los ojos. Si veo los tuyos, quizá se me olvide todo el orgullo y diga cosas de las que después me arrepienta. Supongo que tengo que trabajar en eso, pero quiero mantener cierta idea de que no estoy totalmente perdido cuando se trata de ti.

—Por favor.

(Es una mentira, lo estoy).

Lo estoy desde el día que me abrazaste llorando cuando estuvimos por enésima vez demasiado cerca de los villanos y yo no te aparté. Siempre has llorado demasiado, Izuku. Es irritable, lo odio y no entiendo tus lágrimas. (Aunque parece más sano que mi absoluta inhabilidad para expresar cualquier cosa por medio de algo que no sea enojo o esa adicción a guardar las cosas hasta que explotan, usualmente frente a ti, porque nadie más me ha visto llorar en los últimos años). Pero todo empezó con tus lágrimas, así que tampoco puedo rechazarlas. Me hicieron sacar todas las disculpas guardadas, atrasadas varios años.

Nos hicieron besarnos la primera vez.

Y aquí estamos.

—Izuku, por favor.

Por fin vuelven tus labios a mí. Son como el aire. Puedo respirar otra vez con la certeza de que puedo sentirte. No abro los ojos. Te dejo hacer.

(¿Sabías que hacía años que no dejaba que nadie tocara mi cuello o mi nuca hasta que llegaste tú con tu paciencia y tus labios y fuiste recorriendo toda esa parte de mi piel con toda la delicadeza que no merezco?).

—Kacchan —dices junto a mi oreja—. Te quiero.

Lo dices más tú que yo y me haces abrir los ojos y ver tu rostro encima del mío. Nunca voy a cansarme de hablar de tus pecas ni de cómo hacen que sea posible dibujar sobre tu cara. «Te quiero, te quiero, te quiero». Ojalá me saliera tan fácil como a ti. Te lo mereces.

—Idiota —murmuro, en vez de eso—. ¿Por qué dejaste de besarme?

Entonces liberas mis manos. (¡Por fin!) Me ayudas a incorporarme un poco, pero no te quitas de encima. Nos quedamos sentados, besándonos. Ni tú ni yo nos atrevemos a más porque seguimos en Ground Beta, muy lejos del refugio de nuestras habitaciones.

Un día va a descubrirnos All-Might y secretamente estoy esperándolo sólo para verte enrojecer en cámara lenta.

Nunca deja de ser estúpidamente adorable, Izuku.

Es difícil ordenar lo que siento por ti. Sé que antes de ti no hubo nada más. Siempre fuiste tú, en todas las maneras posibles. No es por excusar nuestra historia de mierda con la excusa «de todos modos iba a ser amor»; pero si lo veo en perspectiva, eres la única constante en mi vida. Me pegas al mundo. Eres mi gravedad y no se me ocurre ningún halago mejor que ese.

Es difícil, pero por ti lo intento. Pasas tus manos por mis mejillas y, carajo, Izuku, te juro que lo intento.

Izuku [Katsudeku/Dekukatsu] Onde histórias criam vida. Descubra agora