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Descansaba cómodamente bajo las copas de los árboles que componían a un parque no muy conocido en Londres.
La elegante ciudad con la que había soñado en su niñez y parte de su adolescencia, tan fina y delicada.
Cavilaba en silencio, en paz.
Observaba con seriedad a unos niños jugar entre ellos: soltando sonoras y contagiosas carcajadas.

La infancia que no pudo tener.

La infancia que se le fue arrebatada.

Visualizaba aquellos momentos que en algún punto de su vida, deseo experimentar.
Tamara, no era feliz y pensar en aquello la deprimía, pese a no demostrarlo. Sentía como si estuviese navegando en un océano violento, cuyas olas embestian y envolvían a su barco, para luego llevarlo a sus misteriosas profundidades, mientras que a ella la intentan ahogar y así poder jugar con su alma, para que esta formara parte de una nueva corriente marina.

Si la felicidad fuese un rompecabezas, tamara sería la pieza que no encaja, puesto que no pertenece a aquel juego.
Ella, no sabe lo que es ser feliz.
Cree que la felicidad es efímera, que son momentos, mas no un estilo de vida.
Momentos que ha olvidado y son atormentados por sucios traumas.
Un vacío. Era lo que sentía. No poseía sentido, propósito o motivación. Nada.

Era una abeja sin su miel.
Un ave sin alas.
Un circo sin payasos.
Un desierto sin arena.
Un océano sin agua.
Un zoológico sin animales.
Un café sin galletas.
Un pastel sin azúcar.

No estaba completa. Era inútil, lo era.

Se sintió observaba, dio la vuelta y no vio a nadie. No era idiota, sabía que alguien la estaba acechando, por lo mismo no bajaría la guardia en ningún momento.

Tenía razón, alguien la atisbaraba.

—Hey. —Reconocería esa voz incluso en medio de una protesta. Aquella voz que despertaba sentimientos que juraba haber enterrado y no lograba reconocer. La alfa que tanto revuelo ha causado en su ser y ha hecho que su loba fuese sumisa en su presencia.

—Señorita Larsson, ¿me está espiando? —Giró su rostro, encontrándose con tan perfectas facciones. Cual noche estrellada pintada por Van Gogh, la perfección y belleza de aquella alfa no se comparaban ni con la obra de arte más cara del mundo. Rostro esculpido por los mismos ángeles y besado por los labios de la sensual Afrodita.
Su loba ronroneó discretamente, al parecer aquella alfa era de su interés.

Loba tonta, no es para nosotras Regañó en sus interiores a su animal, quien bufó en respuesta.
¿Como osaba esa alfa a alterar así a su animal? Era una sinvergüenza.

—Solo pasaba por aquí. —Afirmó, clavando su mirada color metal en la menor, aquel metal que compone una imponente espada: un arma blanca, que en un abrir y cerrar de ojos, decapita a valientes caballeros que intentaron vencer a un dragón y cercena cuerpos de codiciosas doncellas, sedientas de lujos y comodidades. Una mirada misteriosa, una que esconde oscuros y turbios secretos.

—Para estar trabajando en el área de investigación, no sabe mentir. —Soltó la menor sin ningún filtro, aún conservando su afable y adorable trato.

—No quiero hacerlo.

—Debería.

—Eres astuta. Engañaste a mi compañera, mas no a mí. —Comentó refiriéndose a la interrogación de hace unos días. Sabía que la menor era mucho más que aquella dulce muchacha que aparenta ser.

—¿Por qué querría engañarlos? —Mentía. No demostraría sus verdaderas intenciones, las cuales eran sacarse el peso de la muerte de su compañera de sus hombros, no quería pensar en muerte ni involucrarse en juegos. Sí, para ella era una entretención de niños, similar al juego de las escondidas: los policías buscan, el asesino se esconde. Ella no estaba interesada en participar en aquel lío.

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⏰ Last updated: Aug 18, 2020 ⏰

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I'm innocent!《ToriTam-Omegaverse》Where stories live. Discover now