IV

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—Mierda. —Fue el garabato con el que expresó su molestia la joven omega de ojos negros. Sus manos sostenían un sobre, cuyo interior albergaba la citación formal al interrogatorio sobre el brutal asesinato de su compañera universitaria. Contuvo su cólera y dobló la hoja que le informaba, mas bien, amenzaba. Tamara interpretó aquella nota como un ultimátum disfrazado de una citación formal, vaya porquería.
Tenía que hacerse presente en la maldita estación policíal antes de las seis de la tarde, bufó; su horario de estudio en la biblioteca de la ciudad tendrá que posponerse.
Para variar, su mejor amiga no estaba en casa, la última vez que la vio había sido la noche anterior en el club nocturno, su primera noche de trabajo.
No quedaba mucho para que de cumpliera el límite de tiempo que tenía para presentarse en la estación policial, había dormido hasta tarde puesto que salió del trabajo cerca de las cuatro de la madrugada.

¿Acaso dejaría que una investigación arruinara su perfecta racha universitaria? Claro que no, Tamara no haría eso. Por esa misma razón, sería astuta. Su loba y ella coincidían en un par de cosas, coincidirían en más si la chica de ojos negros no la reprimiera tanto, aún así tenían en común su característico orgullo e indiferencia. Cabe recalcar que la animal era mucho más juguetona y sumisa que Tamara.

La joven omega se vistió con un corto y levemente ajustado vestido rosa pastel, cuyo diseño consistía en muy pequeños cuadros blancos, acompañó esta prenda con un cardigan abierto color rosa palo con pocos botones, este llegaba a la cintura y por último unos zapatos de plataforma media alta color blanco.
¿Si se sentía cómoda con aquel vestuario? Para nada. Su padre de niña no la dejaba ocupar prendas con aquel estilo, castigandola brutalmente si llegaba a lucir alguna vez una de ellas. Verse al espejo le trajo recuerdos agrios y ácidos, que quemaban su interior y reabrían heridas coaguladas, haciendo que las memorias apuñalen su presente, trayendo por consecuencia un enorme charco de desolación y pavor.
Traumas y problemas paternos, dolorosa combinación.

Tragó en seco, deshaciendo esa acre nube de pensamientos, que poco a poco se acumulaban formando una tormenta que más tarde formaría un enorme diluvio, que arrasaría con cada maldito rastro de felicidad.

Eres pérfido, ¡canalla! ¿Cómo osas abusar de tu hija de tal manera? Eres cafre. Ni todos los latigazos que daban los amos a sus esclavos, se comparan con el daño que le has hecho. Eres despiadado, una escoria humana.
¡Lacra asquerosa! No mereces vivir ni eres digno de poseer aquel pedazo de cielo, ¿¡cómo te atreves a querer marcarla?! Es tu hija, tu descendiente, ¡tu sangre! Enfermo del demonio, espero algún día te dé el permiso de besar las heridas que has abierto y no que te apuñale en el intento, pese a que está en el derecho de querer destruirte, castrarte y luego colgar tus asquerosos genitales en el campanario de la ciudad” Las palabras venenosas que habían salido de la boca de su madre dirigidas a su progenitor, penaban y aturdían su psique. Recordaba el golpe en seco que oyó tras eso, ver la sangre proveniente de la nariz de quien le dio a luz colorear la fría cerámica del suelo; su padre le había dado un puñetazo en su rostro.

Sudaba frío, aquellas memorias aún dolían, aún hacían ruido y eco en su conciencia.
Cepilló su cabello y se hizo una coleta bastante arreglada, debía lucir bien para el interrogatorio, lamentablemente en la sociedad aún la apariencia influye demasiado en el juicio de una persona y debía utilizar aquello como una ventaja.
Salió de su hogar y tomó el metro. En el transcurso a la estación policial se maquilló con un toque natural: lucía realmente bien.

Tamara, una omega encubierta por su engañoso aroma, era una ladrona de suspiros; alguien capaz de seducir a cualquiera con su falsa dulzura y aparente buen carácter (pese a ser todo lo opuesto).
Se veía preciosa y lo sabía. A su loba no le interesaba ninguno de los alfas que pensaban en cortejearla, para nada, una pérdida de tiempo.

I'm innocent!《ToriTam-Omegaverse》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora