Capítulo 02: Ajena

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La chica se levantó de la cama, ahí fue cuando Alibaba se dio cuenta que era alta, la joven se acercó a él y la vio más a detalle. Era una chica que no pasaba de los quince años, además de que le llegaba al mentón, no podía ignorar lo bonita que era y esos hermosos ojos verdes brillantes que poseía.

Ella se agachó y le apartó el flequillo a Aladdin, examinando la frente para ver de dónde había salido aquella luz.

—No está caliente —dijo la chica—. Y no se ve nada. ¿Está bien?

—¿Qué le hiciste para que se desmayara? —preguntó Alibaba, preocupado y molesto de que su amigo no reaccionara.

—¿Yo? Yo no hice nada, no sé qué pasó —la chica tomó a Aladdin entre sus brazos y lo llevó a la cama para acostarlo y ella se acuclilló para seguir observándolo—. Yo no tengo ninguna intención de hacerle daño al pequeño ni a ti. Ni siquiera sé sus nombres.

«¡Es cierto, ni siquiera nos hemos presentado!» se acordó Alibaba olvidando por completo la impresión de ver con qué facilidad la chica cargó a Aladdin.

—Él es Aladdin y yo me llamo Alibaba —emitió, no tenía intenciones de hacer una presentación más amigable como solía hacer, porque la chica no le daba confianza después de ver a Aladdin inconsciente a causa de ella.

Ella se quedó en silencio, como si no lo hubiera escuchado.

—¿Quién eres? —preguntó Alibaba, la observaba con desconfianza, incluso se llevó la mano a la empuñadura de su espada.

Pensó que tal vez la chica había sido enviada para hacerle daño a Aladdin o secuestrarlo, y si era el caso, él no se lo iba a permitir.

—No lo sé. No recuerdo nada, todo esto es tan confuso. Llego a un lugar completamente desconocido de un modo extraño. Abrí los ojos y me vi caer sin poder gritar. No sé más —respondió la chica, temblando de frustración—. No sé qué hago aquí, no sé quién soy, ¡no sé nada!

Alibaba bajó la guardia, ella estaba llorando. Entonces reparó en los tobillos de la chica, ahí también tenía unos brazaletes como en las muñecas, sintió furia de que esa niña pudiera ser una esclava a la cual habían lastimado a tal grado que le provocaron amnesia.

—Lo siento, pero me preocupa mucho Aladdin —respondió Alibaba, acercándose—. Él es un valioso amigo que no estoy dispuesto a perder.

La chica levantó la mirada hacia Alibaba.

—No sé qué pasó con Aladdin, pero si es por mi culpa que se haya desmayado, lo siento mucho —expresó con sinceridad—. Espero que recobre la consciencia pronto.

—¿En serio no recuerdas nada?

Ella negó con la cabeza. Sus pensamientos eran muy confusos y sus recuerdos eran como vórtices oscuros. Solo tenía el recuerdo de estar cayendo.

Aladdin empezó a reaccionar, lentamente se fue incorporando y se llevó las manos a la cabeza, quejándose de un terrible dolor. Alibaba salió corriendo en busca del doctor para que fuera a ver a su amigo.

—Onee-san —musitó Aladdin—. Lo que pasó no es tu culpa. Sentí como si hubiera rebotado, pero el golpe fue tan grande que me dejó noqueado.

—Lo lamento, no fue mi intención —respondió ella, apenada.

Aladdin le tomó una mano.

La chica abrió los ojos como platos, el chico resplandecía, la habitación se iluminó y pronto se vio envuelta con aquella cálida luz que causó que su corazón palpitara de felicidad, formándose una sonrisa en su rostro. Cuando parpadeó, todo aquello desapareció, pero sus ojos se concentraron en los de Aladdin.

Magi: The New Magic AdventureWhere stories live. Discover now