.89. La Segunda prueba.

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—Bueno, no sé si eso es lo que Dumbledore le pidió hacer, pero desde luego es lo que está haciendo —dijo Harry, moviendo la varita sin prestar mucha atención, de forma que el cojín se precipitó del pupitre al suelo —. Moody dijo que si Dumbledore permitía a Snape quedarse aquí era por darle una segunda oportunidad...

—¿Qué? —exclamó Ron, sorprendido —. Harry... ¡a lo mejor Moody cree que fue Snape el que puso tu nombre en el cáliz de fuego!

—Vamos, Ron — le dijo Hermione, escéptica —, ya creímos en cierta ocasión que Snape intentaba matar a Harry, y resultó que le estaba salvando la vida, ¿recuerdas?

- Gracias por haberles recordado eso - le dice Snape.

- En nuestra defensa, demostraba ser alguien en quien no confiar - le dice Ron - Nos equivocamos, pero tampoco actuaba como un Santo.

- Son buenos argumentos - comenta Reg.

- Intentaré mejorar mi actitud.

Mientras hablaba, repelió un cojín, que se fue volando por el aula y aterrizó en la caja a la que se suponía que estaban apuntando todos. Harry miró a Hermione, pensando... Era verdad que Snape le había salvado la vida en una ocasión, pero lo raro era que no había duda alguna de que lo odiaba, lo odiaba tal como había odiado a su padre cuando estudiaban juntos. Le encantaba quitarle puntos a Gryffindor por su causa, y nunca había dejado escapar la ocasión de castigarlo, e incluso de sugerir que lo expulsaran del colegio.

—Me da igual lo que diga Moody —siguió Hermione —. Dumbledore no es tonto. No se equivocó al confiar en Hagrid y en el profesor Lupin, aunque hay muchos que no les habrían dado trabajo; así que ¿por qué no va a tener razón también con Snape, aunque sea un poco...

—... diabólico? — se apresuró a decir Ron —. Vamos, Hermione, a ver, ¿por qué le registran el despacho todos esos buscadores de magos tenebrosos?

—¿Y por qué se hace el enfermo el señor Crouch? — preguntó a su vez
Hermione —. Es un poco raro que no pueda venir al baile de Navidad pero que, cuando le apetece, se meta en el castillo en medio de la noche.

—Lo que pasa es que le tienes manía a Crouch por lo de esa elfina, Winky — dijo Ron lanzando un cojín contra la ventana.

—Y tú sólo quieres creer que Snape trama algo — contestó Hermione
metiendo el suyo en la caja.

—Yo me conformaría con saber qué hizo Snape en su primera
oportunidad, si es que va ya por la segunda — dijo Harry en tono grave.

- Sospecho que lo averiguaron - nos dice Lily.

- Sí y por culpa de la curiosidad de tu hijo - le respondo.

- Bien recuerdo que estabas a mi lado - me dice él.

- No iba a dejar que te metieras sólo, pero antes te había dicho que no me parecía una gran idea - le digo en cambio.

- Ven que tengo a quien salir - les dice J.S a los de su grupo.

- Gracias a los problemas en que nos metimos nos sirvió para ganar la guerra - le dice Harry - Sospecho que cuando regresemos habremos sido criados diferentes.

Para su sorpresa, el cojín cruzó el aula sin desviarse y aterrizó de forma impecable sobre el de Hermione.

Para cumplir el encargo de Sirius de ser informado sobre cualquier cosa rara que ocurriera en Hogwarts, Harry le envió aquella noche una lechuza parda con una carta en la que le explicaba todo lo referente a la incursión del señor Crouch en el despacho de Snape y la conversación entre éste y Moody. Luego dedicó toda la atención al problema más apremiante que tenía a la vista: cómo
sobrevivir bajo el agua durante una hora el día 24 de febrero.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now