La regla afecta las hormonas

Beginne am Anfang
                                    

Levanto las manos en señal de paz y tiro la cabeza hacia atrás para no verla. Mis instintos de hombre me dicen que, si pongo aunque sea un segundo mis ojos sobre ella, obtendremos un resultado mucho más embarazoso del que estoy seguro no poder manejar. Pronto me olvido cuando su mano derecha me palmea la mejilla y dirige su mirada a la mía.

―No te escondas, lo tendrás que hacer cuando estés solo.

Es un buen punto.

Toma el kit de toallas húmedas y me pide que lo limpie. Tiro los residuos en el bote de basura a mi lado y a continuación prosigue a extenderme dos toallas de algodón. Me indica que pegue las puntas al bóxer de costado y que ponga un poco de algodón envolviendo la cabeza de mi amigo, como si le colocara un sombrero. La simple mención de la palabra me hizo ganarme una patada en la espinilla.

Luego me dice que ajuste todo con una goma elástica, misma que se quita de su coleta para prestármela.

―Que ni se te ocurra devolvérmela.

Esta vez no acoto nada y compruebo que todo quede en su debido lugar.

―Creo que está listo. ―anuncio. Suelta todo el aire que estaba conteniendo, al igual que yo. ¿Por qué estoy sudando tanto? ¿Es normal que me sienta como una bomba a punto de explotar? La regla afecta las hormonas, mi conciencia se burla a cada segundo. Decido no prestarle tanta atención.

―¿Mejor?

―Sí. Es raro mantener mi pene cubierto como su fuera un condón. Me siento encerrado.

―¿Cuánto tiempo tengo que usar esto? ―me quejo, acomodando mis pantalones. Ella sigue el movimiento, un nervio titila en su ojo izquierdo.

―Se cambia cada una o dos horas, depende del sangrado. ¿Por cuánto tiempo estarás sangrando? Varía entre los tres y los siete días.

Genial, tendré que comprarme más de estar cosas y a saber qué me invento para que Arae no me descubra. Pero, ¿siete días por mes? Haciendo cuentas, es la mitad de lo que mi padre me transfiere cada mes. Y eso que me alcanza para los estudios y las fiestas, si no lo malgasto.

Estoy jodido.

Ella asiente y sale del cubículo en un santiamén. Yo la sigo y nos sentamos en su escritorio para proseguir con la tarea que dejamos pendiente, aunque luego somos interrumpidos por unos señores de buen porte y sonrisa cálida.

―Tú debes ser el compañero de nuestra niña. ―dice el hombre, extendiéndome la mano―. Soy Mario, y ella es mi esposa Nora.

―Un placer. ―se presenta ella, apretando también mi mano. Sonrío por cortesía, se nota que son una pareja feliz y eso es como una patada al pecho―. ¿Quieren que les prepare algo para comer? Con tanto estudio, no habrán hecho pausa.

―Por supuesto, gracias. ―Bárbara me fulmina con sus ojitos cafés, pero no le presto atención. Mi estómago, por otro lado, está deseando que ingrese comida―. Soy Mittchell, por cierto, y también es un placer conocerlos.

Tras un par de informalidades, nos dejan solos. Cerecita está echando humo por las orejas, parece que quiere pegarme, seguramente esté imaginando cada escenario en donde hace ese sueño realidad.

―Te dije que no permitieras que te dé de comer. ―Me sobo el abdomen y pongo cara de pena―. No hagas eso.

―Estoy hambriento. No es la cena, es demasiado temprano para eso. Además, ¿no quieres pasar tiempo conmigo?

―Ya sobrepasaste mi cuota de hoy, paso. ―contesta con sarcasmo.

En su lugar, se centra en terminar el último tema de la unidad cuatro de Italiano, para ese punto ya tengo un nivel intermedio, solo tengo que practicar mi habla y pronunciación, estudiar por mi cuenta y ya podré llegar al nivel que necesito para terminar con el trabajo.

Es un don el que tiene para enseñar, es realmente buena. Estoy por preguntarle si piensa dedicarse a eso el año entrante, cuando su madre grita que ya tiene listos los aperitivos.

Tomo una galleta recién horneada y le agradezco. Ella sonríe, encantada.

―Dime Nora, cariño.

Se hace un silencio extraño en donde nos limitamos a beber los tés y acabarnos el plato, hasta que Bárbara habla.

―Tienes que irte ya.

La miro, ceñudo.

―¿Por qué?

―Porque no quiero que mis padres me avergüencen, ni tampoco que tú lo hagas. ―admite. La confesión me molesta, hace que caiga pesado en mi estómago ―. Ya vete, por favor.

Comprendo que no soy de su agrado, y con muchísima razón, pero igual me hiere un poco el orgullo ser despachado de la casa de una dama. Sin embargo, respeto su decisión. No soy nadie para imponerme sobre algo que no es mío, así que me despido a voces de los señores y me encamino a la puerta a paso rápido. Fuera, ha empezado a anochecer y, por ende, a refrescar. Ella se cubre los brazos y mira al suelo, cualquier cosa que no sea a mí.

Y eso me duele. Es raro, pero lo hace.

―Gracias. ―suelto sin pensar.

―¿Por qué?

―Por ayudarme.

Se pone ambas manos en las caderas y sonríe, victoriosa.

―Sin mí estarías perdido.

―Solo porque esto fue tu idea y ahora tienes que lidiar conmigo el doble de tiempo. ―respondo. Abre la boca sin saber bien qué decir y yo aprovecho para acercarme y enredarme en el dedo un mechón suave de cabello castaño. Se lo coloco detrás de la oreja y fuerzo una mueca sarcástica―. Así es el karma, Sucker.

Me meto en el auto antes de escuchar sus insultos. Ya una cuadra lejos, me permito reírme. Río de verdad, por todo el momento vivido en su casa, las cosas que estamos pasando y que, de algún modo, sirvieron para acercarme más. No de la forma que yo quería, pero algo es algo, ¿cierto? Las cosas serían muy diferentes si no le hubiera hecho la vida imposible desde que llegó a la escuela. Quién sabe, hasta podríamos haber sido buenos amigos.

Pero el destino no está escrito.

Con el ánimo renovado, conduzco hasta mi casa con la imagen de su rostro tiernamente sonrojado. 


Hola, mis estrellitas!!!

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Hola, mis estrellitas!!!

DIOS, ESTOY ENCANTADA. Hace mucho que no escribía. Estos son los capítulos mejorados, y como no tengo preguntas nuevas para hacerles, dejenme en los comentarios lo que les gustaría saber.

Los leo, saben que me encanta. 

Un beso enorme, 

Euge.

P.D: Recuerden que la novela tiene que llegar a 500 votos para que pueda subir la maratón ;). No faltan muchos, así que ánimo. Y gracias por leer esta novela, significa mucho para mí. 

Deseo deseo ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt