Capitulo 7

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Ballatrix miró a un punto aleatorio de la habitación, su mente ausente.

Hermione no apartaba la mirada de ella, apesar de estar sentada en un sillón a varios pies de su cuna.

El infante tenía a su peluche de cuervo apretado contra su pecho con su brazo derecho y el pulgar de su mano izquierda en su boca. Se encontraba parada en la cuna, su pequeño cuerpo sostenido por los barrotes de está.

Por primera vez desde que Bellatrix podía recordar, no sabía que hacer.

Si alzaba a la niña temblaba.

Si tocaba a la niña temblaba.

Si se acercaba a la niña temblaba.

Si la niña veía un atisbo de su varita, temblaba y lloraba. No con los gritos molestos usuales de los bebes, no obstante las lágrimas igualmente brotaban de sus ojos y su rostro se volvía rojo.

Bellatrix arrugó la nariz pensativa.

Tenía que haber algo que pudiera hacer para demostrar que no era peligrosa a la niña.

Bueno, ella era peligrosa, pero ese no era el punto.

Incluso al principio de todo esto se encontraba en una mejor posición con la niña.

Claro, no eran las mejores amigas ni tampoco se llevaban bien precisamente, pero la niña no le tenía miedo y podía tocarla sin temor a asustarla.

Bellatrix resoplo molesta, lo que causo que el infante al otro lado de la habitación soltara un quejido.

Bellatrix decidió ignorarla por ahora. Había algo en su mente, un sutil cosquilleo.

¿No había pasado antes una situación similar?, con su madre...

"Deja de moverte tanto Bella". Arrullo suavemente Druella.

Ojos tan oscuros como la noche salpicados de lágrimas la enfrentaron de frente debido a su posición.

"¡Pero madre, duele!".

Druella termino de vendar rápidamente las pequeñas manos de Bellatrix después de untar correctamente el ungüento para quemaduras en la piel dañada de su hija.

"Ahí está". Druella levantó las manos de Bellatrix y beso cada dígito tiernamente. "¿Mejor?".

Bellatrix asintió, pero su labio inferior todavía temblaba.

La pequeña niña precoz de ocho años había agarrado la varita de Druella en un descuido y practicado un encantamiento ofensivo no apto para su edad.

Gracias a Merlín el encantamiento explosivo solo había alcanzado a lastimar las manos de la niña y en menor medida.

Druella encontró a la mayor de sus hijas después de haberse dado cuanta de la desaparición de su varita llorando en su jardín posterior.

Una vez segura de que Bellatrix no tenía más heridas, Druella levantó a la niña quejumbrosa, ignorando sus protestas y la llevo a su habitación. Busco los artículos adecuados, sentó Bellatrix en su cama y se arrodilló en frente de ella tratando sus heridas.

"Por favor no se lo digas a mí Padre".

Druella atrajo a Bellatrix a sus brazos.

"No sé lo diré Bella, ¿pero tú si podrías decirle a mamá por qué intentaste hacer ese encantamiento?". Pregunto Druella amablemente, habiendo aprendido por la malas que las exigencias no servían con Bellatrix.

Bellatrix dudo un momento, limpiándose su rostro en la túnica de su madre. Druella hizo una mueca al sentir su hombro húmedo, pero no dijo nada, esperando pacientemente a que Bellatrix respondiera.

Posesión de BellatrixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora