6| Un traje de colegiala

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Acelere mis pasos.

Por alguna razón esa cosa de otro planeta me había seguido.

-Por lo menos un ¡Oh, eres mi salvador, Lukyan sexy y poderoso! -exclama el extraterrestre.

Se llevaría bien con mi hermano.

-Oh, eres mi salvador, Lukyan puerco y asqueroso -murmuro sin ánimo y con la voz rasposa de la sed que sentía. El sol me picaba en la cara y me sudaba todo el cuerpo.

Miré de reojo al castaño, este no parecía afectado por el calor. Comparando su cabello con el mío -que estaba pegado a mi frente y nuca por el sudor- el suyo se veía perfecto.

-¿Cómo no te estás muriendo? -cuestiono con irritación en la voz, yo estaba asándome como huevo frito en aceite.

¿A este nada lo vence o qué?

-¿Cómo es que no te has desmayado por un golpe de calor? -me hace la misma y ruedo los ojos empezando a caminar más rápido.

No sé a dónde voy, pero mientras más me alejo de él mejor estoy.

-Tranquilo, ¡seguiré esperando a que te desmayes y así cargarte como princesa! -exclama a lo lejos el extraterrestre.

Suelto un pequeña risa, pero me tapo la boca al instante.

No seas débil, West.

Uno se ríe de la persona que odia, no con la persona en cuestión.

-Al parecer ya te empiezo a caer bien -comenta Lukyan en tono alegre llegando a mi lado.

Sigue sin soltar una gota de sudor, debería brillarle la cara por el calor que está haciendo, pero en vez de eso le brilla el cabello y el arete de oro que tiene en la oreja.

Chasqueo la lengua y le respondo quitando mi mirada de su arete:

-En tus sueños...

Me cae mejor Lorenzo.

-Al menos allí puedo hacer cualquier cosa -dice el castaño guiñándome un ojo y llega a mi mente una escena subida de tono, pero después recuerdo que Lukyan es un despiadado asesino -el cadáver del patio tenía que ser por algo- y esa escena se reemplaza por una más sangrienta.

-¿Aún hay tiempo para lo del padre de Lane? -le pregunto un poco turbado y cambiando de tema.

A decir verdad Lukyan da miedo.

Puedo ver como los ojos del castaño se iluminan y una gran sonrisa se extiende por su boca.

-Qué bueno que aceptes. Al menos tengo un compañero en ese lugar -dice con la misma efusividad de una piedra.

Podía tener expresiones faciales muy de libro abierto, pero su voz tan grave y muerta podía hacerte pensar en todo lo que habías hecho mal en tu vida.

-¿Compañero? ¿Lugar? -pregunto confundido.

¿El lugar era tan malo?

-Ya lo verás -comenta y me levanta, haciéndome soltar una exclamación de sorpresa. Termino montado en uno de sus hombros, con la cabeza hacia bajo, pero esto basta para ver a dónde vamos. Nos dirigimos a un callejón mohoso y con olor a basura.

¡Me va a matar!

Siento como el estómago se me revuelve, tanto por el olor tan putrefacto como por la ansiedad que me causa que una persona del tamaño de Lukyan lleve a un alguien tan flacucho y bajito como yo a un callejón... ¡quién a hacer qué!

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora