23| Besador de defectos

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Lukyan en multimedia.

PD: tiene el cabello más largo, como por los hombros. También le falta el arete en la oreja izquierda.

Extraterrestres, fin del mundo, Naomi desanimada, mi mejor amigo/primer amor tóxico -asesino, manipulador, psicópata y completamente descabezado- devuelta

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Extraterrestres, fin del mundo, Naomi desanimada, mi mejor amigo/primer amor tóxico -asesino, manipulador, psicópata y completamente descabezado- devuelta.

Nada es capaz de sorprenderme ya.

-Como que hace mucho frío, ¿no? -froto mis manos y les echo mi aliento para que se note. Es lo primero que se me ocurre para esquivar esta situación.

¿Patético? Obvio.

¿Cobarde? Mi tercer nombre. ¿El segundo? Mala suerte.

-Un gusto, Lorenzo -busco su mano y la estrecho, las bolsas en sus ojos indican que no está para juegos, sin embargo, yo tampoco lo estoy. Tengo mucho con qué lidiar y qué hacer para prestarle atención a un fantasma del pasado.

Desplazo mi mirada a una de mis peores pesadillas. Es una sorpresa que pueda sostener mis ojos en los suyos sin temblar siquiera, también lo es que no diga nada. Se queda en su lugar, aunque hay algo que no ha cambiado de él. La altivez de sus gestos.

Hasta recién revivido se ve actúa como un marqués.

Condenado hijo de puta.

Su afilada barbilla elevada, el pulgar derecho en el bolsillo de sus desgastados jeans. Su postura recta y correcta. Una de sus comisuras elevada con picardía.

-Y Júpiter -pronuncio su nombre como un insulto. Le sostengo la mirada y no muestro debilidad. Con él no se puede bajar la guardia. -Me alegra que tu cabeza haya vuelto dónde pertenece, el look del jinete descabezado no queda bien con tus ojos -seguidas de estas palabras sonrío y me despido con la mano.

Camino hacia la entrada, con lentitud, seguro de mí mismo. Esos fríos ojos me persiguen con furia, no pronuncia palabra, por suerte. Me guardo la tormenta estomacal para mí, el sudor frío en la espalda, las tremendas ganas de utilizar mis piernas para algo productivo.

Aguanta. Aguanta. Aguanta. Por favor.

No te quiebres. No te quiebres.

Él quiere que eso pase.

Al llegar a ella la cierro con suavidad, sin mostrar una pizca de apuro. Dejo caer mi atormentado cuerpo contra la madera, abro y cierro los puños para calmar los nervios. Suspiro, me giro y echo todos los cerrojos.

Hace unos meses la idea de que Júpiter volviera se me hacía insoportable. Temblaba por los recuerdos de esa asquerosa noche. De momentos anteriores a ella, siendo estos alarmas ensordecedoras, banderas rojas.

¿Lo hice? ¿¡Me enfrenté a él!?

¡Soy una locura!

¡Si puedo hacer eso obvio puedo enfrentar cualquier cosa!

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora