9| La casa del gigante

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-Así que esta es tu casa -observo cuando Lukyan y yo nos bajamos del autobús.

Después de detención nos despedimos de los chicos y de Marina. Llamé a la preocupada Naomi -que no tenía nada de preocupada, se estaba orinando de la risa más bien- y le avisé a mis padres que iría a la casa de un amigo sin dejar más explicaciones.

Es mucho más normal de lo que
esperaba.

-¿Qué esperabas? ¿Una mansión? -pregunta con el ceño fruncido.

Me escojo de hombros y lo sigo a la entrada.

La casa es exactamente igual a la mía, de muros blancos, tejas de un tono anaranjado y amplias ventanas. Aunque, comparada con la mía, sus ventanas están complemente cerradas y el jardín delantero está descuidado.

Al parecer a los extraterrestres no les apasiona la jardinería...

El castaño posa una mano en el pomo de la puerta, un brillo violeta sale disparado de esta y se abre a los segundos.

Lo miro boquiabierto.

¿Qué más cosas podrá hacer?

-Pasa -me dice.

Al entrar mi boca se abre aún más.

La casa podía parecer normal por fuera, pero por dentro era un locura total.

Las paredes estaban conformadas por pantallas con códigos en idiomas extraños, dialectos incomprensibles para el ser humano. Las letras eran tan ininteligibles que me empezó a doler a cabeza y tuve que apartar la mirada para dirigirla a otra parte de la casa.

Los muebles estaban conformados por unos cuantos sillones reclinables violetas y una mesa de comedor con unas sillas que colgaban de techo.

Impresionante.

Eso no era todo, el techo proyectaba una especie de cielo nocturno conformado por unos cuantos planetas gigantescos, algunos casi tan cerca que podías sentir el miedo de que se te cayeran encima. Alrededor de estos habían estrellas, miles de ellas, como nunca las había visto.

Escuché la risa de Lukyan a mi lado, sacudí la cabeza para quitarme la impresión de ver algo tan hermoso y él preguntó:

-¿Las casas de los humanos no están tan bien decoradas como esta? -su tono era juguetón, comparable con el de un tigre acechando a su presa.

Tragué saliva y negué con la cabeza.

Estar solo con él me está afectando bastante.

¡Ayuda!

-Pues no, las casas humanas no son tan bonitas como la tuya... -mi comentario lo hizo sonreír de una manera que me dejó sin aliento.

Creo... creo que me estoy quedando sin aire.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora