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Todo sucedía igual. En el mismo orden. Bosque, pradera, ruinas. Sólo que ésta vez todo era más rápido. Un bucle interminable de su peor pesadilla, en la que ahora identificaba a la perfección tres rostros, que sin cambio alguno terminaban bañados en sangre al final de cada repetición. Los otros dos, por otro lado, se volvían cada vez más borrosos.

Los sucesos volvieron a repetirse una vez más, se encontraba al final de nuevo, pero esta vez algo era diferente. El chico de cabello azul tomaba su muñeca una vez más, sólo que en esta pronunciaba una palabra. La joven tuvo que acercar la oreja hasta sus labios para poder comprender.

El chico repitió de nuevo.

—Despierta.

Al abrir sus ojos se encontró con suaves rayos de Sol abriéndose paso por las desgastadas cortinas en la cabaña.

La confusión de su sueño seguía presente por lo que buscó a su mejor amigo con la mirada, sólo para recordar que ya no se encontraba a su lado.

Bajó los pies del colchón casi pisando el cuerpo del muchacho en el suelo quien todavía dormía plácidamente.

‹‹Había olvidado que estabas ahí›› pensó.

Al cabo de unos segundos notó que dormía con el machete a un lado. Después de girar los ojos su mirada se detuvo en el rostro del joven.

Al vivir un año en Corea estaba acostumbrada a encontrarse con personas extremadamente atractivas, con piel y cuerpo perfecto. Sin duda, Choi Yeonjun no era la excepción. Desde un principio, la chica se había sorprendido por los visuales del mayor, aunque claro estaba que su actitud no le gustaba del todo.

Se fijó en cada detalle de sus facciones por unos segundos hasta que el chico se movió aún dormido.

‹‹¿Qué tanto le miras?››

‹‹¿Mirarlo yo? ¿Qué? Pff no. Jamás››

Entró rápidamente al baño de la cabaña, pero al cerrar la puerta no midió su fuerza por lo que terminó dando un portazo.

Maldijo para sus adentros.

El sonido por supuesto no pasó desapercibido a su compañero quién estaba comenzando a levantarse.

Se limpió el rostro, hizo sus necesidades y salió a encontrarse con un Yeonjun aún adormecido de pie en medio de la cabaña.

—Miren quién es el bello durmiente ahora—comentó Victoria juguetona—Buenos días.

Yeonjun la miró con sólo un ojo abierto y los cabellos azules despeinados, haciendo una mueca ante sus palabras.

—Eran buenos—murmuró.

—Parece que alguien se despertó con el pie izquierdo.

—Son como las 5 de la mañana—entrecerró los ojos con obviedad—Nadie normal puede estar de buen humor al levantarse a esta hora.

La castaña lo vió con una sonrisa y el viró los ojos.

—Por supuesto, tú no eres normal.

Caminó hasta la cama y se dejó caer sentado sobre ella mientras se restregaba los ojos.

—¿Y?—preguntó la chica.

—¿Y qué?

—¿Qué vamos a hacer?

Procedió a sentarse junto al mayor en el colchón.

Al notar la cercanía Yeonjun le dedicó una mirada seria que la chica tardó dos segundos en comprender, para luego alejarse un poco y recibir una sonrisa ladeada del chico.

𝗔𝗣𝗢𝗖𝗔𝗟𝗜𝗣𝗦𝗜𝗦  | T᙭TOnde histórias criam vida. Descubra agora