Capítulo 2

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You drew stars around my scars but now I'm bleedin'


Betty con todas sus fuerzas arrastró a la mujer hasta dentro de su casa. La tumbó en la cama. Tenía cortes en los brazos y en las piernas que se podían vislumbrar bajo su vestido de flores. Le quitó las botas y las dejó tiradas en una esquina. Pudo ver como su tobillo derecho estaba rojo y duplicaba su tamaño.

La mujer respiraba, su abdomen subía y bajaba de forma regular.

Vio sangre seca sobre su frente y su pelo. Fue hacía la pila de la cocina y humedeció uno de sus trapos. Con unos cuantos pasos ya estaba sobre ella quitándole la sangre de la cabeza. La mujer tenía una herida en la sien aunque ya no sangraba.

El corte era bastante profundo por lo que debía de coserse para evitar que se infectara. Fue hacía el costurero que había encontrado dentro de la casa y cogió una aguja afilada y un hilo resistente. Hacía años que no cosía ninguna herida. Sus días trabajando en el hospital hacía tiempo que habían pasado.

Con la llama del único fogón de la casa esterilizó la aguja. Se agachó al lado de la cama y con movimientos ágiles y bajo una gran concentración consiguió cerrarla.

Le puso un trozo de tela como venda y observó detenidamente a la mujer. Debido al pánico que había poseído su cuerpo en los instantes en que había aparecido delante de su casa no se había fijado en ella.

La rabia y el rencor se instalaron en su garganta quemándola y azotando todo su ser. Hacía años que no la veía, pero era difícil olvidar aquel pelo del color de la noche, los labios gruesos y de color rosado y aquellos ojos verdes que le habían robado más de un suspiro, aunque en aquel momento se encontraban ocultos bajo sus parpados.

No sabía como la había encontrado y le traía sin cuidado, pero aun así no pudo evitar sentir una punzada leve de alegría. Aunque bajo todo el dolor acumulado por el hecho de abrir viejas heridas como telarañas formadas por el dolor y el miedo.

Mientras la mujer dormía, Betty fue hasta el destartalado armario junto a la cama y lo abrió. Ahí estaba colgada toda la poca ropa que había conseguido traer en la maleta. En una percha colgaba un cárdigan de color blanco, aunque ya parecía más gris que de ese color. Tocó una de las mangas y suspiró. Hacía años que lo tenía, y hasta hacía poco había estado escondido debajo de su cama, olvidado. Rozó por última vez la prenda antes de cerrar el armario.

Se volvió a sentar en la silla, un recuerdo de un beso le llegó a la memoria seguido por el tacto de un mechón en su mejilla. Una risa golpeando sobre la melodía que surgía de la radio de su coche. Unas piernas enfundadas en unos levis bailando al son de una música inexistente en una calle en la madrugada.

Unas lágrimas calientes salieron de sus ojos, notaba que estaban hinchados debido a todo el llanto que había tenido a lo largo del día, se sorprendió al ver que aún tenía lágrimas que derramar.

Cuando se había repuesto de sus heridas, cuando habían sido sanadas por besos cariñosos había sido engañada. Y siendo muy joven, con solo diecisiete años, aunque a esa edad se suponía que no sabía de la vida, mentira. Ella conocía el dolor del engaño y la traición.

La joven que yacía dormida se movió sobre el colchón, unas palabras salieron de su boca aunque fueron irreconocibles para Betty, poco a poco sus ojos fueron abriéndose.

La miró un momento y después gritó. Saltó de la cama y le dió un manotazo a Betty.

—¿Quién eres?—dijo la mujer asustada, no podía apoyar el pie por lo que se sujetó  contra la pared.

—Betty, ¿no te acuerdas de mí?—dijo esta confundida.

—No, ¿qué hago aquí?

—Te desmayaste delante de mi casa, tenías un golpe en la cabeza.

La joven se tocó la herida y puso cara de dolor.

—No me acuerdo de nada.

—Debe de ser por el golpe, ¿sabes por lo menos como te llamas?

—Agustina.

Se tocó la cabeza con las manos, frunció el ceño.

—Te duele, siéntate en la cama y descansa. Tengo una pastilla para el dolor en un cajón.

—Perdona que te moleste—se volvió a tumbar en la cama—¿Cómo te llamas?

La pelirroja le tendió un vaso de agua y la pastilla después de encontrarla.

—Betty.

Se metió la pastilla en la boca y se bebió toda el agua. Acto seguido se tumbó en la cama.

Cuando Betty se dio la vuelta después de dejar el vaso en la pila  ella ya estaba dormida.

La miró sintiendo toda la maraña de sentimientos en su interior y decidió que era mejor dejarla descansar. Salió de la casa y se sentó en el porche. Las manos le temblaban y se las pasó por la melena rojiza intentando calmarse.

Respiró varias veces intentando calmarse y se pinzó el puente de la nariz con los dedos.

Ella se había sentido como un viejo cárdigan tirado debajo de una cama y cuando había conseguido sentirse feliz con este puesto se lo habían quitado. La alegría efímera que había tenido no había vuelto desde hacía años.

Las dos únicas personas que había amado en toda su vida le habían roto el corazón, pero ella había vuelto a una de ellas y vapuleada había salido de aquella relación, no estaba preparada para volver a abrir su corazón de nuevo.

James la había hecho sangrar hasta límites insospechados y no era capaz de volver a sangrar por alguien más, aunque hubiese sido su primer amor, y su mejor amiga.

Porque Agustina, la que había vuelto a su vida había destrozado todo lo que habían conseguido construir y ahora que quería recuperar las riendas de su vida, no estaba preparada para que alguien cogiera su corazón y lo pisoteara contra el suelo.

Vio como una mariposa se posaba sobre su bota izquierda y deseó poder ser como ella. Libre, sin ataduras y poder volver a ser algo hermoso después de un tiempo de meditación y descanso. Como si ella ahora mismo fuera un gusano y necesitara una metamorfosis para poder volver a tener sus alas y echar el vuelo.

Debida de volver a coser sus destrozadas alas.

Debida de volver a coser sus destrozadas alas

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Hola a todos:

Muchas gracias por la maravillosa aceptación que ha tenido el primer capítulo de Sunset. No me lo puedo creer.

Respecto a los capítulos, no sé cuantos van a ser. Lo que tengo claro es que será una historia corta.

Dicho esto, mis amigas y yo, sobre todo una de ellas ha llamado esta historia "las bolleras del campo" por lo que se va a quedar con este pseudónimo.

Un beso a todos,

Ginny :)

Pd: me alegra tanto que os esté gustando.

SUNSETWhere stories live. Discover now