◇Capítulo 10◇

130 11 33
                                    

"Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo"

-Charles Baudelaire.

Anya Smirnov:

Vuelvo a releer el párrafo al percatarme que en realidad no he prestado atención a lo que estaba en él. Y eso mismo vuelvo a hacer cuando pasa lo anterior. Mi ceño se frunce solo con ligereza porque en realidad mi mente no deja de divagar. No dejo de bailar por los rincones de mis pensamientos y la imagen del cadáver de la profesora McCarthy en las escaleras no deja de atormentarme.

En la mañana tras despertarme, arreglarme y ponerme la ropa casual asignada para los fines de semana salí a buscar algo de comer en la cafetería, pero en las grandes y ornamentosas escaleras del edificio central lo que estaba era el cadáver de la docente. Arreglada con los brazos detrás de su cabeza como si estuviera tan solo descansando con sus piernas cruzadas y lentes de sol ocultando sus ojos. Pero no, cuando quitaron los lentes, sus parpados abiertos sin pestañear ni una sola vez dejaban en obviedad que la vida había escapada de ella.

Si bien se que no era de las mejores personas, no creo que la vida de alguien deba terminar por la decisión de otro, y menos en sufrimiento porque no me cabe duda de que fue torturada hasta su último último suspiro.

Y se nota que esto es solo un juego para esa persona que está acabando con las vidas de los demás. Aquella que se está encargando de sumirnos en pánico a cada uno de los estudiantes y profesores. Porque se que aunque los docentes tratan de guardar la calma también están inquietos por las muertes.

¿Y si todo sigue así? ¿Qué es lo que quiere conseguir con todo esto? Si no ¿Quiere esa persona en realidad conseguir algo con los asesinatos?

Tal vez sucumbirnos al pánico e incertidumbre, pero no me cabe en la cabeza para qué o porqué alguien querría hacer tal cosa. Solo somos simples personas sin nada en especial dentro de un internado común y corriente.

No me gusta juzgar, pero comprobé que toda esta situación le debe hacer gracia a esa persona. Al ver como puso el cadáver de la profesora, como si solo estuviese descansando y además le pone unos lentes de sol. No veo como podría dar gracia haber matado a alguien, el solo pensar en que una persona fue torturada solo porque si, solo porque esa persona quiso, hace que las entrañas en mi estomago se retuercen con fervor. Notandose que es una broma para él o ella. Y eso me hace pensar que también podría ser una chica.

La pregunta me carcome la mente. ¿Será alguno de nosotros? ¿Será alguien a quién vea seguido? Aunque eso no lo creo, normalmente estoy siempre es con Nastya y ella no haría algo así. En realidad me parece absurdo tan solo considerarlo un poco. Aunque ella piense que está tallada de espinas y acero, en los años que llevo conociéndola se que es una armadura. Ella puede llegar a ser una muy buena amiga.

—Llevas un buen tiempo acariciando la página de ese libro. —Pego un pequeño salto de sorpresa al escuchar de repente esa profunda voz a mi lado, dejando de hacer lo que inconsciente estaba haciendo y volteando mi rostro de calientes mejillas hacia él. Que por estar sumida entre las páginas de mis pensamientos se me había olvidado por un pequeño segundo que Jade se encontraba sentado a mi lado.

Nerviosamente trato de ocultar la calentura de mi rostro bajo el pretexto de pasar mis manos por él, rogando que no se note el seguro color rosa que ha de estar decorandolas al igual que a mis pobres orejas. Me repito mentalmente que lo más seguro es que no se de cuenta, para así no hundirme aún más en la vergüenza que por alguna razón fácilmente estoy sintiendo.

—¿Te encuentras bien? —escucho que pregunta así que decido asentir un poco al tiempo en que quito las manos del libro y regreso mi atención a este, repitiendo en mi mente qué responderé para así no tartamudear y no hacer evidente mi nerviosismo por tenerlo al lado.

El Internado Miethrickson ©Where stories live. Discover now