Capítulo 30

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Caminando a la par mía y brillando gracias a los detalles finos en oro que su saco llevaba puestos entre momentos de luz que cruzaba los ventanales; Luke tenía la barbilla alzada y una tonelada de cosas que diría en cuestión de momentos atoradas en su garganta, siendo trabajadas en su mente.

Rocé mi mano con la suya, ésta atrapó la mía y la sujetó con seguridad automáticamente.

—No seas duro contigo mismo, —le dije con discreción—, no puedo permitirlo.

Sonrió de lado, encontrando diversión en mis palabras. Con un suave apretón enfaticé la seriedad que tenían en realidad.

—Descuida, estoy pensando la forma adecuada de tratarlo —aseguró, refiriéndose a Thomas—. Sé que no hay que subestimarlo. Fue capaz de engañarnos por... quién sabe cuánto tiempo.

—Entiendo... —asentí—. No importa si él es el que está encadenado...

—...aún tiene la delantera —completó Luke, dando un ligero empujón a mi costado con humor—. Aprendí algo de esas lecciones, ¿no es cierto?

—Creo que se debe a la excelente profesora que tuviste —dije devolviendo el empujón.

—Y modesta también —rió, una sonrisa apareció en mi rostro justo antes de parar frente a la puerta que conducía a las celdas—. Es hora.

—Recuerda que estaré contigo en cada momento —susurré—. No estás solo...

"...ya no", pensé. Él pareció entender.

Bajamos las escaleras, de las que me sentía avergonzada de admitir, no me eran desconocidas. A pesar de la falta de luz solar, ventanas y espacio en general, el pasillo que caminamos hasta la celda a la que nos dirigíamos no era tan espeluznante como lo recordaba; quizá por la situación, por las celdas vacías exceptuando una sola... o por el prisionero que venía a visitar esta vez.

Jamás imaginé encontrarme en la necesidad de comparar a Thomas y Ashton, pero a mis ojos, tal vez siempre habían sido muy parecidos y lo único que necesitaban era un objetivo que los uniera. Thomas podía haber sido una mente maestra o el más ingenuo y desesperado de los hombres que había tenido la desgracia de haber estado cerca de los planes de Ashton.

De cualquier forma, no podía imaginarme lo doloroso que esto podía ser para Luke. El visitar a un amigo de la infancia que creyó fiel en estas condiciones, cuando cualquier cosa que saliera de nuestras bocas podría ayudar o perjudicarnos sin diferencia, era una carga más que caía sobre sus hombros.

Sin embargo, no mostró ni un rasgo de lástima o tristeza... ni siquiera enojo. Se estaba protegiendo. Supe que tenía que hacer lo mismo. Thomas estando sin comunicación era un arma de doble filo.

Un guardia que reconocí como Trevor, quien nos había acompañado aquella vez a la cabaña donde conocimos al Congreso, abrió la puerta de la celda de Thomas.

—Sus majestades han accedido a hablar con usted. Mis compañeros y yo permaneceremos afuera para otorgar la privacidad solicitada, pero le advierto que de intentar algo estaremos alerta —explicó dentro de la celda para después dejarnos ingresar.

Dicho y hecho, la privacidad fue concedida. Dentro de la celda, una cadena asegurada al piso viajaba hasta una pierna y una mano, el cabello de Thomas estaba despeinado y descuidado tanto como su ropa que era la misma de la última vez que lo había visto... tan serio y cauteloso como lo había estado en Lauxwell.

—¿Y bien? —habló Luke. Desde el rabillo del ojo noté que lo hacía con total neutralidad.

—Me gusta lo que hiciste con el guante —señaló Thomas a mis manos, sin poner atención a Luke—. Una mano cubierta y la otra con tu reluciente anillo... lindo sello.

Regnum. ✔️[DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora