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-Señor, al parecer nos costará más trabajo hacer un trato con las sombras, no están de acuerdo en ayudarlo- dijo el hombre de rodillas frente a él.

-Parece que tengo que hacerlo yo todo, esta bien iré yo mismo-

Las sombras no eran tan difíciles si sabes donde buscar, podrás encontrar a una que te lleve al lugar que quieras.

Pará el señor de las tinieblas era fácil encontrar el agujero donde abundaban y aún que muchas intentaban detenerlo les era imposible, era muy fuerte para ellas por lo que decidieron ocultarse de él. Llegó a su destino, "El árbol Oscuro" así lo llamaban las sombras pues de este provenían.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó un hombre frente al árbol.

-Eso es simple, lo que quiero es Milenio- el hombre no sentía miedo aún que tuviera a uno de los demonios más temidos. Al contrario, sabía lo que le esperaba al querer las tierras de Milenio.

-Pobre demonio codicioso, no podrás acabar con la luz jamás, ella te sello y también puede destruirte, la luz siempre será más fuerte que la oscuridad- el hombre era sabio, tenía siglos viviendo y observando a través de las décadas como caían ante la luz pura de ese Reino.

-Solo necesito sombras para que traigan a la princesa ante mí y no necesitaré más de ti-

-No puedes hacer nada contra ella, sean cuales sean tus planes, la pureza de esa mujer te destruirá - sabía lo que vendría, ya lo había visto, su muerte llegaría ese día a manos de ese hombre, a mirado todo lo que le pasará pero aún así, debía hacer un intento débil. Al ver la determinación de este, se dio cuenta que era tarde.

-Si no piensas ayudarme no veo por qué dejarte vivo.- Con solo un movimiento de su espada acabo con su vida para tomar las sombras en su poder y así lo hizo. Mandó sombras por la princesa-este es el juego perfecto-

(...)

Al fin todos veían cambios en ella, sabía usar sus dones bien pero aún no eran lo suficientemente fuerte para levantar el muro, pero era un gran avance.

-Es increíble, sus dones son algo hermoso y a la vez peligrosos, ya que no sabemos tanto sobre ellos- los cuatro asintieron.

-Pero es un orgullo que ella sea la que gobierne y nosotros estaremos honrados de poder servirle -dijo Connor sonriendo.

-Cierto, ayudarla cada vez que quiera hacer un berrinche -dijo Uriel riendo.

-¿Qué creen que pase cuando sea Reina? -

-No lo sabemos, hay una leyenda que dice que los antiguos reyes visitan al nuevo heredero para darle su bendición y aconsejarla- Heros leía mucho pero igual las leyendas existían por algo.

-Jamás lo sabremos hasta que sea su coronación - dijo Desmond.

De repente Uriel sintió sentimiento al verla entrenando y seguir creciendo.

-¿Qué ocurre? - todos lo miraban.

-¿No se dan cuenta de que nuestra niña caprichosa crecerá y será más madura? - todos rieron y también sintieron nostalgia.

-Tienes razón pero siempre será nuestra niña caprichosa- todos asintieron y compartieron una sonrisa.

Adelaide podía sentir cuánto había avanzado, ya no sentía el mismo miedo que la perseguía en sus pesadillas. Se sentía orgullosa de como había cambiado y se alentaba para ser el orgullo que su reino merecía para su bien, ya no se sentiría sola nunca más porque tenía a sus caballeros y amigos que siempre estarían con ella pase lo que pase.

Desmond al igual que todos era su fuerza y su motivación para aprender y seguir lo que le esperara en su vida. Los majicos no podían morir a menos que fuera a manos de otro, algunos humanos se atreven a conocer su pueblo y es hermoso el balance que hay entre ambos, le hacía gracia que la llamarán diosa cuando la miraban.

Pelearia lo que sea por seguir viendo la felicidad de ambos bandos, su madre también adoraba el pueblo y a los humanos que los visitaban, todo para ver las increíbles cosas que hacían cada uno, esa paz era lo que le daba el empujón que necesitaba para tener fuerza.A lo lejos observo que sus amigo platicaban alegremente.

(definitivamente no me cansaría de ver la felicidad de todos)

Su entrenamiento fue duro, tarde o temprano los haría pagar por todo lo que la han hecho hacer, aunque estuviera agradecida sus amigos ni tenían compasión con ella. Podía sentir que algo grande se aproximaba y will intentaría convencerla de que le prestará sus dones para hacer mal, y no estaba dispuesta a dejarlo hacerlo.

Debajo de un árbol de espinas, me enamoréWhere stories live. Discover now