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Me desperté aquel día de invierno, no había dormido muy bien ahora que recuerdo, el silencio en mi oscura habitación reinaba imponentemente hasta que una llamada telefónica me hizo reaccionar, escuché a mi abuela atender, no dijo ni una sola palabra, lo único que alcancé a escuchar fueron susurros y sollozos, un grito de dolor anunció la muerte, con lágrimas en sus ojos me tomó del brazo y me dijo que su hermano mayor, el intelectual e inteligente de toda la familia y su mentor personal (mi tío-abuelo) habría sufrido un paro cardíaco durante la madrugada, lo único que pude hacer fue abrazarla mientras mi cuerpo experimentó por primera vez una sensación de melancolía, tristeza y pesar.

Al día siguiente se organizó un funeral en un complejo recién inaugurado, quizá con no la mejor energía acepté asistir, no estaba listo para lo que venía, lentamente mi familia fue llegando, estábamos reservados para el Gold Saloon del último piso del edificio, la espera fue corta, las puertas de este salón de abrieron y todos quedamos boquiabiertos, nadie se imaginaría que una familia de inmigrantes de no tan altos recursos estaría rodeada de tantas cosas bañadas en oro, habían sillones de terciopelo, mesas de vidrio, un jarrón dorado con una cita de la biblia la cual no alcanzó a recordar y al fondo.....un ataúd de roble oscuro. Me limite a acercarme a unos pocos metros y a abrazar a mis primos, el ambiente era tenso, me atrevería a decir que cada uno estaba muriendo lentamente dentro de sí.

El ambiente se alegró poco a poco, cuando nos ofrecieron algo de beber, nos sentamos alrededor de mi abuela, la cual se atrevió a contar todas sus anécdotas con su difunto hermano y con mi bis abuelo fallecido hace décadas atrás, incluso compramos hamburguesas y las repartimos entre todos, cada vez que la tristeza se perdía y todos nos sentíamos más relajados, poco a poco olvidamos el hecho de que mi tío abuelo no estaba entre nosotros, pero la alegría duro poco, era hora de despedirse por última vez de él, ya que se lo llevarían al cementerio para enterrarlo, así que nos levantamos de nuestros asientos y nos acercamos a ese ataúd de roble oscuro , al estar frente a frente con su cadáver me quedé en shock, él estaba..... pálido..... e hinchado, nunca se me borrará esa imagen de la cabeza, no paraba de pensar como alguien hace un mes estaba en perfecto estado y ahora la muerte se lo había llevado.

Cada uno se tomó el tiempo de decir unas palabras en honor a su vida, mis primos, tíos, mi abuela, mi mamá..... y yo, me acerqué temeroso hasta el frente del ataúd, no tenía en mente que decir, había y demasiadas cosas pasando al mismo momento, así que dije lo primero que vino a mi mente:

—Tan rápido te vas y ni un adiós nos quedó.

Lentamente empecé a sentir dolor en el pecho, me ardía el alma, me retiraré lentamente y fui a llorar a un rincón, en ese instante algo cambió, sentía que algo se quebraba dentro de mi ser, todos lloraban, nunca había sentido tantas cosas al mismo tiempo. Oscureció y el salón vacío iba quedando, recuerdo que habían 8 o 7 personas después de que los demás se fueran, todos parecíamos almas en pena, callados, invisibles pero presentes, finalmente los adultos presentes decidieron pasar la noche allí, lo cual fue algo que nos alegró a mis primos ya que contaríamos historias de terror en una funeraria real y por la noche.

Al amanecer nos levantaron para concurrir a su entierro, entendí entonces la razón por la cual en las películas los entierros son en días grises con lluvia y truenos, el entierro de mi tío fue en un día soleado, las flores desprendían fragancias dignas del perfume más costoso, los pájaros cantaban armoniosamente y el viento era leve, no pudimos enterrarlo, pero conseguimos lugar dentro del mausoleo principal, cuando entramos me llamo mucho la atención una serie de piezas que un pianista estaba tocando dentro del mausoleo, el eco ahí adentro hacía que la música me hipnotizara.

Me encantaban sus contrastes, sus acordes, como cambiaba de tono, sentía que el tiempo se había detenido, con curiosidad me dediqué a escuchar lo que estaba interpretando, fueron 6 piezas, las primeras 3 eran un tanto melancólicas pero con una aura de paz, las siguientes 2 eran tristes, con un aura fúnebre perfecta para la ocasión, pero la ultima pieza me dejo muy confundido, sus contrastes no paraban de aumentar, y tenia una sensación ambigua, se sentía tranquila y llena de paz, pero deprimente al mismo tiempo, algo que nunca visto en ninguna pieza de música clásica ni en ninguna canción de la actualidad.

Estuve callado durante toda la ceremonia, me quedé pensando por una hora mientras volvía a casa en el auto de mis padres, miraba como el cielo se hacía cada vez mas gris y como las gotas empezaban a golpear la ventana, me pregunté porqué no había pasado eso cuando comenzó el entierro, mi mente estaba en blanco y no podía parar de pensar en las hermosas piezas del mausoleo, tenían algo tan.....peculiar, quizás la manera en la que tocaba aquel pianista fue lo que le atrapó.

Al llegar a mi casa inmediatamente entré en mi habitación, seguía igual de oscura, decidí encerrarme en mi cuarto y no salir a excepción para buscar o hacer cosas necesarias, quería aislar cualquier sentimiento, quería aislar mi cuerpo y alma, busqué por todos lados en Internet, hasta que encontré el nombre de cada una de las piezas, espero que puedas escucharlas algún día:

1) Sonata Claro de Luna - 1° Movement - L.V. Beethoven

2) Preludio de la Gota de Lluvia - F. Chopin

3) Nocturna N° 20 en Do Sostenido Menor Opus Posth - F. Chopin

4) Marcha Fúnebre - F. Chopin

5) Serenade - F. Schubert, arr: F. Lizt

6) Gymnopedie N° 1- E. Satie

Al encontrarlas las descargué en mi computadora, en ese entonces no comprendía lo que aquellos términos significaban, me acosté en mi cama con los ojos cerrados y me deje llevar por tantas lindas melodías, que se volvieron mi única distracción de todo el dolor que sentía, no sé cuánto estuve allí, había creado una burbuja de plomo impenetrable, la música hacía que me sintiera en un viaje sin regreso, me aislé, me aislé por completo.

Cada nota hacía que me sumergiera en un profundo mar de tranquilidad, hasta que lentamente me quede dormido. Empecé a soñar con mi infancia, las navidades, las fiestas, mis amigos, mis hermanos, mi tío-abuelo y mi familia, de repente sentí un dolor en el pecho similar al que sentí en el funeral, solo que más intenso, seguido de un destello de luz que me dejó casi ciego, en instantes todo se volvió a oscurecer, cuando me desperté de un golpe...

Los 10 Preludios de la VidaWhere stories live. Discover now