Parte 4: Sueños

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Decir que casi hiperventiló no es una exageración. Pero inmediatamente después su respiración se detuvo abruptamente mientras la figura frente a el lo examinaba.

Había sido paciente suyo, eso lo recordaba, pero no podía localizarlo en ningún recuerdo en específico, ni podía darle un rostro. Solo notaba su cabello desordenado y el color de su piel, que le recordaba vagamente a alguien que no podía identificar en su memoria.

Sintió la mirada curiosa de quien acababa de besarle y tuvo el impulso irrefrenable de sonrojarse. Ni siquiera sabía por qué.

Definitivamente no había sido su primer beso, ese fue hace años atrás con una chica de la cabaña de Afrodita que le insistió hasta el cansancio para que se hiciera pasar por su novio, pero eso es otra historia. Este beso, a diferencia de los de aquel entonces fue intenso pese a su duración. Y eso se quedaba corto. Casi podía sentir como el fantasma de los labios ajenos seguía tocándole ahí donde ya no estaba.

- ¿Qué pasa Will? ¿Te vengo a ver a la enfermería y me tratas como si no me conocieras de nada? Que mala educación. -El tono de su voz le sonaba extremadamente familiar así como la forma en la que levantaba una ceja casi sonriendo. Casi. Una entonación de adolescente mezclado con un acento casi perdido, de otro lugar. Vale, quizás le estaba dando demasiadas vueltas.

-Eh, si, tu. Es que... tengo muchas cosas que hacer, ya sabes. Tratar a los heridos de la guerra y ordenar los medicamentos, si. -Se dio cuenta de que repitió dos veces la palabra "si" y se sintió en evidencia.

- ¿Will? ¿Cuál guerra? ¿De que estás hablando? Si te refieres a "la" guerra- le dijo el campista frente a el- fue hace 2 años. ¿Te sientes bien?

Ahora le miraba con recelo, bien hecho Will.

-No... no es nada. Perdón, debe ser el cansancio.

La mirada de quien sea que estuviese ahí, con él en la enfermería, mutó a una divertida, como si fuera un hijo de Hermes al que se le ha ocurrido una travesura que sabe que le traerá problemas y quiere hacerlo igualmente.

-Creo que tengo el remedio para eso.

Se le acercó y Will se sintió casi en llamas, con el corazón a mil por minuto. Esperaba que el extraño supiera hacer RCP. Espera... RCP. Había algo con eso. Algo que por mas que quería no podía recordar, y que había ocurrido ahí mismo, en la enfermería.

El chico tocó su mejilla con pereza, y luego su frente, como si quisiera averiguar si acaso tenía fiebre. Como la respuesta fue que no, le besó de nuevo, pero esta vez aún mas intensamente. Will sentía como su lengua tibia contrastaba con el frío de la boca de quien estaba besando, y como esa diferencia de temperatura también aplicaba para el resto de sus cuerpos.

Casi se sintió desfallecer cuando ese frio se desplazó de la boca hacia su cuello con premura, como si fuera algo que acostumbrase a hacer. El solo se agarró del cabello negro de su desconocido como si le llevara el alma Hades.

Hades. Pelo negro. Frio. RCP. Un acento casi perdido.

Se sentía como si estuviera armando un rompecabezas en su cerebro y alguien hubiese perdido las piezas.

De pronto, como si nunca hubiese ocurrido ese intercambio de fuego y hielo, se separó, dejándole un vacío entre sus labios.

-Entonces, Will, ¿dónde vas a dormir esta noche?

-Contigo.

Y se hizo la luz.

El pelo negro, la tez pálida, el frio de su piel. El chico era su hijo de Hades favorito. El único, en realidad. Nico di Angelo. Y pese a que realmente no tenía absolutamente ningunas ganas de despertar, no pudo evitarlo cuando la cara del muchacho, otrora desconocido, tomó la forma de un sonrojado Nico que se esforzaba por actuar duro, mezclando de alguna manera al chico rudo del sueño, del futuro, con el actual, que dormía a su lado sin saber que él, Will Solace, acababa de tener algo así como una fantasía con él.

Solo algo así.

Tres díasWhere stories live. Discover now