Capítulo 12

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Phoebe.

Mamá… no quiero estar sin mi mamá… estúpido avión, estúpida gente que arregla los aviones, y ¿ahora qué será de mí?... no quisiera vivir con mi papá, me acostumbré mucho a verlo algunos días a la semana, no todos los días que terrible… y Marco… ya no lo volveré a ver, y él ni debe saber con quién vivirá… no tiene mamá donde ir y ahora menos un papá…

-Pheebs, no llores más por favor – me dice Marco – tal vez es una falsa alarma, solo tenemos que esperar, no podemos precipitarnos. – me pasa la mano por el cabello.

-¡¿Esperar qué?!, ¿acaso no ves?, ya no están, ese era su vuelo – le grito – solo olvídalo y ya. – Digo en un tono triste – me voy.

Subo a mi cuarto y me siento a tocar mi piano, eso me relaja lo suficiente como para evitar llorar, pero no quita la idea de que ella ya no estará.

Mi mamá quien lucho por mí desde que llegué sorpresivamente a su vida y a pesar de enterarse de su embarazo unos días luego de saber que mi papá la engañaba, me quiso igual, porque sé que muchas madres odiarían a sus hijos sin ellos tener la culpa del error de sus padres.

También luchó conmigo por muchas cosas, por fiestas, por el color de cabello, por el tatuaje, por la forma de vestirme, por las horas en las que dormía, por el colegio, por todo.

En las navidades lo feliz que estábamos todos unidos en familia, con mi tío y su pareja de turno, mis abuelos, algunos vecinos, amigos de la casa, mi mamá… mamá. Ella por lo general no cocina pero en navidad lo hacía siempre junto a mi tío… ahora esa comida no será la misma, la navidad no será la misma.

Además están mis cumpleaños, ella era la que se encargaba de todo, recuerdo que gracias a uno de mis cumpleaños fue que volvió a ver a Biagio, estaba cumpliendo catorce. Si la memoria no me falla, ese día fue cuando luchamos por si me haría el tatuaje o no…

Me veo la muñeca y observo detenidamente el tatuaje, recuerdo que le dije a Marco que eso significaba que son infinitas las posibilidades, y si… el tiene la razón… sacudo la cabeza como para borrar esa idea, claro que no tiene la razón, es imposible… en las noticias lo dijeron todo…

¿Por qué no fui yo?, no… mi mamá aún tiene cosas por conocer, apenas estaba iniciando su amor, su vida de nuevo, como ella siempre decía, estaba volviendo a nacer, ¿cómo es que alguien muere cuando nace?, o tal vez es alguna de esas metáforas de la vida… no lo sé. Quiero a mi mamá aquí.

Cada pequeño sonido que sale de mi piano es una muy pequeña liberación, una lágrima menos, pero cada recuerdo que sale de mi mente es una gran agonía.

Recuerdo una canción que escuchaba cuando estaba muy pequeña, mis manos se mueven solas tocando la canción, mientras mis lágrimas inundan las teclas.

Mami, ya sé que estás llorando lo presiento, mira, otra me siento, mami, ¿te gusta este vestido que me he puesto?, mami cuanto te quiero. A que me ves más mayor, a que me encuentras cambiada, a que en televisor me encuentro un poco más alta, mírame a los ojos, estoy bien maquillada. …. Mira hacia cielo y oirás mi voz, te la dedico esta canción, que está saliendo del corazón… del corazón”

______

-Pheebs… disculpa que te moleste, ¿puedo pasar? – Dice Marco.

¿Qué querrá ahora?, ya deben ser como las ocho de la noche más o menos, la verdad no tengo certeza pero si sé que de mi ventana se ve que es de noche.

-Pasa – le digo limpiando mis lágrimas.

-Aquí hay alguien que quiere hablar contigo por teléfono. – su cara no expresa nada, la verdad me confunde mucho.

No todas las Princesas visten de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora